miércoles, 27 de marzo de 2013

Trastorno de personalidad negativista u oposicionista y síndrome de la infancia


Siguiendo con la serie de artículos que publicaré por este medio, nos toca tratar el trastorno de personalidad negativista o pasivo agresivo como también se le llama.

En la Clasificación Internacional de Enfermedades ( CIE 10 ) está considerado como otros trastornos de personalidad. Hay que aclarar que las personas que tienen algún trastorno de personalidad no van por ahí mostrando todas sus cualidades a quien sea y a cualquier hora que sea. Se pueden comportar de manera normal la mayor parte del tiempo, se pueden adaptar, sin embargo  cuando las circunstancias los acorralan salen sus signos más característicos que nos sirven a los clínicos para diferenciarlos de otros trastornos.

Como su nombre lo dice, se muestran negativista con cara al futuro, son conflictivos y oposicionistas, pueden alargar la realización de una petición solo porque si,  para ver la reacción del otro, no son cooperativos, ponen trabas a las situaciones. Cuando las cosas van mal, usan esos momentos para justificar su pésima visión del mundo. Cuando las cosas le van bien no son capaces de experimentar placer, por lo tanto, se vuelven a  quejar. Nada está bien para ellos, son criticones del prójimo, ni perdonan, ni olvidan una ofensa hasta el punto de ser resentidos.

Sin embargo las circunstancias provocativas deben llegar a su pico más alto para que lleguen a la agresividad, aunque pueden mostrarla con su actitud pasiva, por que se mueven ambivalentemente entre la agresión y la pasividad, dan la impresión de estar siempre tensionados, y dispuesto a la acción agresiva sin llegar a hacerlo, y prefieren oponerse tardando en hacer lo que se les pide, se rebelan pasivamente a las figuras de autoridad, su dependencia a alguna figura es notoria pero a la vez dudan en comportarse de tal manera que pueden mostrarse también independientes,  con las personas que se relaciona habitualmente muestran una afirmación y una crítica, la ayudan y la obstruyen, coopera pero se tarda, lo hace cuando él lo quiera, no cuando se lo piden hacerlo.

Cognitivamente tienen pensamientos de desanimo y frustrantes con cara al futuro, no creen que las cosas les pueda ir bien, critican a los otros a quienes si les va bien, son incrédulos y desconfiados. Emocionalmente se muestran irritables, cambiantes, tiene poca tolerancia a la frustración pudiendo romper en violencia si asi necesitan hacerlo, tienen poco control de sus reacciones imprevistas, aquellos quienes los acompañan, siempre están “en vilo” esperando alguna reacción imprevista de ellos.

Esto como es obvio notar, les lleva a los pasivos agresivos a una relación conflictiva en el ámbito laboral, familiar y social. Nadie quiere trabajar con ellos, formar equipos con ellos es insufrible. La persona que se relaciona sentimentalmente con ellos está condenada al sufrimiento.

Síndrome de la infancia.

Normalmente las personas sabemos que puede ocurrir cuando alguno de nosotros comete una u otra conducta, si la conducta es socialmente acepada las consecuencias puede ser positivas, caso contrario sabemos que ante una conducta socialmente negativa o perjudicial las consecuencias serán negativas para nosotros, es decir, estamos condicionados a una historia de aprendizaje de emociones y consecuencias que se derivaran de nuestro comportamiento. Los pasivos agresivos o negativista no tienen esta historia de aprendizaje. Por el contrario las consecuencias que han derivado de sus acciones han sido ambivalentes. En la infancia, han sido niños criados por padres que le han dado una doble comunicación, un padre rudo y una madre permisiva, o viceversa, las consecuencias más allá de las reprimendas y caricias, acusaciones y consentimiento, el ambiente en que se han criado no les ha dado una dirección a que atenerse, no le han enseñado a esperar afecto o alejamiento, le han enseñado a esperar afecto y alejamiento al mismo tiempo, han recibido critica y caricias, confianza y duda, y así aprenden a responder a los estímulos posteriores, con esa ambivalencia afectiva que han reforzado su conducta. Las consecuencias serán percibidas como ambiguas, ya de adulto no sabrá si acceder u oponerse, porque  estas dos formas de actuar tienen la misma consecuencia ambivalente.

Los niños pueden mostrarse opositores, ser percibidos como malcriados, respondones, con baja tolerancia a la frustración y poco control de impulsos, discuten las órdenes, no respetan a la figura adulta,  siguen normas después de que le han criticado y demorado en cumplirla, aunque no llegan a perjudicar  otros como si puede hacerlo una personalidad psicopática.

Los niños con este síndrome se pueden mostrar muy dependiente de sus padres aunque más que amor, lo que ven en ellos es una evitación a sus temores que pueden ser fóbicos a la oscuridad o estar solo. Sin embargo, esa dependencia no impide rebelarse a ellos dando motivo de queja. En la escuela son conflictivos, pelean mucho, se oponen a la profesora al grado de agredirla, y les cuesta cumplir las normas de convivencia que logran alcanzar después de alborotar al salón.

viernes, 22 de marzo de 2013

Trastorno Personalidad compulsiva y síndrome de la infancia


En esta segunda entrega trataremos del llamado trastorno de personalidad compulsiva. Como ya dije en artículos anteriores, los trastornos de personalidad no son enfermedades ni mentales ni físicas. Esto es importante para darle la exacta dimensión al comportamiento de cada uno de ellos. Son comportamientos que están relacionados con la noción de realidad, no escapan de ella, por lo tanto son responsables de sus actos, aunque estos tengan como objetivos la ritualidad, el alejamiento o evitación de la ansiedad que es lo que le pasa a la personalidad  compulsiva. Hay que aclarar que en este pequeño universo de trastornos de personalidad, varios signos y síntomas se confunden en muchos de ellos, varios trastornos comparten el mismo signo o síntoma. En otras palabras en psicología clínica no existe el síntoma patognomónico, es decir, no existe un síntoma específicamente y exclusivamente de un trastorno y que no se vea en otro. Como ya dije, varios se confunden, haciendo más trabajoso llegar al diagnostico, al que siempre se llega mediante el análisis del diagnostico diferencial, historia clínica y observación.

Pues bien, la personalidad adulta compulsiva presenta excesivas conductas catalogadas de rectas o moralistas, deben cumplir las normas aunque estas sean insignificantes en su importancia. Pueden llegar a ser jefes verdaderamente tiranos con su personal, son respetuosos, disciplinados, son solemnes incluso en situaciones donde la informalidad sea un requisito. Siguen las normas de manera rígida, sin contemplaciones ni dejar pasar nada, normalmente, las personas comunes y corrientes no son muy pegadas a seguir las normas, puede decirse que a menudo las mayoría de las personas cumplen las normas según la situación donde estén y sin que nadie salga perjudicado, cumplen sí, pero sin la contemplación tirana del compulsivo, por ejemplo un jefe compulsivo puede negarle el permiso a un empleado que nunca ha pedido permiso, aun cuando esté enfermo y si lo hace, le pedirá hasta el último, algún documento que pruebe su enfermedad.

El compulsivo quiere llegar a la perfección, cognitivamente son muy “cerrados”  puede mostrarse sujeto a normas y disciplina, no dejan lugar a la creatividad y son muy pegados a la letra, cuando la situación en donde se mueven, dejan la cotidianidad se muestran ansiosos y preocupados. Hacen juicios muy críticos de las personas y situaciones, incluso de las normas, las que cumplen sin decir nada y con dureza. Pocas veces perdonan y olvidan,

Puede ser muy buenos organizadores por su tendencia al orden y a no dejar pasar nada. Pueden ser vistos como muy buenos jefes a nivel administrativo, pero en las interrelaciones personales con sus subordinados, son vistos como abusivos y muy “duros”. Su  emoción es muy rígida, pocas veces se le puede ver relajado, prefieren la seguridad de lo cotidiano, de lo siempre a la inseguridad de lo imprevisto ante lo cual, les cuesta mucho organizarse de nuevo.

Hay que tener en cuenta que este comportamiento les lleva a tener mucha dificultad con las demás personas que no son como él, a quienes puede mirar como indisciplinados y hasta inmorales.

Por supuesto, como en todas las otras personalidades con problemas, hay variantes, pero en este espacio no veremos estos, ya que no es el objetivo, si lo es en cambio, el de describir su sintomatología, y así será con el resto de personalidades que tratare.

Síndrome de la infancia

El control parental excesivo puede hacer que el niño presente algunos síntomas como la ansiedad generalizada, preocupación por buscar la aprobación social a su buen comportamiento, son niños rígidos y que muestran una maduración precoz para su edad, son niños que buscan no equivocarse, lo que se puede ver en  su poca capacidad de frustración. Quieren complacer a la exigencia de los padres, además manifiestan quejas físicas producto de la tensiona que están expuestos.

Los padres son muy exigentes, lo que pueden provocar que el niño sea poco espontaneo, de este modo los niños son vistos como muy educados y pegados a cumplir la norma, critican a los demás niños por incompetentes y malcriados.

Los niños que pueden llegar a desarrollar personalidades compulsivas, muestran ansiedad por no cumplir las normas de los padres y las normas sociales, no son recompensado ni reforzado positivamente por ser creativos ni espontáneos como los demás niños, al contrario son castigados y criticados por serlo. Son niños muy rígidos y tienen cuidado con su conducta por miedo a la crítica y al juicio social y parental, se verán en problemas cuando las reglas paternas ya no surjan efecto y entonces, desarrollaran ellos mismos patrones de comportamiento que lo mostraran ahora sí, con conductas obsesivas de orden y cumplimiento de las normas que serán recompensadas con reforzamiento positivo socialmente, estableciéndose reglas generales de comportamiento tanto en el ámbito social  laboral y familiar. 

En las  historias clínicas de estos adultos compulsivos se muestra padres y madres rígidos e híper controladores que lo castigan selectivamente según la contingencias, no son padres abusivos ni maltratadores, esos originan niños sádicos; estos padres si bien son castigadores cuando no cumplen las normas, refuerzan en cambio solo las conductas que si la cumplen.

Finalmente los niños pueden desarrollar un exceso de conductas ritualistas y cotidianas, como lavarse las manos varias veces al día, bañarse dos o tres veces el mismo día, volver a casa para confirmar si han hecho las cosas que le pidieron - las tareas por ejemplo - y si no pueden volver necesitan que sus padres lo calmen asegurándoles que lo han hecho.

No tengo nada más que decir.

viernes, 15 de marzo de 2013

Personalidad y sindrome de la infancia- La personalidad sadica


Vamos a escribir una serie de artículos relacionado a los  diferentes trastornos de personalidad y sus síndromes de la infancia. El término “trastorno de personalidad” lo usare para describir los patrones conductuales problemáticos, así, son manifestaciones de tipo conductual, cognitiva y emocional  continuos  y estables en el tiempo, que se aprende desde la infancia, es producto de un aprendizaje en el seno familiar y social, las condiciones hereditarias solo juegan una disposición para su desarrollo, las características para que una personalidad  sea un trastorno, es que su accionar produzca sufrimiento a la persona y haya una alteración de sus relaciones interpersonales graves y continuas.

Dependiendo del tiempo de su aparición, su particularidad, su intensidad y su frecuencia, el trastorno tomara forma y dará sentido a su conducta y a la experiencia diaria de la persona.

El síndrome es un conjunto de síntomas y signos de una entidad clínica, los signos son las manifestaciones objetivas y verificables que el cliente informa al  médico o psicólogo, o en su defecto puede ser visto por estos profesionales sin manifestación del paciente. Por ejemplo una ansiedad, los ataques de ira, la hiperactividad entre muchas. Un sintoma es una característica con connotación fenomenológica, es decir, tendrá el componente subjetivo de que solo será manifestado y sentido por el cliente, por ejemplo: “siento desdoblar mi personalidad” “siento que no puedo recordar”, “me siento mareado”. Con síndromes de la infancia, nos referimos a aquellos signos y síntomas que manifiestan los niños y que pueden ser antecedentes de entidades clínicas mas graves, y que pueden en su desarrollo, desencadenar un problema de conducta grave o una personalidad problemática. Comenzaremos esta serie con la personalidad sádica y sus manifestaciones en la niñez.

En la sociedad vemos frecuentemente a personas que ejercen oficios que son socialmente  reforzados con admiración y respeto debido a que cumplen funciones sociales específicas, el militar nacionalista y héroe, el instructor que forma a nuevos soldados “valientes” para la guerra y mata a un animal para bañarse en sangre, el ministro religioso que hace temer con cuentos como el infierno y el pecado a sus creyentes o cualquier jefe tirano y sangrón que hace trabajar a sus empleados de sol a sombra. Muchas de estas personas encajarían perfectamente en personalidades sádicas, ya que en sus tratos interpersonales son difíciles de soportar. Manifiestan conductas bruscas y sin respeto a los demás, son precipitados para responder a ciertos estímulos y tiene baja tolerancia a la frustración, cuando se ven limitados en sus funciones o sus deseos, pueden estallar en ira sin medir las consecuencias aun siendo agravantes para el mismo. Utiliza un lenguaje verbal hiriente y violento, su conducta hace sufrir a los demás y él lo sabe, ha ganado reforzamiento por ello, en el ejercicio de sus funciones sociales, pueden llegar a causar la muerte a otras personas o hacerlas sufrir cruelmente – el investigador que hace hablar a su capturado bajo las diferentes técnicas de tortura – cuando hablan con otra persona siempre cree tener la razón y no cede ante el error, ni rectifica.

El sádico ha aprendido a ganar créditos con ese comportamiento, aparte de su nivel biológico que posee un carácter fuerte y explosivo, sus diferentes experiencias le han enseñado que a si se consigue las cosa. Y que otra forma de comportamiento sería inútil. Sus conductas físicas y verbales son abusivas con el más débil, el sufrimiento de la víctima no para su accionar, más bien exacerba sus ánimos. Responde de manera agresiva a la provocación ante la cual cae con facilidad. Intimida, coacciona y humilla a sus víctimas  hasta tener el poder sobre la conducta de la otra persona, ante la cual una vez conseguida empeorara en su accionar contra la víctima. Se ríe de la desgracia ajena, su capacidad para enganchar con las emociones de otras personas, están en déficit. En cambio tiene un exceso de conducta liberadora, si Ud. cree tenerlo cerca, huya de él, tal vez no parara hasta verlo sangrar.

Puede camuflarse bajo una personalidad psicopática, ante lo cual el clínico debe dar su diagnostico diferencial, contrariamente a su conducta disruptiva que puede hacerle parecer valiente y rudo, es muy sensible ante las críticas, ante la cual puede responder  con conducta agresiva.

Síndrome de la infancia

Algunos padres se quejan de que sus niños son agresivos y tienen un “carácter fuerte” son oposicionistas ante las normas y reaccionan mal ante los limites sociales y normas de convivencia, son abusivos con compañeros, hermanos más pequeños y hacen sufrir a los animales que tiene como mascotas. Si su conducta perjudica a los demás, no sienten culpa, pueden culpar a los demás por los problemas que ocasiona, no responden bien a los castigos y parece que al contrario, ese castigo le refuerza la conducta problema. Se burlan de sus compañeros y de cualquier persona que está en problemas, son descontrolados y pueden presentar hiperactividad, a veces se disculpan por los problemas que causan pero después vuelven a cometerlo mientras más pronto aparezca el problema y dependiendo el tipo de ambiente en que se críen, y el apoyo social con que cuenten,  su pronóstico es reservado, las edades que fluctúan para este problema de conducta son de 6 a 12 años, se presenta más en niños que niñas.

Los modelos parentales, el ambiente social, la escuela, y los compañeros le darán las pautas para que se salgan con la suya, aprenderá que resolver problemas por ese medio es más fácil y es temido en la escuela, los demás niños se alejaran y le temerán, sentirá satisfacción por eso, presentando un déficit de conductas adaptativas y escaso goce en reforzamiento a conductas pro positivas. Los abusos de los padres maltratadores que le han dado mensajes de que así se puede imponer y hacer de las suyas genera un aprendizaje agresivo y de superioridad que conforme pase el tiempo más difícil serán los intentos para desarrollar conductas contrarias a las conductas problema.

El tratamiento debe incluir terapia conductual predominando los reforzamientos a conductas incompatibles con la conducta agresiva, es decir reforzando las conductas de juego cooperativo, reuniones de grupos escolares y un cambio en el estilo parental de crianza, la extinción de los reforzadores a su conducta verbal de recriminación, así como la interrupción del refuerzo a su conducta violenta – que el niño debe saber que es inaceptable -  debe ir acompañado de la enseñanza a nuevas formas de relacionarse. Tomar siempre en cuenta que si bien las condiciones genéticas lo disponen a captar ciertos estímulos preferentemente de otros, o que tenga un fuerte “carácter” la conducta agresiva no se hereda, se aprende.

 

 

martes, 12 de marzo de 2013

La soledad


Si el hombre es un ser social como nos dice la teoría socio biológica la soledad seria esa bifurcación ontológica no encontrada. Venimos al mundo solos, a menos que vengamos con algún mellizo o gemelo, por lo general,  se viene a este mundo solo, después de estar nueve meses dentro del vientre de una madre es cierto, pero separado por la placenta, que si bien nos conecta con el exterior, también nos separa de ella. La sociedad es ese algo que no se puede evitar, estamos acompañados aun en contra de nuestra voluntad, no hay salida, conforme crecemos nos damos cuenta que existe una sociedad que reprime, esa represión socialmente comprensible nos aleja de ella, la necesitamos para no dar rienda suelta a todo los miles de años de evolución que traemos puesto en nuestra piel, pero nos separa a la vez, el respeto a los demás se tiene que aprender, no venimos con ese respeto al prójimo como con la capacidad de hablar, es un asunto social que nos obliga a respetar al otro. Sin esa obligación, nos comeríamos los unos a los otros, para los que no quieren esa, digamos, obligación moral, tienen la Ley que es una especie de venganza legal.

Los misántropos prueban que la soledad es un recurso de amor propio que traemos como especie, Oscar Wilde, Nietzsche, eran hombres que preferían estar solos, despreciaban al género humano, pero no era un desprecio selectivo a tal o cual cualidad, era un desprecio ontológico como especie, para Nietzsche por ejemplo, la autarquía de su superhombre era el requisito para su soledad, aunque creo que hubiera cambiado de opinión cuando llego a su estado de demencia y tuvo que ser ayudado para poder sobrevivir. El problema de aceptarnos como seres solitarios se da  cuando estamos ya dentro de la sociedad, y no queremos aceptar la cualidad solitaria, entonces nos volvemos selectivos, con el peligro de volvernos discriminativos sin querer, o queriendo, no lo se, desde escoger a nuestros amigos a seleccionar nuestra pareja, si se pudiera tener esa facultad para escoger a nuestros familiares, la vergüenza y el complejo existirían mucho menos.

Para los griegos éramos animales sociales. Aristóteles pensaba que el hombre autosuficiente o era un bruto o era un Dios. Pero los griegos muy proclives  al presente y a alinear su sentir en el cuerpo, no conocían de espacios. Aunque creo que llegaron a conocer la soledad en el dolor del sufrimiento impuesto por sus dioses, el mismo Heracles sufrió solo su locura. La Rochefoucauld decía que el hombre es por naturaleza un ser solitario. La insociabilidad sociable del hombre pensado por Kant era el sentimiento dual de sentirse solo pero a la vez querer o necesitar estar en sociedad. Para Kant el hombre tiene estas dos cualidades, la soledad natural de hacer su voluntad y el principio regulador de su imperativo categórico “comportante como quieres que los demás se comporten” esto última para él, era lo que podía sacar lo mejor del hombre.

Si buscamos dentro de nosotros nos quedaremos más solos aun, desde un enfoque fenomenológico, nadie puede sentir lo que otro hombre siente, podemos hacer nuestro mejor esfuerzo, pero sabemos de antemano que el sufrimiento y el sentir del ser humano es solo suyo. Reconocemos el dolor en el otro como un hecho objetivo por sus formas, pero no por su sentir en sí mismo.

La soledad del hombre que decide su libertad es más dura aun, mas cuando de responsabilizarse por las consecuencias se trata. El miedo que el hombre siente cuando se encuentra solo en el mundo dispuesto a la decisión de su libertad es lo que Sartre llamo “la nausea”, consecuencia del miedo de no tener a Dios y ser responsable él mismo de sus actos y sus consecuencias. La nausea sería el equivalente a la neurosis freudiana,  el miedo que se somatiza sin perder de vista la realidad que sufre. La soledad también puede ser una búsqueda de identidad, como por ejemplo, la tomada por Octavio Paz como concepto base de su análisis de la sociedad mexicana que busca romper la careta del nacionalismo que esconde un no ser, o ser en el mejor de los casos, lo que se esconde dentro de la máscara.

La soledad si es vivida por decisión propia sufre menos que la soledad impuesta desde la sociedad como una negación, los incomprendidos sufren  lo que los solitarios voluntariosos no sufren, aun las revoluciones tienen que tener la aceptación de la sociedad.

El ateísmo es una soledad religiosa, mejor dicho antirreligiosa, usaremos mejor el término laico, aunque el anti en este caso, no se escapa de la conexión con ese Dios que el ateo niega, aunque sea para precisamente negarlo. En el amor, en la mayor parte de las relaciones se está realmente solo, en el orgasmo por ejemplo, siempre se llega solo, la intimidad es muy difícil compartirla en todo su esplendor,  - salvo que encuentres a aquella persona que tenga la sensibilidad y la experiencia necesaria para saber cómo llegar juntos – acabaras siempre solo. Quedarse solo en el amor es mejor a  nunca haberlo conocido. Aunque hasta para quedarse solo en el amor hay que tener eso que llaman dignidad y respeto por uno mismo y por el otro. No hay peor soledad que la que no se busca. En cualquier caso, el hombre solitario o el hombre social, dos seres, la dualidad que nos pone en la balanza y descubrirá en nosotros dos cualidades que desarrollar, dependerá de cuál de las dos desarrolle primero, para sacar lo mejor o peor de nosotros.

 

viernes, 8 de marzo de 2013

LA MUJER


Los incautos –tontos dirán algunos – preguntan ¿ Que haríamos sin ella? como
 si se pudiera imaginar la belleza de este mundo sin la presencia de la mujer,
es más, como si pudiera imaginar un mundo sin mujeres, este mundo sería
– si existiera – un desierto en donde faltaría el oasis en donde el sediento de
afecto se sentaría a morir ante la escases de sus refrescantes besos.

 Pero la mujer es más que besos, no seré como algunos que ven edipicamente
 a la mujer y ven a sus madres, hermanas o hijas, esas cosas psicoanalíticas
se lo dejamos a los expertos de la interpretación subjetiva freudiana, a la
mujer se le debe de ver como ese complemento real y objetivo sin el cual
 el hombre no viviría para contarlo, tampoco diré ilusamente que todas son
 buenas, como en el hombre, existen con errores y maldad que hay que evitarlas.
 Publico de nuevo un artículo que puse hace tiempo ya de Ortega y Gasset en donde
 el habla de su idea de lo que es una mujer, y que me parece genial,  aunque debo
añadir al gran Ortega que la mujer es eso y mucho mas.

 “Transcribo un pequeño pasaje del curso “El hombre y la gente” que
José Ortega y Gasset dicto en Buenos Aires de 1949 a 1950 pasaje
referida a la mujer: “La relativa hiperestesia de las sensaciones organicas
 de la mujer trae consigo que su cuerpo exista para ella más que para el hombre
 el suyo. Los varones normalmente olvidamos a nuestro hermano cuerpo, no
 sentimos que lo tenemos si no es la hora frígida o tórrida del extremo dolor
 o el extremo placer. Entre nuestro yo puramente psíquico y el mundo exterior
 no parece interponerse nada. En la mujer por el contrario, es solicitada
constantemente la atención por la vivacidad de sus sensaciones intracorporales:
 siente a todas horas su cuerpo como interpuesto entre el mundo y su yo ,
 lo lleva siempre delante de si, a la vez como escudo que defiende y rehén
 vulnerable . Las consecuencias son claras: toda la vida psíquica de la mujer esta
 mas fundida con su cuerpo que en el hombre; es decir, su alma es mas corporal, pero,
viceversa, su cuerpo convive mas constantemente y estrechamente con su espíritu,
es decir su cuerpo está mas transido de alma. Ofrece, en efecto, la persona femenina
un grado de penetración entre el cuerpo y el espíritu mucho más elevado que la
varonil. En el hombre comparativamente suelen ir cada uno por su lado; cuerpo y
alma saben poco uno de otro y no son solidarios, más bien actúan como irreconciliables
 enemigos. En esta observación creo que puede hallarse la causa de
 ese hecho eterno y enigmático que cruza la historia humana de punta a punta y
 de que no se ha dado más que explicaciones estúpidas o superficiales. Me refiero
a la inmortal propensión de la mujer al adorno y al ornato de su cuerpo. Vista a la
 luz de la idea que expongo, nada más natural, y a la par, inevitable. Su nativa
contextura fisiológica impone a la mujer el hábito de fijarse, de atender a su cuerpo,
que vienen a ser el objeto más próximo en la perspectiva de su mundo. Y como la
cultura no es más sino la ocupación reflexiva sobre aquello a que nuestra
 atención va con preferencia, la mujer ha creado la egregia cultura
del cuerpo, que históricamente empezó por el adorno, siguió por el aseo y
 ha concluido con la cortesía, genial invento femenino que es, en resolución,
 la fina cultura del gesto”.

El resultado de esta atención, constante que la mujer presta a su cuerpo es que
este nos aparece desde luego como impregnada, como lleno todo él de alma.
En este caso se funda la impresión de debilidad que su presencia suscita en
nosotros. Porque en contraste con la solida y firme apariencia del cuerpo,
 el alma es algo trémulo, el alma es algo débil. La atracción erótica que en el varón
produce no es, como siempre nos han dicho los ascetas ciegos para estos asuntos
, suscitadas por el cuerpo femenino en cuanto cuerpo, sino que deseamos a la mujer
 por que el cuerpo de ella es un alma”

LO DIFICIL DE APLICAR EL TRATAMIENTO


Me acuerdo cuando era estudiante en la universidad,  preguntaba a algunos profesores principalmente los de psicoanálisis y conductismo cual era la intervención más efectiva para el paciente y cuál de ellas tenía una mejor base epistemológica, salíamos del salón hablando algo de filosofía de la ciencia en el poco tiempo en que duraba el trayecto entre el salón de clase y el auto del catedrático. En la universidad me fascinaba el psicoanálisis, era una teoría muy lógicamente sustentada, su base teórica era consistente, en cambio el conductismo era digamos, simplón en sus características de ser una ciencia seca y de laboratorio. La parsimonia del conductismo era frustrante para responder a todos los problemas, en eso, le ganaba el psicoanálisis, este enfoque lo explica prácticamente todo, supera a la práctica, o mejor dicho la rebasa y la jala a su laberinto literario.

Sin embargo esa parsimonia que hace al conductismo algo simple, es una falacia, la sencillez de una teoría no es tanto en su cuerpo teórico como en la explicación que hace de su objetivo, en este caso la conducta, es más, esa parsimonia es necesaria en una ciencia de la conducta  para qué pueda liberarse de la interpretación, esa interpretación que tanto daño ha hecho a la psicología en los últimos cincuenta años, a tal punto que términos como frustración, complejo de Edipo, trauma, han calado hondo en el ideario común del hombre de la calle,  y forma parte de su lenguaje común sin ni siquiera  saber su exacta función.

En una de esas conversa con un profesor de análisis funcional le pregunte ¿es acaso el conductismo más fácil de aplicar que el psicoanálisis? Al menos en ese tiempo creía en eso de la simplicidad de la vida universitaria que genera esa dicotomía entre lo fácil y difícil, a lo que el profesor me contesto que era al contrario, que el psicoanálisis era más fácil, y que lo complicado era el conductismo, porque entre otras cosas, la relación terapéutica entre cliente y psicólogo es objetiva en sus metas, utiliza el método de análisis funcional identificando  las variables que intervienen en la aparición y control de la conducta, este análisis funcional debe tener en cuenta al organismo sujeto de intervención, como un todo, los estímulos antecedente y consecuentes  que genera y controla la conducta emitida. Además de esto, en la intervención conductual, no solo entra el terapeuta y el cliente, sino los padres en caso de niños y familia en caso de adultos, debemos contra también a los profesores que son una pieza clave para la aplicación del tratamiento. Este conjunto de personas, cada una con sus propias características personales  puede ser de ayuda para el éxito de la intervención conductual o pueden ser también  estímulos adversivos a la misma.

Terminando los estudios universitarios y ya en la práctica clínica en un hospital, tuve que darle la razón al profesor,  hacer y aplicar la intervención  conductual  no es cosa de juego, se debe lidiar con los padres y profesores, variables multifuncionales en casa y escuela que constituye el ambiente natural de la aplicación. Aunque en el consultorio es interesante detectar las conductas significativamente relevantes que tiene el cliente, en este punto debo anotar que  siempre se da, y si el cliente no lo muestra, soy de la opinión de que se debe provocar,  es importante que en las sesiones terapéuticas se genere la ampliación y control de las técnicas y entrenamiento en casa y escuela. En este asunto los padres son pieza importante en la aplicación y supervisión de que los niños por ejemplo, ejerciten los entrenamientos en casa y en la escuela el rol lo debe cumplir los profesores. En caso de clientes adultos – y en esto ayuda el contrato terapéutico -  los autor reportes  previamente entrenados sirven para el seguimiento en el ambiente natural.

Lo difícil de aplicar el tratamiento no se debe al tratamiento o la técnica en sí misma, se debe al condicionamiento que presenta el cliente en presentar la conducta problema y que batalla constantemente en contra de ella o su favor. En ciertos casos el aprendizaje de esas conductas problemas se establecen muy intensamente en el cliente que es difícil para ellos su aplicación. En caso de los padres, sus características personales ayudaran o no a la aplicación de las técnicas y entrenamiento en casa.

Una vez superado este problema que depende de la actitud que el cliente presente ante la intervención, las causas de  su conducta– y ante el terapeuta – observara los cambios y esto le ayudara a comprender mejor la explicación que tuvo de la conducta problema.

Toda teoría o  enfoque psicológico que trata de describir, explicar e intervenir en las causas de la conducta son respetables, y dependiendo del problema, el tiempo y el esfuerzo en aplicarlas tienen su efectividad, unas más que otras, pertenece a la ética del profesional advertir al cliente que dependiendo del enfoque  que se use, demorara sus resultados.

viernes, 1 de marzo de 2013

Primero amate tú, después ama a los demás


Primero amate tú, después ama a los demás

tir que somos  iAceptemos por un momento en que el ser humano es capaz de amar, una vez salvada esta duda casi casi existencial, debemos de preguntarnos, ¿debemos amar incondicionalmente mas allá aun de nosotros mismos? como en las canciones románticas ¿Debemos de entregar el alma por ese amor de turno? Mas allá de que el amor es un sentimiento que nos hace feliz, debemos de hacer uso de la poca fuerza racional que tenemos cuando estamos enamorados, y tratar de detenernos en ese camino que muy a menudo nos lleva a la perdición.

El amor siendo un sentimiento es subjetivo, es decir, como carece de una objetividad yo diría desde su etiológica, es necesario hacerlo pisar tierra y volver su esencia lo más materialista y terrenal posible para ponernos  de acuerdo en una definición que al menos nos diga cómo tratarla, creo yo que debemos de hablar de una conducta amorosa, conducta y amor, dos nociones epistemológicamente contrarias pero que se complementan cuando de hacerse entender se trata. Pongamos un ejemplo, Juan ama a Rosa, típica pareja común y corriente. Si Juan ama a Rosa, pero si Juan hace violencia domestica es obvio que Juan no la quiere, y no solo no la quiere, si no que pretende por medio de esa violencia si pudiera, desaparecer a Rosa. La conducta agresiva y violenta de Juan, seria en muchas sociedades incompatible con el amar, desde este punto de vista y del otro que tampoco permite la infidelidad o las múltiples parejas, la conducta amorosa vendría hacer un conjunto de característica que describe y clasifica la cuestión amorosa. Así, amar seria no agredir ni ejercer violencia contra  su pareja, no serle infiel. Pero como la definición de una cosa o fenómeno no puede describirse por lo que no es, si no, por lo que es, la conducta amorosa tendrá muchas más descripciones objetivas y materialista posible mientras se es.

Según se es, así se ama decía Ortega y Gasset por eso el amante cuando se enamora demuestra la elección de objeto amoroso y se muestra él también tal como es. Según se es…….amaras a tu prójimo, según eres, te enamoraras así. Las parejas cuando se entregan y se pelean, así son, Pero para ellas no va este artículo, si no para aquellas parejas que dan la vida por la otra persona. Descuidan su individualidad y su propio cuerpo, sus intereses, su futuro, se acoplan en cuerpo y alma a la otra persona, no puede decidir por ellas mismas, sin que antes opine el amante. Esta dependencia a la voluntad de la otra persona, demuestra su sujeción a esa persona, si se pasa a esta etapa habrá dado un paso a su propio aniquilación como ser humano. Porque la dependencia amorosa te anula, te subyace, te vuelve un efímero muñeco de esa ilusión que es la pareja del momento. Te quita libertad. Sartre decía: ¿Quien aceptaría oír que le dicen: ”Te amo porque me he comprometido libremente a amarte, y no quiero desdecirme, te amo por fidelidad a mí mismo”? creo que pocas personas, de ahí sentencio “que nadie te quiere libre” porque el amante quiere que elimines esa libertad y lo vuelvas cautiva, el amante quiere una libertad sujeta a él” Ahora bien, muy a menudo pasa esto, que la pareja se entrega al amante sin libertad y lo que es peor, se subyace a voluntad creyendo que así ama más y mejor.

Para Bryce Echenique la esencia del amor es borrar las diferencias hasta que los amantes olvidan su realidad.

Desde la psicología, si no existe eso que llamamos auto discriminación de nuestras conductas amorosas ¿Cómo vamos a saber discriminar si la conducta de nuestra pareja es amor o no? Podría parecernos amor precisamente  lo que es lo contrario, y esto únicamente porque nosotros hacemos lo mismo.

Por eso es necesario hacernos un auto discriminación en comparación con los otros, y sobre parámetros sociales que nos guían nuestro comportamiento, incluso el amoroso. ¿Cómo se puede hacer esto? Dígase:

 ¿“Como amo yo?

¿Mi conducta es de respeto a mi familia y a mí?

¿Soy fiel?, ¿hago lo mío, con el mismo afán de ser recompensado con amor?

El justo medio aristotélico es difícil mantenerlo cuando de amor se trata, a ver si hacemos un ejercicio de los opuestos aristotélicos, este nos diría, no te enamores mucho porque serás distraído a tal punto que perderías todo si te descuidas, tampoco te muestres poco enamorado porque parecerás parco y muy frio, es menester ser ni tan enamorado ni poco enamorado, buscar un justo medio.

Por último, una persona que ha dejado de amar a su pareja, puede volverse a enamorar tan pronto como está dispuesta, y no debe sentirse culpable, esto demostraría una madurez y una aceptación de su derecho a elegir ser feliz sin tener el sentimiento de la culpa. El quererse más uno mismo que a los otros, nos abre camino hacia formas más positiva de comportamiento,  aumentar la autoestima y hacernos sentir importantes.

FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...