lunes, 26 de noviembre de 2012

El adolescente rebelde


Debo empezar diciendo que no todo adolescente es rebelde. La rebeldía la podemos definir como una conducta de oposición activa o demora en el cumplimiento de las normas sociales y familiares, es diferente a la trasgresión de las normas sociales que es otro tema. Los jóvenes rebeldes no siempre son trasgresores a las leyes. Esta rebeldía puede limitarse al ámbito familiar, pudiendo presentar conductas adaptativas en cuanto a las normas sociales y leyes que la rigen. Otros pueden presentar conductas rebeldes fuera del contexto familiar, como en el colegio o el grupo de amigos. La psicología tradicional nos han presentado a los jóvenes rebeldes como producto de su crecimiento y llegada a la adolescencia, cosas de hormonas, lo que reduciría todo al ámbito fisiológico, la psicología cognitiva explica la rebeldía como expresión de nuevos descubrimientos que no coincidirían con lo ya aprendido o enseñado y esto debido al pensamiento abstracto en donde cuestionan datos e información con los que no están de acuerdo, la psicología del desarrollo nos presentan a los jóvenes rebeldes como un intento a encontrar su individualidad y alejarse del vinculo e influencian familiar. Pero esto tampoco explica la conducta rebelde.

Lo cierto es que las condiciones familiares y sociales en que se desarrolla  cualquier persona no es del todo agradable, sometidos bajo estricto control sobreponiendo el castigo a los reforzamientos y a las gratificaciones, no es difícil esperar que cuando el niño crezca ejerza un contra control del contexto. Es más fácil y comprensible esperar que alguien se rebele cuando el control a que estamos expuestos desde que nacemos se ejerce de manera inadecuada y no positiva. Una de las características del castigo es su condicionamiento, niños castigados aprenderán a comportarse para que lo castiguen, cuando crezcan aprenderán formas de evitar el castigo pero no dejaran de hacer las cosas por las que fueron castigados, algunos adolescentes se portan así para castigar a sus padres, la discriminación de la conducta rebelde y la conducta socialmente aceptada dependen de su aprendizaje.

El contra control son las conductas necesarias que hace la persona para contrarrestar evadir o huir del control que ejerce de manera negativa tanto la sociedad como sus instituciones, los padres, el mismo gobierno, en donde la persona practica el contra control haciendo paros y huelgas, revoluciones, movimientos de protesta o reclamos de derechos, esto desde un punto de vista social y mayoritaria, pero hay otro  contracontrol que se ejerce de manera individual y esto parece ser lo que hacen los adolescentes en particular. En estos casos sería bueno evaluar en qué contexto la conducta del rebelde adolescente se presenta, que condiciones existen, y si lo que estamos haciendo da resultado para el cambio o esta simplemente reforzando la conducta contestataria. Si lo que hacemos no da resultado sería bueno cambiar a formas de control más sutiles y no tan confrontacionales con el adolescente. Hay muchos adolescente rebeldes u opositores de las normas sociales y familiares, que cuando se le cambian las condiciones tirantes en donde viven, hacia formas más permisibles negociadora y reforzante, su conducta presenta una recuperación espontanea en poco tiempo.

Lo que se puede hacer es no mantener las condiciones en que la conducta del adolescente se muestra rebelde, y no se mantiene, simplemente  no reforzando la conducta que muy a menudo – y especialmente con aquellos jóvenes que no han presentado conductas opositoras en la infancia – lo realizan los jóvenes para probar “que pasa si digo no” . Restar gravedad a esas conductas rebeldes y cambiarlas con reforzadores verbales o físicos que inicie el proceso de “bienestar” que se siente cuando se cumple las normas sin ningún reforzamiento.

Las relaciones de los mayores con los adolescente muchas veces son tirantes, la comunicación verbal es de imposición, si la cambiamos a formas en donde se utilice el lenguaje como orientador no punitivo, mejoraremos las actitudes de los jóvenes. La comunicación directa, previniendo la consecuencia de tal o cual conducta, mejora la relación con los jóvenes. Recuerde que disciplina viene de discípulo y este, implica una relación de enseñanza aprendizaje. Nuestros hijos rebeldes siguen siendo nuestros discípulos, condicionémoslo a formas más gratificantes y menos punitivas y evitaremos los rebeldes sin causas

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