Atilio Boron en su compilación “La filosofía Política Clásica – De la Antigüedad al Renacimiento” en el capítulo referido a Platón nos dice sobre la descripción de la construcción platónica de una ciudad: “La segunda ola es la comunidad de mujeres e hijos, que no se conocerán con los padres. Para justificar su cuestionada posibilidad y utilidad se recurre nuevamente al hilo conductor de la cría de perros y otros animales Las disposiciones comportan una buena cantidad de mentira útiles y medidas ocultas de los gobernantes para que los hombres y mujeres se reúnan frecuentemente como el azar, y los inferiores a la inversa. Habrá fiestas nupciales regidas por falsos sorteos, y los jóvenes distinguidos en la guerra o por otro motivo serán premiados con copulas frecuentes. Padres y madres estarán en pleno vigor físico y espiritual (20 a 40 la mujer, 25 a 55 el hombre). Los mayores podrán copular libremente, pero sin procrear. Fuera de estos límites, o dentro de ellos pero sin autorización, la procreación se convierte en impiedad. Se impone el aborto, y si se llega al parto el hijo no será reconocido por la ciudad, y su suerte queda en la sombra. Los deformes serán escondidos en un lugar secreto y oculto, como corresponde. Los hijos de los mejores serán criados en un establecimiento común, y toda tendera a que la raza de los guardianes quede pura.”
Ya escribí en un artículo anterior que la antropóloga francesa Nicole Loraux nos pide entender el pensamiento griego en el contexto de su época, Platón vivió en un tiempo en que la política y sus ciudades griegas estaban en franca decadencia, sin embargo Platón hubiera sido asesinado en la Rusia Leninista, por clasista y simplón, sin importarle a Lenin que haya sido el referente principal de Hegel y este a su vez de Marx para que desarrolle su materialismo dialectico usado por él para hacer su revolución proletaria. Es más, me sorprende que, desde la óptica marxista sigan con la ingenua cantaleta de que las diferencias sociales e individuales vayan a pasar algún día.Marx decía que hay tres instituciones en las que el comunismo nunca será aceptado, la Iglesia, la clase militar y la Burguesía. Con todo respeto para Marx no estoy de acuerdo, y es que la evidencia nos muestra que el común de la gente se sabe diferente a otra, naturalmente somos iguales claro, pero socialmente no lo somos. La sociedad nos impone múltiples diferencias, ya sean estas económicas, intelectuales, e ideológicas. Desde la ontología las diferencias de raza se contraponen con la generalidad que tiene la especie de imponerse y dominar, más aún si la sociedad no educa los impulsos y el “instinto” de supervivencia que posee nuestra especie y que la creación de las ciudades desde la revolución industrial no ha podido modificar. Debemos de aprender a vivir con ellas, sin utopías que solo hacen frustrar a las personas ante la imposibilidad de cumplir los ideales cuando se enfrenten a la realidad.