No
hay un perfil psicológico universal del agresor en violencia de pareja, algunos casos presenta trastorno mentales, como
adicciones o psicosis, otros casos trastorno de personalidad como psicopatía, y los más frecuentes déficit de control de la
ira, distorsiones cognitivas, déficit en habilidades de comunicación y de solución
de problemas, baja autoestima y machismo
acentuado, es decir, personas normales clínicamente hablando que son imputables
y que no son “enfermos” sin embargo presenta déficit psicológicos que hay que
tratar.
El
estudio del perfil psicológico de estas personas ha aumentado mucho últimamente,
estas características son importantes para comprender el porqué de sus acciones
violentas contra las mujeres e implementar medidas de prevención psicológicas para
eliminarlas o reducirlas.
La
conducta del agresor tras un feminicidio es variable, el agresor no huye salvo que
tenga antecedente penales, por lo tanto, o no huyen y se entregan o se suicidan
o tienen intentos de hacerlo, los que se entregan justifican su acción como un
acto de justicia. Los maltratadores peligrosos
son celosos, se sienten humillados por la ruptura de la relación por parte de
la mujer ya que son posesivos, baja su autoestima, y si tiene esa conducta
habitual consumen drogas y alcohol, si tienen tratamiento psiquiátrico no lo
siguen, menos lo terminan, tienen historial de maltrato a parejas anteriores,
se comportan como que si no tuvieran miedo a las consecuencias punitiva de su acción,
y le echan la culpa a la víctima de sus males. (mi mujer es la culpable, no me
deja hacer lo que quiero, se va con sus amigas, con su mama, abandona a mis
hijos).
La
ruptura de la pareja a menudo origina o provoca graves consecuencias de
dolor y frustración, sienten que se desintegra su proyecto de vida,
pierden a las personas queridas, alejamiento de los hijos, sienten que están perdiendo
su hogar, y si hay pago de pensiones sienten que es exagerada y una injusticia, esto se
incrementa cuando las decisiones judiciales para proteger a las victimas traen como consecuencia una ruptura de vida
brusca del agresor, por ejemplo meterlo al calabozo, ordenar su salida del
domicilio, perdida de contacto con los hijos, , problemas económicos y
laborales que lo llevan a experimentar
falta de expectativas (no tener nada que perder) .
Sabiendo
esto, las autoridades y la victima deben tomar las acciones preventivas
inmediatas para el alejamiento del agresor de forma tal que no logre ubicar a
la víctima y asesinarla., en este sentido el apoyo social, familiar, del Estado
y de la propia víctima para que tenga el valor para alejarse de las condiciones
que la presenten vulnerable al agresor.