jueves, 16 de mayo de 2019

Perfil psicológico del agresor en violencia de pareja.



No hay un  perfil psicológico universal  del agresor en violencia de pareja, algunos  casos presenta trastorno mentales, como adicciones o psicosis, otros casos trastorno de personalidad como psicopatía,  y los más frecuentes déficit de control de la ira, distorsiones cognitivas, déficit en habilidades de comunicación y de solución de problemas,  baja autoestima y machismo acentuado, es decir, personas normales clínicamente hablando que son imputables y que no son “enfermos” sin embargo presenta déficit psicológicos que hay que tratar.

El estudio del perfil psicológico de estas personas ha aumentado mucho últimamente, estas características son importantes para comprender el porqué de sus acciones violentas contra las mujeres e implementar medidas de prevención psicológicas para eliminarlas o reducirlas.

La conducta del agresor tras un feminicidio es variable, el agresor no huye salvo que tenga antecedente penales, por lo tanto, o no huyen y se entregan o se suicidan o tienen intentos de hacerlo, los que se entregan justifican su acción como un acto de justicia.  Los maltratadores peligrosos son celosos, se sienten humillados por la ruptura de la relación por parte de la mujer ya que son posesivos, baja su autoestima, y si tiene esa conducta habitual consumen drogas y alcohol, si tienen tratamiento psiquiátrico no lo siguen, menos lo terminan, tienen historial de maltrato a parejas anteriores, se comportan como que si no tuvieran miedo a las consecuencias punitiva de su acción, y le echan la culpa a la víctima de sus males. (mi mujer es la culpable, no me deja hacer lo que quiero, se va con sus amigas, con su mama, abandona a mis hijos).

La ruptura de la pareja a menudo origina o provoca graves consecuencias  de  dolor y frustración, sienten que se desintegra su proyecto de vida, pierden a las personas queridas, alejamiento de los hijos, sienten que están perdiendo su hogar, y si hay pago de pensiones sienten  que es exagerada y una injusticia, esto se incrementa cuando las decisiones judiciales para proteger a las victimas  traen como consecuencia una ruptura de vida brusca del agresor, por ejemplo meterlo al calabozo, ordenar su salida del domicilio, perdida de contacto con los hijos, , problemas económicos y laborales  que lo llevan a experimentar falta de expectativas (no tener nada que perder) .
Sabiendo esto, las autoridades y la victima deben tomar las acciones preventivas inmediatas para el alejamiento del agresor de forma tal que no logre ubicar a la víctima y asesinarla., en este sentido el apoyo social, familiar, del Estado y de la propia víctima para que tenga el valor para alejarse de las condiciones que la presenten vulnerable al agresor.

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