jueves, 15 de noviembre de 2012

El último día del Rey


Siempre suelo – dependiendo del caso - iniciar un tratamiento conductual con las palabras que dan titulo a este articulo. Y es que los niños además de ser bellos, cariñosos, tiernos y ganarse nuestro amor y despertarnos los más hermosos sentimientos, también pueden llegar a ser pequeños reyezuelos tiránicos a la par de los antiguos reyes  medievales que disponían de sus súbditos, ordenaban y exigían ante sus mínimas exigencias los más grandes esfuerzos y sacrificios que por ellos debían hacer sus esclavos. Cuando los padres de estos niños vienen a consulta, lo hacen generalmente cuando no pueden mas controlarlos en casa, algunos  - la mayoría – vienen  presionados por las escuelas que ya no pueden soportar más los caprichos de estos reyecitos de sus pequeños feudos que son sus hogares y que en su desmedido afán de satisfacción generalizan sus actos a las aulas de clase. Sus esclavos – sus padres – se han condicionado a servirlos por evitar pataletas, lloriqueos, gritos y hasta golpes. Muchos padres llegan a consulta con sentimiento de culpa por haberles castigado físicamente y diciendo que este castigo no surte efecto, a lo que yo añado que no solo no surte efecto si no que empeora el comportamiento del niño y su futuro desarrollo  emocional. El castigo físico, el pegarles, agredirlos o insultarlos no resuelve nada, ya que aparte de  enseñarles nuevas formas de castigar y de hacer sufrir a los demás, le enseña a soportar castigos de menos a más, lo que a la larga puede desencadenar en un condicionamiento al mismo, - al castigo- y hacer sentir al futuro adolescente y adulto poca satisfacción de los refuerzos positivos como halagos, felicitaciones y gratificaciones posteriores.

Los padres se condicionan mediante reforzamiento negativo a servirlos por evitar el desagrado que resultan sus gritos o molestias, y el niño se condiciona mediante reforzamiento positivo a ser servido y a satisfacer sus necesidades inmediatamente. Pero no nos confundamos mi estimado lector, su hijo no es malo, perverso ni tiene problemas psicológicos, simplemente – y este simplemente siempre hace arquear las cejas a los padres – se ha acostumbrado a lo que todo niño o adulto puede acostumbrarse naturalmente, a que sus caprichos y voluntades se cumplan, entonces cuando este niño encuentra alguna resistencia social a sus caprichos, estalla en mal genio.

Lo que se debe hacer en estos casos –y aquí sí, las cejas arqueadas de los padres vuelven a su posición – es tener paciencia y cumplir con las técnicas de modificación de conductas que para estos casos dan buenos resultados, ser constante en su aplicación y hacer un control del ambiente en que se mueve el pequeño Rey en casa y aplicar las técnicas de generalización en clase. Parece simple, es que realmente lo es si se decide a hacerlo, lo que no es simple es identificar cual es el elemento que hace saltar la chispa de la conducta caprichosa del pequeño monarca, ya que esta puede ser una mirada, un gesto o cualquier estimulo que el monarca en cuestión haya adquirido como estimulo reforzante a sus caprichos.

Otra cosa que no es fácil y con la cual se debe trabajar es la constancia del tratamiento en casa, por eso siempre se empieza con alguna conducta del niño que sea fácil de cambiar para que los padres tomen confianza en que están teniendo éxito en el cambio.

Algunas acciones que los padres deben hacer es quitarles el reforzamiento que en el pequeño mantiene la conducta de las pataletas,  quitarle significa no exponerlo a ese estimulo ni reforzarlo más, por ejemplo, si el niño llora por algo que la madre debe comprarle, el llorar se ve reforzado por la compra de ese algo que quiere el niño. Lo que se debe hacer es no comprarle lo que pide, hasta que cambie la forma de pedirlo – hablando o señalando  el objeto – de esta forma cambiaremos la conducta dependiente del objeto por conductas más  adecuadas que el llorar o gritar.

Paralelamente a esto se le debe de reforzar, con felicitaciones, besos, caricias a cualquier conducta que no sea la de llorar o gritar cuando pide algo, los niños siempre quieren la aprobación y las caricias de los padres, esto de por si es reforzante para ellos.

También se puede ignorar sus peticiones hasta que estas se acaben o el niño se canse de llorar.  Enseñándole otras formas más adecuadas de pedir lo que desea, pero esta enseñanza no se debe de brindar cuando el niño está llorando o haciendo su pataleta, se le enseña después que haya acabado. Así sabrá el pequeño monarca que no conseguirá nada llorando y si conseguirá mucho pidiendo las cosas de manera adecuada.

Siempre digo a los padres que no castiguen a los niños, salvo excepciones muy especiales, y que hasta para castigar necesitan de ayuda de un profesional, debido a que el castigo es una práctica negativa al corto y largo plazo.

Amen a sus hijos, bésenlos, acarícienlos, denle buen ejemplo, enséñenle a pedir lo que necesitan  y dénselos, derroten a ese pequeño Rey que lleva dentro, que le traerá problemas posteriores por qué no podrá gobernar este mundo.

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