Desde
la neurología el sueño es una actividad cerebral, se detecta mediante el
electroencefalograma, es lo contrario al estado de vigilia y su origen aun se
desconoce. ¿Qué es? ¿Por qué se produce y de la forma que lo hace? Son preguntas que las futuras investigaciones
tendrán que responder además de decirnos el porqué son accesibles solo a las
personas que los tienen, sin embargo el misterio que los sueños conllevan han
producido creencias en muchas personas en el sentido de que son premonitorios o
vaticinan algún hecho, cosa que de ninguna manera ha sido probada.
Para el
análisis de conducta los sueños son
eventos privados al mismo nivel que el pensamiento, la imaginación o el
recuerdo, no se necesita saber su origen (ese trabajo le corresponde a los neurólogos,
por ahora) para saber que responden a los mismos principios que rigen las
relaciones entre la persona y su entorno. Bajo este enfoque, los sueños no causan ni
explican la conducta, ni son premonitorios de nada, pueden ser considerados
como estímulos antecedentes juntos con los pensamientos que hablan de ese sueño,
para que haya una conducta relacionada que después será reforzada. Pondremos un
ejemplo para que se entienda mejor. Ante el hecho “ayer soñé con un amigo que está
lejos, voy a llamarlo” muchos podrían pensar que este sueño bastaría para coger
el teléfono y hacer una llamada a ese amigo que está en otra región. Sin
embargo el sueño puede ser un antecedente para pensamientos del tipo ¿Cómo estará
mi amigo? ¿Estará bien de salud? Lo que animaría a la persona a levantar el
auricular y llamar a ese amigo que tanto se extraña. Pero dependerá de la contestación
del amigo (no de un próximo sueño) para
que se repita mi preocupación y mi llamada a él, en términos de amabilidad, que
su contestación denote alegría, que agradezca la llamadas que le hacemos, etc.,
si esto ocurre así es más probable que la próxima vez que soñemos con nuestro
amigo, lo llamemos y no se deberá a que soñamos con él.