miércoles, 1 de mayo de 2013

Odiar

Dicen que el odio mata, te envenena el alma, no te deja vivir en paz, que cuando odias es como tener una enfermedad que te carcome las entrañas y mil cosas más. Estas expresiones verbales son reforzadas por la comunidad cuando te aconsejan que olvides algún daño que te han hecho y no odies. Pretendemos deshacernos de un sentimiento mediante palabras que suenen bien, pero no se puede reprimir emociones que están con nosotros hace ya centenares de miles de años, la verdad es que no es tan fácil como parece, ni tan cierto como dicen. He aprendido que la mayoría de las personas por lo general no hacen lo que dicen ni dicen lo que hacen. No es fácil perdonar, menos olvidar, creo que el ser humano no está hecho para perdonar, perdonar significa olvidar, y esto no ocurre, creemos que perdonamos cuando no hacemos nada en contra de esa persona que nos hizo mal, o perdonamos solo de palabras, pero nunca más volvemos a confiar en esa persona o simplemente nos conformamos con no verla nunca más, aunque la animadversión aun este allí. Eso no es perdonar.
Si una persona odia es por una causa, la validez moral de esa causa queda solo en aquel que odia, solo él puede dar el valor a su odio, nadie más. Y el odio muere con él, o con la persona odiada. Nadie – o muy pocos - odia a un muerto, aunque se puede odiar el recuerdo, la muerte es aquella maleta que se lleva dentro algunos sentimientos como el odio o el amor, y solo nos deja vacios que tenemos que llenar mediante el llanto o el recuerdo.
No Existe odio profundo, solo existe odio, y este puede ser dirigido a personas, cosas o acontecimientos, no siempre es destructivo, tiene su valor contracultural y anárquico, pero a la vez es constructivo  e impulsivo para muchas personas. ¿Odiaría Ud. a aquel que le arrebato la casa y lo dejo en la calle? ¿Al que hizo un daño irreparable a su familia? ¿al racismo? No al racista ¿Odiaría  Ud. la pobreza física y espiritual? ¿Al que mato a su hija después de una noche de copas? ¿Al que quiere reiteradamente destruirlo? Siendo el odio un sentimiento, emblema subjetivo de la emoción, puede estar camuflado bajo alguna conducta o un gesto, no siempre es objetivo ni comprobable, es decir, se puede odiar a una persona y esta no puede darse cuenta de ese odio si está bien escondido y guardado. Generalmente hacemos esto, guardamos la explosión emocional para cuando se pueda dejar explotar, en esto consiste precisamente los trastornos emocionales, la expresión de las emociones en contextos inadecuados y también de origen inadecuados, es decir, es distinto odiar a alguien que le hizo un daño irreparable, y odiar a una persona por que es diferente a nuestro color de piel. El primer odioso queda justificado, es la reacción emocional normal que tiene una persona ante el daño infringido por otro y que lo llevo a un gran sufrimiento. Es normal odiar a alguien que le ha hecho daño. Sería curioso y de una importancia  clínica, escuchar a una víctima que perdona  a su victimario, no digo que no se pueda dar, en las contradicciones humanas esta su particularidad y confusión, pero digo que no es la norma, y lo contrario no es anormal ni enfermo.
El segundo odioso sin embargo no queda justificado y esto más que normal sería enfermizo. Odiar a una persona por ser diferente a nosotros cae en el racismo y discriminación, odiar a alguien que no nos ha hecho ningún daño y solo por su presencia, es ser un fanático y no tiene justificación.
El psicólogo Daniel Coleman pone al odio como una emoción destructiva, yo creo que hay odios que pueden ser constructivos si están originados a combatir los anti valores sociales como la pobreza, la mentira y el engaño. ¿Quién no odia la corrupción? ¿Quién no odia al narcotráfico? ¿A la mentira? ¿A la traición? Hay odios que empujan a las personas a ser mejores y evitar la decadencia de la civilización actual. Desde la literatura, Prometeo encadenado odio a los dioses, Nietzsche odiaba la compasión inútil y nihilista del hombre débil, el hombre desde el existencialismo odia la responsabilidad que lo lleva a la angustia. Hay odios que rompen cadenas, pero también que gastan vitalidad y tranquilidad. Humanos al fin, tenemos que tomar como humano y normal ese sentimiento.  

FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...