miércoles, 30 de mayo de 2012

0RTEGA Y GASSET- CUERPO Y ALMA EN LA MUJER


Transcribo un pequeño pasaje del curso “El hombre y la gente” que José Ortega y Gasset dicto en  Buenos Aires de 1949 a 1950 pasaje referida a la mujer: “La relativa hiperestesia de las sensaciones organicas de la mujer trae consigo que su cuerpo exista para ella más que para el hombre el suyo. Los varones normalmente olvidamos a nuestro hermano cuerpo, no sentimos que lo tenemos si no es la hora frígida o tórrida del extremo dolor o el extremo placer. Entre nuestro yo puramente psíquico y el mundo exterior no parece interponerse nada. En la mujer por el contrario, es solicitada constantemente la atención por la vivacidad  de sus sensaciones intracorporales: siente a todas horas su cuerpo como interpuesto entre el mundo y su yo , lo lleva siempre delante de si, a la vez como escudo que defiende y rehén  vulnerable . Las consecuencias son claras: toda la vida psíquica de la mujer esta mas  fundida con su cuerpo que en el hombre; es decir, su alma es mas corporal, pero, viceversa, su cuerpo convive mas  constantemente y estrechamente con su espíritu, es decir su cuerpo está mas transido de alma. Ofrece, en efecto, la persona femenina un grado de penetración  entre el cuerpo y el espíritu mucho más elevado que la varonil. En el hombre comparativamente suelen ir cada uno por su lado; cuerpo y alma saben poco uno de otro y no son solidarios, más bien actúan como irreconciliables enemigos. En esta observación creo que puede hallarse la causa de ese hecho eterno y enigmático que cruza  la historia humana de punta a punta y de que no se ha dado más que explicaciones estúpidas o superficiales. Me refiero a la inmortal propensión de la mujer al adorno y al ornato y al ornato de su cuerpo. Vista a la luz de la idea que expongo, nada más natural,  y a la par, inevitable. Su nativa contextura fisiológica impone a la mujer el hábito de fijarse, de atender a su cuerpo, que vienen  a ser el objeto más próximo en la perspectiva de su mundo. Y como la cultura no es más sino la ocupación reflexiva sobre aquello a que nuestra atención va con preferencia, la mujer ha creado la egregia cultura del cuerpo, que históricamente empezó por el adorno, siguió por el aseo y ha concluido con la cortesía, genial invento femenino que es, en resolución, la fina cultura del gesto”.
El resultado de esta atención, constante  que la mujer presta a su cuerpo es que este nos aparece desde luego como impregnada, como lleno todo él de alma. En este caso se funda  la impresión de debilidad que su presencia suscita en nosotros. Porque en contraste con la solida y firme apariencia del cuerpo, el alma es algo trémulo, el alma es algo débil. La atracción erótica que en el varón produce no es, como siempre nos han dicho los ascetas ciegos para estos asuntos, suscitadas por el cuerpo femenino en cuanto cuerpo, sino que deseamos a la mujer por que el cuerpo de ella es un alma.

Excelente¡¡¡¡¡

FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...