En
las diferentes edades de la historia desde la edad antigua hasta la edad
contemporánea, entre la primera comunión y el servicio militar para los chicos,
y el matrimonio para las chicas, siempre se ha considerado a una etapa llamada
“critica” la adolescencia. Buffon decía que la pubertad acompañaba a la
adolescencia, Rousseau oculto a la adolescencia bajo la crisis de la pubertad y
dedico todo el capítulo IV de su obra “Emilio” en ver la forma de calmarla y
controlarla. El mismo Tolstoi en la literatura del siglo XIX en su obra “infancia
y adolescencia” dice saber que en esa etapa del desarrollo el chico es más
propenso a cometer crímenes e incendio y admite que el mismo ha tenido esas
ideas sin culpa y ha tenido curiosidad solo por el hecho de hacerla.
Pero
ya en la edad moderna el peligro de la adolescencia se circunscribe a dos
puntos: la rebeldía y a la práctica
sexual. La sociedad se ve amenazada por la conducta sin control ni
responsabilidad del adolescente, que ve por todos los medios poder controlar
mediante el castigo el rechazo y la soledad, en el mejor de los casos con
instituciones de internado, cortes de justicia especiales, colegios y programas
de educación orientadas al control y sociabilización del adolescente, también a
protegerlo de la consecuencia de la actividad sexual descontrolada que de paso
a la masturbación y la reproducción no deseada, a la violación, incluso al sadismo
con animales y con chicas indefensas. Michael Foucault observa que los médicos –los observadores
del cuerpo- tienen algo de culpa en la obsesión
que se desarrolló en esa época de cuidarlos del sexo y sus consecuencias, la
homosexualidad latente, así como la masturbación eran culpa de los internados,
la homosexualidad dejo de ser delito, pero se convirtió en una enfermedad
mental como trastorno de la sexualidad.
La
medicina hace tratados, manuales sobre cómo tratarlos, medicamentos y brebajes,
la sociedad lo ve como amenaza es considerado un narcisista y vago nato,
impulsivo comparado en ocasiones con la impulsividad de los epilépticos.
Intentos
de trasladar la educación de la escuela a la casa bajo la atenta mirada del
padre y la madre tuvieron adeptos principalmente en Inglaterra que bajo una institutriz
se le daba los conocimientos que exigía la educación de clase media hacia
arriba. De la claustraciòn domiciliaria para controlar al adolescente “en
crisis” se pasó a los internados que no gozaban de buena reputación entre los
estudiantes que lo sentían asfixiantes y aburridos, pero era uno de los modos que se tenía en esa época
para separar a los hijos de lo mundano y vulgar de la relación con los otros.
Se
culpaba a los internados del inicio y desarrollo de la masturbación y de la
homosexualidad activa y latente, el onanismo solitario era la regla, el placer
mutuo la excepción. La clase media culpa a los internados de la disminución viril
de la época, de la feminización de la juventud, de la cobardía ante la Revoluciona
francesa y hasta de la despoblación de Francia.
El
cariño que se prodigaba al niño se alejaba del adolescente siempre visto como
un rebelde sin causa, si por acciones familiares el adolescente se componía se ponía
a trabajar y aportaba dinero a la casa desde los 15 años, ya en sus 18 podía
independizarse pagar pensión o aportar un porcentaje de sus ingresos a la casa.
Desde una visión transversal el concepto del adolescente no ha variado mucho en
nuestra época, si bien es cierto se hace esfuerzo por mejorar las condiciones educativas
desde el Estado hasta la convivencia familiar con leyes que lo protegen, la
adolescencia aun es vista como una etapa crítica de transición y que merece
verse desde el punto de vista psicológico, comprenderla, conocerla y
acompañarla en su crecimiento hacia la adultez.