miércoles, 4 de julio de 2012

EL SILENCIO


Cuando en la antigua Grecia, había una reunión y en un momento dado había un lapso de silencio, alguien exclamaba ¡¡Ha entrado Hermes!!! Y es que ese dios representaba el secreto de lo oculto, lo escondido, adorado por los grupos herméticos (de allí el nombre) que practicaban y creían haber encontrado el secreto de la alquimia, la práctica de convertir en oro los metales, grupos cerrados que no dejaban entrar ni compartían sus secretos, cuando alguien quería conocer las actividades que practicaban guardan un silencio absoluto, ya que el silencio es  un vacio de existencia, siempre espera la palabra que la llena. Nietzsche decía que el silencio y el traje negro hacia más atractiva a la mujer, y Jesús lo uso, ante la pregunta de Pilatos ¿Qué es la verdad?.

El silencio es la ausencia de sonido, por eso hay silencios que dan miedo, el de la noche oscura en un lugar solitario, pero también hay silencios que dan seguridad, como de aquel que se calla y se guarda cosas dentro para no herir al otro, o no herirse a él mismo.  Hay silencios que sirven para conocerse, lo usan los monjes tibetanos para sus reflexiones y su ascetismo, para su conexión con lo espiritual, y es  que dicen que el silencio del alma eleva y te transporta a lugares desconocidos. Aunque hay silencios del misántropo, aquel que no quiere conectarse con otro ser humano, por miedo a la mentira o a la verdad.

El silencio psicoterapéutico sirve para dar una pausa al paciente y rebobine sus recuerdos, sirve también como respeto al no querer hablar, aunque con la mirada te lo diga todo, al menos, temas para la interpretación. Hay oídos en el silencio aunque sean para escuchar tu soledad. Hay silencios que matan el amor, como de aquel que dice “te amo” y no recibe respuesta.

Hay silencios hamletianos, del que duda que sabe y se salva del ridículo, y el silencio vallejano con mano en el mentón, esperando que lo lean y lo entiendan o lo interpreten que es lo más difícil. ¿Y Arguedas, no hizo gritar el silencio reprimido del indio en sus novelas?.

Hay también el silencio ante la muerte incontenible, silencio eterno que nos espera, y se nos ha llevado también lo más querido, de que sirve gritar sino es solo para desfogar la impotencia, porque al final no sabemos nada, solo está el silencio de la nada, esa nada sartreriana que es complemento del Ser. ¿Pero se puede ser complemento teniendo características nihilistas? de la nada sale el silencio, aunque el mismo silencio es la nada presente. Hay silencios del mutismo, selectivo y global, por accidente o enfermedad que no tiene que decir y no puede decir que tiene.

A mí, me gusta el silencio en general, ese que me hace provocar escribir, pero no me gusta el silencio del cobarde, del convenido, ni del cínico, tampoco el silencio de Dios ante tanta atrocidad de su dizque creación.


FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...