La
onicofagia, nombre técnico para la conducta de morderse las uñas, es una
conducta desagradable socialmente, se ve antiestético, perjudica las uñas de
los dedos, puede ser que por la capacidad de mordedura y de tolerancia se coman
hasta la piel de los dedos, además es antihigiénico ya que trae enfermedades,
porque el niño o adulto, que se come las uñas, generalmente no se las lava
antes. Aparte de lo antes mencionado, con lo cual se puede estar de acuerdo o
no, la conducta de morderse las uñas, es una conducta que por lo general es
aprendida, imitada de alguien que también presenta esa conducta y que el niño adquirió
, aprendió y sintió como algo que produce sensaciones placenteras.
Incluso
esta conducta puede ir más allá y convertirse en una operante para otras
conductas como la atención de los padres por ejemplo. La frecuencia y la
intensidad en que puede llegar el comerse las uñas, puede ser desagradable para
las personas que rodean al niño, sin embargo socialmente, y mas allá de la estética
corporal, y exceptuando lo dicho en el primer párrafo, no hay nada de positivo
o negativo en comerse las uñas.
Sabemos
que una conducta no es positiva ni negativa, buena o mala per-se, si no en la
medida de sus consecuencias, en este sentido si el comerse las uñas trae
consecuencias negativas como llamadas de atención del colegio, criticas de
amistades o amigos y esto realmente es un problema, los padres pueden propiciar
el cambio de la conducta en sus hijos. Si partimos del principio que la
conducta de comerse las uñas es aprendida, podemos entonces orientar nuestros
esfuerzos en tratar de que el niño desaprenda dicha conducta.
¿Cómo
podemos hacer que el niño desaprenda la onicofagia, o en buen romance que deje
de comerse las uñas? Podemos empezar por
realizar un cuadro que nos indique cuantas veces al día o por horas el niño se
come las uñas, este cuadro nos servirá como una medición inicial objetiva de
cuanto ha avanzado el niño en el tratamiento. Una vez que hemos iniciado la marcación
del cuadro, debemos de analizar en qué momento se presenta la conducta y que
sucede en el ambiente cuando el niño se come las uñas. También debemos tener en
cuenta la intensidad de la conducta de
morderse y la duración.
Si
el comerse las uñas, para el niño es gratificante o relajante en cierto
sentido, debemos de enseñarle otras formas de gratificación que sustituya el comerse las uñas, tenga en
cuenta que se debe reforzar la nueva conducta enseñada e ignorar la presencia o
aparición de la conducta de comerse las uñas, la cual queremos eliminarla. Para
eso, es efectivo ignorar dicha conducta, pueda ser que el niño muerda sus uñas
como una forma de llamar la atención, si es así, retire su atención a esa conducta. Y vuelva su
atención al niño cuando este deje de morderse. Esta vuelta de atención servirá de
reforzamiento para la instauración de la
nueva conducta. Hay que tener en cuenta que los niños cuando le quitan la atención
a una de sus conductas que precisamente sirve para llamar la atención, se
enojan e insisten en hacer esa conducta muchísimas más veces, creyendo así que
lograran de nuevo la atención de sus padres. Por eso los picos altos de
conductas negativas cuando se aplica la técnica de la extinción. Sin embargo
esos picos bajan a niveles importantes debido a que el niño sabe que no obtendrá
la atención de los padres comiéndose las uñas.
Por
eso es importante que los padres tengan la paciencia debida cuando apliquen la extinción.
Decaer en ese intento desbarata el tratamiento en su conjunto y la conducta
puede afianzarse más aun en el
aprendizaje del niño.
Si
el morderse las uñas, para el niño es como un tranquilizante para su ansiedad,
se procede igual, además de enseñarle otras formas de relajación que lo ayude a calmar la ansiedad.