Padres
temperamentales, descuidados, impulsivos, desatentos y características
similares pueden servir como modelos a
sus hijos para desarrollar conductas desafiantes y negativistas, y no solo como modelos si no, la misma forma
inconsistente de los padres de establecer normas de conductas duraderas evitan reforzar positivamente a los hijos en
conductas adecuadas, esa inconsistencia hace que los padres cedan ante la
presión y la demanda de sus hijos, estos aprenderán a que si insisten con sus
demandas y desafíos, saldrán ganando y obtendrán lo que quieren.
Los
padres cuando son inconsistentes con sus
normas de conductas, pretenden obtener en ciertas ocasiones que el adolescente
o el niño haga lo que se le pide, y si pone algo de presión el resultado puede
ser inmediato, se refuerzan negativamente de esa manera ya que si gritan o se alteran obtendrán la conducta que
quieren. El trato que tengan entre los padres es importante o de los padres a
otros miembros de la familia otros, hijos, abuelos, tios etc, esto servirá como
modelo de comportamiento para el hijo.
La
depresión de uno de los padres, la conducta antisocial de uno de ellos, conductas
antisociales y agresivas de los padres pueden disponer modelos a seguir en el
niño para manifestar conductas desafiantes a los profesores.
Por
último la genética puede jugar un rol importante, los padres pueden tener
cierta disposición genética para manifestar conductas negativistas y crear un
ambiente conflictivo, los niños pueden heredar esa genética y realizar las
mismas conductas, el conflicto en estos casos aparece por los parecidos
genéticos más que por variables ambientales o conducta directa de los padres. En estos casos una
intervención a tiempo puede modificar en parte el comportamiento derivado de lo
genético en medida tal que pueda proporcionarle al niño una mejora en las relaciones sociales,
control de impulsos y dominio de sí mismo.