jueves, 31 de diciembre de 2020

Los trastornos mentales como problema de salud publica

 

Los trastornos psicológicos o de salud mental son un problema de salud pública, no solo en el Perú sino a nivel mundial. Los problemas psicosociales como la violencia social familiar y contra la mujer, así como los trastornos de conducta,  alcoholismo, consumo de drogas y los trastornos mentales son causas de sufrimiento en la población, deterioran la calidad de vida de las personas afectando su desarrollo económico, social y personal. Algunos grupos sociables son más vulnerables que otros por asuntos demográficos, socioculturales, económicos raciales, pero ninguno de ellos, ninguno, son inmunes a estos asuntos.

Las personas mentalmente saludables son personas felices, con bienestar, que contribuyen al desarrollo social de su comunidad, región o país, son personas estables equilibradas y sanas, en cambios las personas con problemas de salud mental sufren y son causa de atraso, deterioro e infelicidad. La salud mental es un componente importante de la salud integral de un país y demuestra el grado de desarrollo económico y social de un pueblo.

La importancia que un Estado le da a la salud mental de su población define el interés que ponen los lideres sobre su pueblo, eso se manifiesta en políticas públicas que atienden a la población sobre los trastornos psicológicos y por otra parte, orientadas a la prevención para disminuir la aparición de estos problemas que tanto inciden en la salud pública.

Varias investigaciones coinciden en que existe una relación directa entre los problemas de salud mental como depresión, problemas de conducta,  enfermedades cardiovasculares , pulmonares y de transmisión sexual con  condiciones psicosociales como la violencia, el alcoholismo, violencia contra la mujer y niños, y con las condiciones sociales que la promueven  como la pobreza, las guerras,  la discriminación y desplazamientos o exilios.

La carga de la enfermedad mental.

A nivel mundial la morbilidad y mortalidad de la salud mental está bien monitoreada, en estas se ven la calidad y esperanza de vida de las personas, la cuestión es que en los países en desarrollo se equipara la esperanza de vida con los países desarrollados, lo que  es ilógico debido al desarrollo económico de esos países y el concepto de felicidad que implica vivir más en uno u otra región, en todo caso se sabe que a nivel mundial en el año 2018, la carga de los problemas de salud mental llega al 8.1%,  si en el 2018 éramos 7,500 millones de habitantes aproximadamente, esa cifra equivale a cerca de 800 millones de personas con problemas de salud mental a nivel mundial, en ella, la que más predomina es la depresión, la epilepsia, drogadicción, Alzheimer, psicosis, alcoholismo, de esos 8.1%, la depresión y la ansiedad son el 3.4% .

La carga de la enfermedad mental en el Perú es muy larga y pesada repasemos algunos datos dado por el ministerio de Salud en cuanto a los problemas de salud mental en el 2018. En el Perú hay cerca de 295 mil personas con discapacidad cognitiva,  emocionales y de conducta que están imposibilitadas de relacionarse con otras personas por si solas. La depresión es la mayor carga de enfermedad mental en el Perú. En poblaciones de 15 a 44 años el alcoholismo es uno de los principales problemas,  le siguen las demencias, la esquizofrenia  la drogadicción y la violencia cotidiana. Cada año el 20% de la población mayor de 12 años padece algún tipo de trastorno mental, la relación entre trastorno mental y pobreza se da en las zonas en donde se ven estos problemas antes nombrados Ayacucho, Puerto Maldonado, Iquitos, Tumbes, Puno, y Pucallpa. Los estudios realizados en las zonas rurales del país encontraron que esta prevalencia es de 10,4%, siendo mayor en la zona rural de la región Lima. En la población mayor de 12 años, los trastornos más frecuentes son los episodios depresivos, con una prevalencia anual que varía del 4% en Lima rural y 8,8% en Iquitos; y, se estima un promedio nacional de 7,6%.

Entre los problemas psicosociales, la violencia familiar contra las mujeres alcanza cifras preocupantes. A nivel nacional, según ENDES, la prevalencia de violencia familiar contra las mujeres, ejercida alguna vez por el esposo o compañero, es de 65,4%, siendo mayor en las regiones de Cuzco (79,4%), Apurímac (78,0%) y Puno (74,7%). Las prevalencias por tipo de violencia son: Psicológica: 61.5%, física: 30,6% y sexual: 6,5%. La prevalencia anual de la violencia física y/o sexual ejercida por el esposo o compañero es de 10,6%, siendo más frecuente entre las mujeres de 20 a 24 años (15,4%).

El maltrato infantil familiar se encuentra en el 26,4% de las familias (ENARES, 2015). La violación sexual afecta principalmente a niñas y adolescentes, siendo 1 de cada 3 víctimas menores de 14 años; y el umbral de riesgo de violación está entre los 10 y los 13 años. Asimismo, 14 de cada 100 adolescentes de 15 a 19 años quedan embarazadas. En adolescentes menores de 18 años se registra el 8% del total de partos.

La conducta suicida se manifiesta como autolesión, conducta suicida no determinada, intento de suicido y suicidio. La prevalencia de vida del intento suicida es mayor en la zona urbana, sobre todo en Pucallpa (5,4%), ciudad que, conjuntamente con Puerto Maldonado (4,5%) y Ayacucho (5,2%), alcanza las cifras más altas (INSM 2002 - 2012). Cabe señalar que, aproximadamente, 4 de cada 10 muertes por suicidio no se registran. Otra forma de expresión de la violencia y discriminación es la sufrida por las comunidades de personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexo y otros (LGTBI). En el Perú, el 62,7% de esta población asegura haber sufrido algún tipo de violencia y discriminación, principalmente en espacios públicos (65,6%) y en el ámbito educativo (57,6%). En cuanto a los agresores, el 55,8% son compañeras/os de escuela y padres de compañeras/os, seguido por líderes religiosos (42,7%).  En los años comprendidos entre el 2015 al 2019 llegaron al Perú cerca de un millón de venezolanos con el éxodo más grande que se ha conocido en América, esta gente que llega en busca de un futuro y huyendo de la dictadura de su país vienen con sus propios problemas a un país como el nuestro que ya tiene copados y en escases los servicios de salud y educación, se sabe que las personas desplazadas y los refugiados presentan elevadas tasas de depresión, ansiedad y trastornos post estrés  y otras forma de sufrimientos físico y mental.

Todos estos datos estadísticos se dan en el Perú, es cierto que las estadísticas son frías, pero no tienen ideologías ni partidos políticos y cualquier tendencia política debe saber que las tasas más altas de problemas de salud mental se asocian con desventajas sociales, especialmente con bajos ingresos, servicios de salud y educación insuficientes, desempleo, subempleo y precarias condiciones ocupacionales. El Estado, los líderes y políticos deben saber que estos factores psicosociales que sirven como base para el desarrollo de problemas de salud mental pueden ser revertidos con políticas dirigidas a su disminución o desaparición. El Estado debe priorizar los servicios de salud y educación a la población para que estas cifras disminuyan, a veces no se necesita grandes inversiones sino utilizar la infraestructura y el personal que ya tenemos para brindar un buen servicio a la población con problemas de salud mental.

El Estado ha dado un buen paso, al promulgar una ley que abre centros de salud mental comunitaria en varios distritos y provincias de nuestro país, así como una ley contra la violencia familiar y contra la mujer que une esfuerzos de varios organismos del Estado, sin embargo la atención aplicada al nivel básico de centro de salud también es importante, por ejemplo, políticas orientadas a la vacunación para la erradicación de algunas enfermedades perinatales, el control de plomo en el medio ambiente puede disminuir los casos de problemas cognitivos en  personas y especialmente niños que aspiran un aire con plomo. Se deberían hacer estudios serios que analicen la tendencia a la farmacología solo en casos que lo necesiten, fomentando la intervención psicológica, menos fármacos y más apoyo social. El desarrollo económico de un país mejora el estado de la salud mental de su población, oportunidades de desarrollo y de trabajo aumentan la autoestima de un pueblo, desarrolla su autonomía y su bienestar. Fomentar la asistencia en los hospitales psiquiátricos a enfermos crónicos, mejorar la enseñanza de las ciencias sobre los mitos y creencias y capacitar al personal de salud mental de forma constante para que brinde una buena atención a la población.

Capacitar al docente y al psicólogo educativo para intervención al bullyng en las escuelas aumentará la autoestima de los estudiantes y su autonomía, una buena alimentación gracias al desarrollo económico disminuirá la desnutrición en los niños, una buena coordinación entre los organismos del Estado para intervenir de manera rápida y eficiente en la violencia familiar, disminuirá el feminicidio, atención en salud gratuita y eficiente disminuirá los problemas mentales post parto y así por el estilo, aplicando políticas sociales eficientes en educación salud y seguridad, disminuirá los porcentajes de trastornos en la población. Las autoridades tienen la palabra.

FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...