Los
trastornos psicológicos o de salud mental son un problema de salud pública, no
solo en el Perú sino a nivel mundial. Los problemas psicosociales como la
violencia social familiar y contra la mujer, así como los trastornos de
conducta, alcoholismo, consumo de drogas
y los trastornos mentales son causas de sufrimiento en la población, deterioran
la calidad de vida de las personas afectando su desarrollo económico, social y
personal. Algunos grupos sociables son más vulnerables que otros por asuntos
demográficos, socioculturales, económicos raciales, pero ninguno de ellos,
ninguno, son inmunes a estos asuntos.
Las
personas mentalmente saludables son personas felices, con bienestar, que
contribuyen al desarrollo social de su comunidad, región o país, son personas
estables equilibradas y sanas, en cambios las personas con problemas de salud
mental sufren y son causa de atraso, deterioro e infelicidad. La salud mental
es un componente importante de la salud integral de un país y demuestra el
grado de desarrollo económico y social de un pueblo.
La
importancia que un Estado le da a la salud mental de su población define el
interés que ponen los lideres sobre su pueblo, eso se manifiesta en políticas
públicas que atienden a la población sobre los trastornos psicológicos y por
otra parte, orientadas a la prevención para disminuir la aparición de estos
problemas que tanto inciden en la salud pública.
Varias
investigaciones coinciden en que existe una relación directa entre los
problemas de salud mental como depresión, problemas de conducta, enfermedades cardiovasculares , pulmonares y
de transmisión sexual con condiciones
psicosociales como la violencia, el alcoholismo, violencia contra la mujer y
niños, y con las condiciones sociales que la promueven como la pobreza, las guerras, la discriminación y desplazamientos o
exilios.
La carga de la enfermedad mental.
A
nivel mundial la morbilidad y mortalidad de la salud mental está bien
monitoreada, en estas se ven la calidad y esperanza de vida de las personas, la
cuestión es que en los países en desarrollo se equipara la esperanza de vida
con los países desarrollados, lo que es
ilógico debido al desarrollo económico de esos países y el concepto de
felicidad que implica vivir más en uno u otra región, en todo caso se sabe que
a nivel mundial en el año 2018, la carga de los problemas de salud mental llega
al 8.1%, si en el 2018 éramos 7,500
millones de habitantes aproximadamente, esa cifra equivale a cerca de 800
millones de personas con problemas de salud mental a nivel mundial, en ella, la
que más predomina es la depresión, la epilepsia, drogadicción, Alzheimer,
psicosis, alcoholismo, de esos 8.1%, la depresión y la ansiedad son el 3.4% .
La
carga de la enfermedad mental en el Perú es muy larga y pesada repasemos
algunos datos dado por el ministerio de Salud en cuanto a los problemas de
salud mental en el 2018. En el Perú hay cerca de 295 mil personas con
discapacidad cognitiva, emocionales y de
conducta que están imposibilitadas de relacionarse con otras personas por si
solas. La depresión es la mayor carga de enfermedad mental en el Perú. En
poblaciones de 15 a 44 años el alcoholismo es uno de los principales problemas,
le siguen las demencias, la
esquizofrenia la drogadicción y la
violencia cotidiana. Cada año el 20% de la población mayor de 12 años padece
algún tipo de trastorno mental, la relación entre trastorno mental y pobreza se
da en las zonas en donde se ven estos problemas antes nombrados Ayacucho,
Puerto Maldonado, Iquitos, Tumbes, Puno, y Pucallpa. Los estudios realizados en las zonas rurales del país
encontraron que esta prevalencia es de 10,4%, siendo mayor en la zona rural de
la región Lima. En la población mayor de 12 años, los trastornos más frecuentes
son los episodios depresivos, con una prevalencia anual que varía del 4% en
Lima rural y 8,8% en Iquitos; y, se estima un promedio nacional de 7,6%.
Entre los problemas psicosociales, la violencia
familiar contra las mujeres alcanza cifras preocupantes. A nivel nacional,
según ENDES, la prevalencia de violencia familiar contra las mujeres, ejercida
alguna vez por el esposo o compañero, es de 65,4%, siendo mayor en las regiones
de Cuzco (79,4%), Apurímac (78,0%) y Puno (74,7%). Las prevalencias por tipo de
violencia son: Psicológica: 61.5%, física: 30,6% y sexual: 6,5%. La prevalencia
anual de la violencia física y/o sexual ejercida por el esposo o compañero es
de 10,6%, siendo más frecuente entre las mujeres de 20 a 24 años (15,4%).
El maltrato infantil familiar se encuentra en el 26,4%
de las familias (ENARES, 2015). La violación sexual afecta principalmente a
niñas y adolescentes, siendo 1 de cada 3 víctimas menores de 14 años; y el
umbral de riesgo de violación está entre los 10 y los 13 años. Asimismo, 14 de
cada 100 adolescentes de 15 a 19 años quedan embarazadas. En adolescentes
menores de 18 años se registra el 8% del total de partos.
La conducta suicida se manifiesta como autolesión,
conducta suicida no determinada, intento de suicido y suicidio. La prevalencia
de vida del intento suicida es mayor en la zona urbana, sobre todo en Pucallpa
(5,4%), ciudad que, conjuntamente con Puerto Maldonado (4,5%) y Ayacucho
(5,2%), alcanza las cifras más altas (INSM 2002 - 2012). Cabe señalar que,
aproximadamente, 4 de cada 10 muertes por suicidio no se registran. Otra forma
de expresión de la violencia y discriminación es la sufrida por las comunidades
de personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexo y otros
(LGTBI). En el Perú, el 62,7% de esta población asegura haber sufrido algún
tipo de violencia y discriminación, principalmente en espacios públicos (65,6%)
y en el ámbito educativo (57,6%). En cuanto a los agresores, el 55,8% son
compañeras/os de escuela y padres de compañeras/os, seguido por líderes religiosos
(42,7%). En los años comprendidos entre
el 2015 al 2019 llegaron al Perú cerca de un millón de venezolanos con el éxodo
más grande que se ha conocido en América, esta gente que llega en busca de un
futuro y huyendo de la dictadura de su país vienen con sus propios problemas a un
país como el nuestro que ya tiene copados y en escases los servicios de salud y
educación, se sabe que las personas desplazadas y los refugiados presentan
elevadas tasas de depresión, ansiedad y trastornos post estrés y otras forma de sufrimientos físico y mental.
Todos estos datos estadísticos se dan en el Perú, es
cierto que las estadísticas son frías, pero no tienen ideologías ni partidos
políticos y cualquier tendencia política debe saber que las tasas más altas de
problemas de salud mental se asocian con desventajas sociales, especialmente
con bajos ingresos, servicios de salud y educación insuficientes, desempleo,
subempleo y precarias condiciones ocupacionales. El Estado, los líderes y
políticos deben saber que estos factores psicosociales que sirven como base
para el desarrollo de problemas de salud mental pueden ser revertidos con
políticas dirigidas a su disminución o desaparición. El Estado debe priorizar
los servicios de salud y educación a la población para que estas cifras
disminuyan, a veces no se necesita grandes inversiones sino utilizar la
infraestructura y el personal que ya tenemos para brindar un buen servicio a la
población con problemas de salud mental.
El Estado ha dado un buen paso, al promulgar una ley que
abre centros de salud mental comunitaria en varios distritos y provincias de nuestro
país, así como una ley contra la violencia familiar y contra la mujer que une
esfuerzos de varios organismos del Estado, sin embargo la atención aplicada al
nivel básico de centro de salud también es importante, por ejemplo, políticas orientadas
a la vacunación para la erradicación de algunas enfermedades perinatales, el
control de plomo en el medio ambiente puede disminuir los casos de problemas
cognitivos en personas y especialmente niños
que aspiran un aire con plomo. Se deberían hacer estudios serios que analicen
la tendencia a la farmacología solo en casos que lo necesiten, fomentando la intervención
psicológica, menos fármacos y más apoyo social. El desarrollo económico de un país
mejora el estado de la salud mental de su población, oportunidades de
desarrollo y de trabajo aumentan la autoestima de un pueblo, desarrolla su autonomía
y su bienestar. Fomentar la asistencia en los hospitales psiquiátricos a
enfermos crónicos, mejorar la enseñanza de las ciencias sobre los mitos y
creencias y capacitar al personal de salud mental de forma constante para que
brinde una buena atención a la población.
Capacitar al docente y al psicólogo educativo para intervención
al bullyng en las escuelas aumentará la autoestima de los estudiantes y su autonomía,
una buena alimentación gracias al desarrollo económico disminuirá la desnutrición
en los niños, una buena coordinación entre los organismos del Estado para
intervenir de manera rápida y eficiente en la violencia familiar, disminuirá el
feminicidio, atención en salud gratuita y eficiente disminuirá los problemas
mentales post parto y así por el estilo, aplicando políticas sociales
eficientes en educación salud y seguridad, disminuirá los porcentajes de
trastornos en la población. Las autoridades tienen la palabra.