lunes, 19 de noviembre de 2012

Encuentre su propio refuerzo


Juan vino a verme debido a que estaba en pleno divorcio con su esposa, se sentía triste y sin ganas de hacer las cosas que siempre hacia, era un amigo que no veía años, así que a pesar de las circunstancias tristes para él, sentía una alegría de volverlo a ver. El se desempeña como abogado y toda su vida profesional se había dedicado a su trabajo. No tenia hobbies, ni tiempo libre para él ni lo había tenido para su familia, tal vez esa era alguna de las causas de su fracaso matrimonial, pero como no era el caso tratar sobre su divorcio sino sobre su estado de ánimo, indague sobre sus intereses personales en situaciones o actividades fuera de su empleo profesional. No quería que lo derive a otro psicólogo, quería que yo lo tratara, le explique qué tal vez mi opinión seria sentida por el cómo subjetiva, ya que había una amistad entre ambos – no muy frecuente es verdad – pero había una relación que podría no tener las características que debe tener una sesión de tratamiento con el cliente, ni muy lejana ni muy cercana. No aceptó que lo derive a otro profesional, así que por no perderlo nuevamente de vista y con el afán de ayudarlo en su problema me preocupe de que nuestra conversación sea como de amigos más que una sesión de tratamiento psicológico.

Su mundo era su trabajo y su familia, no había desarrollado otros refuerzos aparte de estos, así que cuando estos perdieron su fuerza reforzante –el alejamiento familiar con el sentimiento colateral de nostalgia por el ambiente hogareño – su empleo era el único que le quedaba, y este también estaba siendo presa de una perdida de reforzamiento a su habitual conducta de ir a trabajar. Tenía lo que se dice una depresión leve. Sentimientos de nostalgia, pesimismo y tristeza, su apetito y el sueño aun se mantenía dentro de lo habitual. No era muy sociable, no tomaba licor ni fumaba, así que se la pasaba el fin de semana en su casa exceptuando los domingos que iba a pasear con su hijo de diez añosa que si era aun un estimulo poderoso y reforzante que le daba el sentimiento de felicidad que le duraba hasta mitad de semana, tiempo en que volvía a decaer anímicamente y empezaba a pensar y esperar  la llegada del domingo. Fue precisamente un viernes en que me contacto y quedamos en salir a tomarnos un café. Pensé que Juan debía ampliar su círculo social, más que quedarse en casa viendo televisión, necesitaba salir a reuniones y a estar en compañía de personas que le debían de dar el reforzamiento necesario para que el sentimiento de añoranza y nostalgia por el hecho de no estar junto a su familia, cediera un poco a las relaciones amicales con personas que podían representar contextos en donde iniciar relaciones amicales permanentes reemplacen a las antiguas ya perdidas. Tuvo mucho éxito en sus salidas los viernes, aunque no quería empezar una nueva relación aun, las amistades minimizaban los recuerdos que tenía cuando se quedaba en casa. Le  recomendé que siguiera saliendo a divertirse con amigos y parejas de amigos, además de preguntarle que le gustaría hacer en sus tiempos libre, al no haber tenido tiempo y estar sumergido en su trabajo, no había tenido tiempo de desarrollar alguna destreza o gusto por alguna otra actividad.

Recordé que hace tiempo cuando nos veíamos a menudo, me enseñaba algunos dibujos que hacía en carboncillo, así que le sugerí retomar ese pasatiempo. Era una actividad que él había dejado de practicar y según él, había perdido la habilidad, de todas maneras le hice jurar que volvería a practicarlo y dio resultado; los viernes que eran los días que salía con sus amigos, los dedicaba a dibujar con carboncillo y dejo para los sábados sus salidas nocturnas. Aun mejor incluso, a sus 40 años, aprendió a utilizar otras técnicas de dibujo y coloreados con temperas y hasta al oleo.

Juan aunque lleva un año desde que se divorcio, y hace once meses que solo lo veo una vez al mes, aun practica su hobby de pintar que a decir de él, nunca pensó que lo haría sentir tan relajado y tranquilo,  sale los sábados con una nueva pareja y los domingos sale con su hijo. Ocupando todos los días de la semana en actividades que le devolvieron el buen ánimo, aunque a veces siente pena porque no ve todos los días a su hijo, este sentimiento no aparece muy seguido, siente mejor y ya no piensa que todo será peor.

Muchas personas se dedican a tiempo completo  a su trabajo y a su familia, cosa que por lo general está bien, pero deberían de dedicarse también a actividades que sean placenteras para ellas mismas, si estas son compartidas por los miembros de la familia está bien, pero si no, siempre debe haber un tiempo para su crecimiento personal, y aquellas personas que no saben que le gusta, no saben qué actividades serian reforzante para ellos, descúbralas haciéndolo, la lectura, escribir, cantar, pintar, correr, coleccionar, investigar ¡en fin! Hay un sinfín de actividades en que pueden ocupar su tiempo y pueden en alguna ocasión a llenar un vacío.

La vida y la muerte en los niños


La vida y la muerte no son temas que por lo general están presentes en el ideario colectivo a diario, la vida en particular si aunque en forma práctica, es decir, las personas piensan poco en la posibilidad de la muerte, porque están viviendo y gastando su energía en realizar todo aquello que llaman vivir, tampoco  están con la idea de la que la muerte esta acechando nuestras vidas todos los días a cada instante, como un enamorado a su amada. Pero viéndolo en perspectiva la vida, desde que nacemos, está acompañada de la muerte como su sombra, como su contraparte y es muy probable - teniendo en cuenta de los peligros a los que estamos expuestos día a día, en este mundo globalizado y por lo general violento - que el enamorado se lleve a su amada y la rapte aun en contra de nuestros deseos.

Los deseos en este caso se podrían entender como  escases, así, cuando uno está enfermo o moribundo, desea  estar bien, desea salud, desea vida. El deseo y el querer en este sentido tiene el mismo significado, entonces el no desear se podría entender como una saciedad, nadie desea la muerte por que esta saciado de vida, en este sentido estos dos estados fenomenológicos contrarios  tendrían característica bifronte.

Sartre (1942)  pensaba que la vida y  la muerte eran las dos caras del mismo fenómeno, por una parte, la persona fallecida seguía viviendo solo en el recuerdo de quien se quedaba y lo recordaba  y –solo así – podía trascender después de la muerte, hecho que acababa cuando no se le recordaba mas al muerto, y por otra parte esta dualidad al mismo estilo de Jano – deidad griega de dos caras – una ponía fin a la otra. Dicho sea de paso este “à deux front“ me recuerda la hedonista frase de Epicuro cuando dijo “No hay que preocuparse por la muerte ya que cuando ella esta nosotros no estamos, y cuando nosotros estamos ella aun no llega”

Desde el punto de vista más pragmático y utilitaria, el hecho de que la muerte sea el fin de la vida no tiene sentido – aunque el hecho concreto es que lo es, pero no tiene sentido si el término “fin” se utiliza como propósito, deseo o motivo. Nadie vive teniendo como fin, motivo o propósito morir.

Desde el punto de vista existencial la vida no tiene un sentido general que podamos ubicarlo en lo particular, la deducción como método racional no cabe cuando de dar sentido a la vida se trata, ya que cada persona tiene que poner dentro de su historia de vida un objetivo, un sentido para su vida y no molestarse en  buscar “sentidos generales” para vivir su vida o comprender la vida de los demás, entonces,  es tan valido vivir para tener éxito en la vida, como vivir de forma hedonista. Si tratamos de buscar un objetivo general a la existencia caeríamos en la subjetividad y en una pérdida de tiempo, mejor es utilizar ese tiempo para encontrar el sentido particular de nuestras vidas, cualquiera que sea este objetivo es válido para Ud. y eso es lo que cuenta.

La temporalidad de la vida también es incierta, el tiempo no corre en forma lógica en lo que a la vida se refiere, se puede morir tan joven o tan viejo, dejando a medio hacer nuestros proyectos o al terminarlos, el tiempo es solo referencial, la edad está basada mas en contextos físicos, biológicos o médicos que en factores psicológicos, por eso encontramos personas que “deberían” ser “maduras” para su edad y no lo son, y viceversa. Tiene sentido la frase “la juventud es un estado mental” aunque aquí lo mental debe entenderse en términos más objetivos como “hacer” ”realizar” o “comportamiento”.

La muerte siendo lo que es “el otro lado del muro” no puede detener la vida de quienes se quedan vivos, el dolor se siente muy hondo cuando se muere un ser querido es cierto, pero como todo dolor existencial, es y debe ser por un corto tiempo, luego debe ser visto como algo que tarde o temprano va ocurrir y debemos estar preparados psicológicamente para ello. En este sentido en lo que respecta a los niños, estos son – contrarios a lo que piensa la mayoría de personas - más accesible a aceptar la muerte cuando se le preparara para ello, más incluso que los adultos. Los niños desarrollan mucho la percepción sensorial como el recuerdo, la memoria o la imaginación, así como las emociones y su nivel de pensamiento que “conecta” con los adultos, ellos percibirán el estado de incertidumbre de que algo está yendo mal o algo no está bien, y ese sentimiento será colateral a la situación vivida, comprendido esto como consecuencias del contexto, más que el contexto mismo, por eso es necesario enfrentar la verdad de la muerte de manera adecuada.  

¿Cómo se  puede preparar a los niños para la aceptación de la idea de la muerte? Con el juego y explicaciones de su vivencia diaria, por ejemplo en sus juegos los niños dependiendo de la edad, de 4 o 5 años tienen un concepto de la muerte temporal, así en sus juegos, el héroe puede llegar a revivir para combatir al villano, hay que explicarle que la muerte en la vida real es para siempre, se puede usar como otro ejemplo la muerte de la mascota, o de un ave si existe la oportunidad de tener ese modelo.

Explicándole con estos modelos, los niños acceden de manera adecuada a la enfermedad de un pariente, acompañándolo en la enfermedad y haciendo duelo anticipado, dependiendo del modelo del adulto que lo acompaña en el duelo, tendrá las fortalezas psicológicas para afrontarlo y no hacer de la muerte un recuerdo traumático.

La sensibilidad al estrés en los niños con Trastorno Negativista Desafiante.

  La etiología del trastorno negativista desafiante, en adelante TND, son múltiples, por un lado, la herencia que según algunos estudios pod...