Juan vino a verme debido a que
estaba en pleno divorcio con su esposa, se sentía triste y sin ganas de hacer
las cosas que siempre hacia, era un amigo que no veía años, así que a pesar de
las circunstancias tristes para él, sentía una alegría de volverlo a ver. El se
desempeña como abogado y toda su vida profesional se había dedicado a su
trabajo. No tenia hobbies, ni tiempo libre para él ni lo había tenido para su
familia, tal vez esa era alguna de las causas de su fracaso matrimonial, pero
como no era el caso tratar sobre su divorcio sino sobre su estado de ánimo, indague
sobre sus intereses personales en situaciones o actividades fuera de su empleo
profesional. No quería que lo derive a otro psicólogo, quería que yo lo
tratara, le explique qué tal vez mi opinión seria sentida por el cómo
subjetiva, ya que había una amistad entre ambos – no muy frecuente es verdad –
pero había una relación que podría no tener las características que debe tener
una sesión de tratamiento con el cliente, ni muy lejana ni muy cercana. No aceptó
que lo derive a otro profesional, así que por no perderlo nuevamente de vista y
con el afán de ayudarlo en su problema me preocupe de que nuestra conversación sea
como de amigos más que una sesión de tratamiento psicológico.
Su mundo era su trabajo y su
familia, no había desarrollado otros refuerzos aparte de estos, así que cuando
estos perdieron su fuerza reforzante –el alejamiento familiar con el
sentimiento colateral de nostalgia por el ambiente hogareño – su empleo era el único
que le quedaba, y este también estaba siendo presa de una perdida de
reforzamiento a su habitual conducta de ir a trabajar. Tenía lo que se dice una
depresión leve. Sentimientos de nostalgia, pesimismo y tristeza, su apetito y
el sueño aun se mantenía dentro de lo habitual. No era muy sociable, no tomaba
licor ni fumaba, así que se la pasaba el fin de semana en su casa exceptuando
los domingos que iba a pasear con su hijo de diez añosa que si era aun un estimulo
poderoso y reforzante que le daba el sentimiento de felicidad que le duraba
hasta mitad de semana, tiempo en que volvía a decaer anímicamente y empezaba a
pensar y esperar la llegada del domingo.
Fue precisamente un viernes en que me contacto y quedamos en salir a tomarnos
un café. Pensé que Juan debía ampliar su círculo social, más que quedarse en
casa viendo televisión, necesitaba salir a reuniones y a estar en compañía de
personas que le debían de dar el reforzamiento necesario para que el
sentimiento de añoranza y nostalgia por el hecho de no estar junto a su
familia, cediera un poco a las relaciones amicales con personas que podían representar
contextos en donde iniciar relaciones amicales permanentes reemplacen a las antiguas
ya perdidas. Tuvo mucho éxito en sus salidas los viernes, aunque no quería empezar
una nueva relación aun, las amistades minimizaban los recuerdos que tenía
cuando se quedaba en casa. Le recomendé que
siguiera saliendo a divertirse con amigos y parejas de amigos, además de
preguntarle que le gustaría hacer en sus tiempos libre, al no haber tenido
tiempo y estar sumergido en su trabajo, no había tenido tiempo de desarrollar
alguna destreza o gusto por alguna otra actividad.
Recordé que hace tiempo cuando
nos veíamos a menudo, me enseñaba algunos dibujos que hacía en carboncillo, así
que le sugerí retomar ese pasatiempo. Era una actividad que él había dejado de practicar
y según él, había perdido la habilidad, de todas maneras le hice jurar que volvería
a practicarlo y dio resultado; los viernes que eran los días que salía con sus
amigos, los dedicaba a dibujar con carboncillo y dejo para los sábados sus
salidas nocturnas. Aun mejor incluso, a sus 40 años, aprendió a utilizar otras técnicas
de dibujo y coloreados con temperas y hasta al oleo.
Juan aunque lleva un año desde
que se divorcio, y hace once meses que solo lo veo una vez al mes, aun practica
su hobby de pintar que a decir de él, nunca pensó que lo haría sentir tan
relajado y tranquilo, sale los sábados
con una nueva pareja y los domingos sale con su hijo. Ocupando todos los días de
la semana en actividades que le devolvieron el buen ánimo, aunque a veces siente
pena porque no ve todos los días a su hijo, este sentimiento no aparece muy
seguido, siente mejor y ya no piensa que todo será peor.
Muchas personas se dedican a
tiempo completo a su trabajo y a su
familia, cosa que por lo general está bien, pero deberían de dedicarse también a
actividades que sean placenteras para ellas mismas, si estas son compartidas
por los miembros de la familia está bien, pero si no, siempre debe haber un
tiempo para su crecimiento personal, y aquellas personas que no saben que le
gusta, no saben qué actividades serian reforzante para ellos, descúbralas haciéndolo,
la lectura, escribir, cantar, pintar, correr, coleccionar, investigar ¡en fin! Hay
un sinfín de actividades en que pueden ocupar su tiempo y pueden en alguna ocasión
a llenar un vacío.
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