Como están acostumbrados mis poquísimos
lectores, de vez en cuando pido licencia para escribir de otros temas que no
son necesariamente psicológicos. Siempre quise escribir algo, lo que sea, sobre una música que la escucho desde que tenía
12 años, un género musical en donde los instrumentos combinan como en una
sinfónica, pero no es una sinfónica, los instrumentos parecen conversar,
dialogar y hasta hacen monólogos, guapeo le dicen, una música que llega hasta
los huesos a quienes le gusta, una música que de acuerdo a la voz y a la letra que la acompaña, es una fiesta,
un barrio, un velorio, una campiña, una ciudad y hasta una tristeza de amor. Un
género musical en donde la voz es prescindible, porque solo los instrumentos
conectan al alma. Un género musical que
es una fusión entre África y América, que tiene el sol del Caribe y el son del
tambor africano, la cadencia del pie bailando, y que le da al cuerpo el
parecido a un exorcismo musical, una posesión diabólica de buen gusto y nada
infernal hasta que se arma el jolgorio. Un género musical que se baila
sonriendo, cuando no riendo, que le da al rostro humano la felicidad del sol,
la, sí, y en la que nunca llega la noche. Que si no tienes sangre caliente,
seguro que no la bailas. Un género musical que pondría bailar al mismísimo Orfeo
rodeado de sus musas.
Salsa la llaman, pero no la
llaman, la bailan, aunque también se puede solo oír y sentir, o sentir y oír, o
solo sentir, o solo oír, ¡En fin¡ no voy a narrar la historia de ella, a mí
solo me importa escucharla y bailarla, no su historia, eso lo dejamos a sus
historiadores y a la gente que sabe.
Cuando dije que los instrumentos
parecen dialogar, no me equivoco, no es otra cosa la paridad del sonido del
trombón con la cadencia de los timbales. Cuando un instrumento deja paso al otro en el medio de la canción. ¿Y el
monologo? No parece otra cosa el guapeo de la flauta de Johnny Pacheco, el
trombón de Willie Colon, El piano de
Richie Ray y de Larry Harlow y el violín de Louis, el otro “judío maravilloso”.
La conga de Ray Barreto. Uno de los más hermosos discos que he escuchado en la salsa, es precisamente el titulado
“salsa” que hizo Larry Harlow con la voz de Junior Gonzales, cada canción es
una combinación de derroche musical, los cambios de ritmos y cadencia de salsa
a guaguancó y son montuno son fenomenales. No he escuchado otro disco igual,
salvo la obra musical al estilo de ópera salsera titulada “Hommy”, equivalente
a la ópera rock “Tommy” de la que se hizo una película, interpretada por el
cantante del grupo The Who Pete
Townshend. En la obra salsera cantaban
Cheo Feliciano, el salsero, no el bolerista invidente, Celia Cruz, Junior
Gonzales, con la orquesta de Larry Harlow y otros más, esta fue una generación
de músicos salseros que no se han vuelto a repetir. En “Hommy” se puede
escuchar, salsa, bolero, merengue y son montuno, una verdadera joya musical.
Esos músicos eran salidos de conservatorios de música, no eran improvisados, la
orquesta de Richi Ray por ejemplo muy a menudo, y antes de convertirse al
evangelio, introducía en su música extractos de Juan Sebastián Bach y hasta de ,
Beethoven. Muchos eran de Puerto Rico, Panamá,
y países del Caribe que emigraron a hacia Nueva York, que pronto se convirtió en el centro salsero y
producción de música impresionante, desde donde salían en sus giras la Fania
All Star y sus componentes, cuando hacían de solistas. El más representativo de
la salsa para muchos es Héctor Lavoe, sus canciones con la orquesta de Colon
son memorables y algunas, verdaderos clásicos de la salsa. Se respeta los
gustos, pero se me antoja que Lavoe es más sentimiento de barrio, más popular, el
rey de la popularidad tuvo una vida trágica y un final muy doloroso que para
muchos se ha vuelto un mito. Mis gustos más se inclinan por Rubén Blades
cantante y compositor, un panameño que trabajo de mensajero en la disquera
Fania, y desde ahí salto a cantar en algunas bandas como por ejemplo el de Ray
Barreto, con Tito Gomez. Pero su espaldarazo vino con la orquesta de Willie
Colón que estaba buscando cantante después de haberse alejado de Lavoe ya que
este presento problemas con el alcohol y las drogas. La gente pensaba que después
de Lavoe, Willie Colon no podría conseguir otro cantante igual, se equivocaron de punta a punta, ya que con Rubén
Blades, Willie Colon grabo el disco más vendido en la historia de la salsa, el
disco “siembra” a finales de la década de los setenta. Es que cuando Blades
cantaba es como si el barrio entero se ponía a cantar. Luego de cinco discos llamados
antiguamente LP, se separaron, pero esa es otra historia.
Cuando
Rubén Blades se separo de la orquesta de Willie Colon e inicio su carrera ya
como solista, sus primeras canciones aun sonaban con trombones, lo que hacía parecer
que aun pertenecía a la orquesta de Colón, cosa que le quitaba originalidad,
pero como lo genial que es, sustituyo los instrumentos de viento por xilófonos y
el órgano, cosa que ya había hecho años antes Cheo Feliciano de quien Baldes es
admirador. Otra gran obra musical en salsa fue Maestra Vida compuesta por Blades y
la que denomino a su música como “FOCILA”
Folclor de Ciudad Latina, una denominación
que quiso diferenciar de la palabra salsa, ya que esta palabra conllevaba una
mezcla, una ensalada de músicas y ritmos afro latino y caribeños.
Este
pequeño ciberespacio, quedaría más
pequeño aun si pudiéramos hablar de la salsa y todos sus componentes, Ismael
Rivera, Miranda, Cheo Feliciano con esas joyas musicales de Juan Albañil y
Trizas, el Conjunto Clásico, Celia Cruz, Tito Puente, Adalberto Santiago. Por
esta parte del continente Oscar de León, Fruko y sus tesos de Colombia, lamentablemente más al sur no se escucho
salsa, lo lamento por ellos, Argentina, Chile, Paraguay y demás países sureños, no gozaron de
la melodía salsera. Mala suerte vecinos.