Jan Bover es un
ingeniero de telecomunicaciones nacido en Barcelona - España, además de
escritor, empresario, y ha escrito un libro sobre el libre albedrio - o tendría
que decir de la ausencia del libre albedrio - y de la forma de vivir feliz sin él en este
mundo complicado.
En un lenguaje
claro sin muchas elaboraciones filosóficas y nada complicadas, que me hace recordar
a Ortega y Gasset – el más latino de los escritores españoles del siglo pasado-
por su forma firme y directa de escribir
sus ideas, explica la trayectoria de este concepto desde tiempos egregios de la
Edad de Oro de Grecia en escritos de sus filósofos, pasando por el mundo
antiguo romano sin desdeñar en nada las ideas medievales que dominaron las
mentes más pensantes y religiosas de esa época, me refiero a San Agustín, Tomas
de Aquino y la escolástica aristotélica hasta tiempos actuales, incluso utiliza
en su explicación investigaciones neurocientificas que le dan el sustento
principal a su ensayo sobre el tema: “Que no existe el libre albedrio” .
Para ubicarnos en
el tema diré que el libre albedrio es el concepto que enmarca que la persona toma
sus decisiones libremente de cualquier causa previa, de cualquier situación o
factor ambiental que pueda influir en ella o tenga el carácter de “leit motiv”,
la decisión en este caso nacería desde dentro de la persona, como una creencia
innata sin sujeción a ningún determinismo. El concepto contrario en cambio
propone que no existe el libre albedrio, y dice que la persona toma una decisión
siempre influenciada por alguna causa, sujeta al determinismo de las leyes físicas
naturales como una regla inconmensurable de causa y efecto, al respecto Arthur
Schopenhauer coloca a la libertad mas allá de la acción y del plano de la
inteligencia porque se trata de una esfera trascendental.
Para Bover el libre albedrio no existe, toda
vez que las decisiones que tomamos en nuestra vida diaria, son efectos de
causas previas, estas causas previas varían según la historia de cada persona.
Para algunos serán la influencia de su historia familiar, para otros será sus
vivencias y experiencias previas que subyacen en el momento oportuno para
ayudar a tomar la decisión, para algunos será su historia de condicionamiento.
Pero todas estas supuestas causas para la toma de decisiones tienen una característica
en común, la persona que decide ignora completamente las causas que lo llevan a
tomar su decisión. Esto en parte es verdad, debido a que el común de las
personas crece y se desarrolla en una realidad que no cuestionan y aceptan tal
como es.
En lo que respecta
a la moral dentro del concepto de libre albedrio según el ensayo de Bover, no tendría
sentido culpar a la persona que hace una acción inmoral porque esta ya está de
por sí determinada a ello. El sentimiento de culpabilidad cedería a la
victimacion del criminal, siendo una cuestión muy lógica y racional, falta el
sustento de la individualidad en la responsabilidad de la forma del acto. Esta
responsabilidad individual le daría la libertad al ser en la acción, o la acción
según el ser. Lo que no implicaría una desaparición de la culpa en sí, sino una
reducción de la acusación conforme a obrado la persona. Claro que entraríamos a
una discusión del tipo del ser como se es, y de cómo se obra dentro del
determinismo según se es o no se es.
La sociedad siempre
le ha impuesto la responsabilidad de sus actos al ser, deviene esto en la consideración
de que existe el libre albedrio, y que la decisión – ya sea esta buena o mala –
viene desde dentro de la persona, ignorando las condiciones contigenciales de
la situación. Es una eterna lucha entre el mundo de las ideas y las condiciones
materiales que rodean la situación del fenómeno. Y esto es que somos herederos platónicos
de las ideas, las ideas importan más que
la materia, las ideas importan más que las necesidades materiales o humanas en último
caso. Desconocemos las causas de una acción o hecho, pero atribuimos la
existencia o realización del fenómeno a la voluntad o espíritu dominante en el
ser humano. Este triunfo platónico sobre la
materia deja al hombre solo ante la masa, esta soledad responsable de su
existencia carga con la culpa y el castigo, que a fuerza de imponerse aun
controla los devaneos.
El libro de Bover
parece que nos encuadra en un determinismo sin salida, el pesimismo es la única
entrada a un mundo aleatorio, que es el que nos propone el autor para salir de
este entrampamiento, aunque en realidad solo nos da una ilusión de salida que al
final no lo es, no está claro cuando Bover dice “No tenemos libre albedrio pero
somos capaces de cambiar el rumbo de nuestras vidas de un manera práctica”.
Pero la esperanza vuelve cuando toca el tema del “secreto de la felicidad” conceptos
como, seguir sus propias creencias religiosas o de fe, o tomando cuestiones de
la filosofía tradicional china cuando nos dice: “abandonar los deseos personales
es un paso a la felicidad” o el hecho de “ser felices ayudando a otros a ser
felices”. ¡En fin! Parece que al final esto es lo que nos queda, si pretendemos
evitar el sufrimiento y alcanzar un grado de estabilidad emocional en nuestras
vidas.
He extrañado en el
libro de Bover, referencias más psicológicas
y menos neurocientificas que al final no nos dice nada concreto sobre planes de
acción, debido a que solo se queda en el plano descriptivo y no causal, en la
medida que solo explica que tal lóbulo o área cerebral funciona cuando ocurre
alguna emoción o pensamiento, ya que no es al revés.
A mi entender el
enfoque psicológico que más se acerca a la concepción de la ausencia del libre
albedrio es el conductismo, esta escuela conforme a los principios naturales de
causa y efecto y cierto determinismo cumple el rol del condicionamiento y el
refuerzo, el aprendizaje bajo principios primarios de la acción reciproca,
combina bien con los motivos finales de una acción.
No comparto con el
autor el optimismo que muestra cuando se ocupa del tema de que estamos
determinados a ser felices. Las personas por lo común no tomamos buena
decisiones con respecto a nuestra felicidad y estamos por el contrario,
condicionados a tomar ciertas decisiones, incluso la aprehensión del refuerzo
por parte de nuestros neurotransmisores están de hecho condicionados a ciertos
placeres que entendemos como buenos hasta que la realidad nos pega en la cara.
La prueba de esto es la gran cantidad de parejas que se compatibilizan muy a
menudo bajo ciertos parámetros de relación de agresividad y violencia familiar
y le son muy difíciles salir de ella. Dejar a la subjetividad lo que es bueno o
feliz y no lo es, es solo sugestivo.
Recomiendo leer el
libro de Jan Bover por que los hará reflexionar sobre un tema muy cotidiano que
pasa desapercibido y puede servir como respuesta a preguntas como ¿Quien controla
nuestro destino? ¿Vivimos libres o determinados? de manera fácil y clara en la
siguiente pagina web. www.janbover.org