sábado, 23 de febrero de 2013

El angel caido


 “Aquí, al  menos seremos libres, pues no ha de haber hecho el Omnipotente este sitio para envidiarnoslo, ni querrá, por lo tanto, expulsarnos de él, aquí podemos reinar con seguridad, y para mi, reinar es ambición digna, aun cuando sea sobre el infierno, por que más vale reinar aquí, que servir en el cielo.”   “El Paraíso Perdido” (John Milton)

¿Quién le dio a Satanás el libre albedrio de decidir rebelarse contra Dios? No olvidemos que Satán fue un ángel, un espíritu puro en sus inicios, pero por extrañas razones cambio de parecer, de servir a Dios en el cielo, a reinar en el infierno.  Hubo algo que no andaba bien en el cielo que hasta los ángeles no estaban a gusto, no olvidemos también que Satán no se rebeló solo, fue un ejército de ángeles  que lo acompaño, volviéndose jefe de ellos, Satán se convirtió en Arcángel, aunque en la religión cristiana solo se reconoce  como arcángel a Miguel que lidero la batalla en el cielo entre los ángeles buenos y ángeles malos que acabo con la derrota del ejercito satánico condenándolo a lo que los griegos llamaban El Hades. Precisamente con este episodio comienza el poema épico de Milton que me llevo a repreguntarme nuevamente como ya antes lo hice ¿El libre albedrio también existió antes que el hombre? ¿Será este albedrio una cualidad espiritual que se torna una carga difícil de llevar teniendo un Dios que obedecer? Lo cierto es que este libre albedrio está implícito en el relato religioso, por que como doctrina comenzó con san Agustín  350 años D.C. años más años menos. Lo que me interesa más que la doctrina de un hombre como Agustín y de la Iglesia Católica, es la existencia celestial de una decisión que se supone no debería de existir en seres espiritualmente superiores al hombre. Si los mismísimos ángeles pueden decidir servir a Dios o no ¿Que le queda al hombre?.

Desde un punto de vista más evolutivo y materialista, desde que nuestros antepasados evolucionaron desde especies inferiores, formaron grupos humanos pasando del estado de salvajismo a las tribus, en este estadio dejaron de creer en las explicaciones de los chamanes de la tribu en relación con las cosas de la naturaleza, la espera a la lluvia, el sonido y la luz en el cielo, la sequia, etc., la magia dejo paso a la religión. Esta creencia chamanica vuelta en fe, formó desde ese entonces un lazo infranqueable con el ser humano. Este dejo a la religión, la explicación del origen del mundo, de las cosas buenas y malas que pasan en él. No hay Edad ni época en la historia humana en que la religión no se haya hecho presente. A veces salvándola, a veces condenándola o dejándola a su libre albedrio. El hombre religioso siempre se ha hecho a imagen y semejanza a Dios. Es Dios mismo, esa trinidad se vuelve cuarteto cuando de unir se trata al Padre al hijo y el espíritu santo con el hombre. Este último, aunque clavo a su prójimo a un madero, después lloro y se arrepintió, a partir de ahi esa unión fue un error.

Esta combinación, desde mi punto de vista, equivocada, entre religión y materialismo no ha podido satisfacer las preguntas que existen con relación al hombre. Al contrario, creo que ha confundido a lo largo de la historia las respuestas que se han dado o la forma como se ha adoptado la concepción del universo y del hombre. El ser humano siempre ha querido una explicación a su incomprensión de las cosas de la naturaleza y con relación consigo mismo, las preguntas han sido concretas ¿Es malo? ¿Es bueno? Pero las respuestas han sido hechas desde dos perspectivas diferentes, contrapuestas, ¿Es materia y espíritu a la vez? o es una de las dos,

En esta confusión la caída ha sido fuerte. No se explica como el hombre siendo imagen y semejanza a Dios, siendo creado por este ser espiritualmente superior y bueno, pueda hacer lo que hace, se salvo la explicación creando el libre albedrio, como una relación extensiva con el ángel caído, malea a la especie y libra de culpa a la misma, a la larga esta concepción del hombre no lleva a nada, solo a la esperanza que por algo no escapo de la Caja de Pandora, aun sigue guardada ahí, pues no escapo al mundo, como los otros males.

Nos queda la filosofía para echar más leña al fuego, esa otra forma de ver desde fuera las cosas del mundo, y que por esa precisa razón no es lo suficientemente objetiva ni se compromete con nada. Cuando pretende hacerlo, es considerada revolucionaria, cuando no, se pierde en la metafísica, esa que solo entiende Heidegger. Una metafísica más terrenal es la de Sartre,  ¿será el hombre un ser libre angustiado por esa libertad? El miedo a la nada es más poderosa que el infierno, así que quedémonos con la fè. El hombre no se permite la libertad de la nada después de la vida, vivir con el prójimo sería  un sacrificio sin sentido, más vale la esperanza de retribución del paraíso.

¿Y las circunstancias? Esa prima filosófica del conductismo, Ortega y Gasset nos encuadra dentro de una historia de  vida que nos determina, el hombre es resultado de sus circunstancias nos decía, sin poder de decisión, o mejor dicho de decidir dentro de las circunstancias que se vive, bueno, al menos hay un haz de luz que nos devuelva algún poder al hombre sobre su destino, aunque sea como dice Jan Bover dentro de las variables que se tengan. Podemos dirigir nuestra mirada al superhombre de Nietzsche aunque, a decir verdad, si me da escalofríos un hombre sin valores, me aterra un superhombre igual, aunque si fuera posible, según la propuesta de Nietzsche, este superhombre acepta las cosas del mundo sin mucha elaboración mística, seria medianamente aceptable. Aunque creo que eso es lo que nos falta, aceptarnos tal como somos, y mejorarnos si es posible.

Lo único que tenemos, es lo que conocemos, al hombre en sus muchos aspectos, hay que aceptarnos así, y mejorar si es posible, tal vez así, reinemos en un mundo feliz, mejor que esperar servir en el cielo como espíritus, aunque siempre tendremos el libre albedrio para volver a ser hombres.

FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...