Me
acuerdo cuando era estudiante en la universidad, preguntaba a algunos profesores
principalmente los de psicoanálisis y conductismo cual era la intervención más
efectiva para el paciente y cuál de ellas tenía una mejor base epistemológica,
salíamos del salón hablando algo de filosofía de la ciencia en el poco tiempo
en que duraba el trayecto entre el salón de clase y el auto del catedrático. En
la universidad me fascinaba el psicoanálisis, era una teoría muy lógicamente
sustentada, su base teórica era consistente, en cambio el conductismo era
digamos, simplón en sus características de ser una ciencia seca y de
laboratorio. La parsimonia del conductismo era frustrante para responder a
todos los problemas, en eso, le ganaba el psicoanálisis, este enfoque lo
explica prácticamente todo, supera a la práctica, o mejor dicho la rebasa y la
jala a su laberinto literario.
Sin
embargo esa parsimonia que hace al conductismo algo simple, es una falacia, la
sencillez de una teoría no es tanto en su cuerpo teórico como en la explicación
que hace de su objetivo, en este caso la conducta, es más, esa parsimonia es
necesaria en una ciencia de la conducta
para qué pueda liberarse de la interpretación, esa interpretación que
tanto daño ha hecho a la psicología en los últimos cincuenta años, a tal punto
que términos como frustración, complejo de Edipo, trauma, han calado hondo en
el ideario común del hombre de la calle,
y forma parte de su lenguaje común sin ni siquiera saber su exacta función.
En
una de esas conversa con un profesor de análisis funcional le pregunte ¿es
acaso el conductismo más fácil de aplicar que el psicoanálisis? Al menos en ese
tiempo creía en eso de la simplicidad de la vida universitaria que genera esa
dicotomía entre lo fácil y difícil, a lo que el profesor me contesto que era al
contrario, que el psicoanálisis era más fácil, y que lo complicado era el
conductismo, porque entre otras cosas, la relación terapéutica entre cliente y
psicólogo es objetiva en sus metas, utiliza el método de análisis funcional
identificando las variables que
intervienen en la aparición y control de la conducta, este análisis funcional
debe tener en cuenta al organismo sujeto de intervención, como un todo, los
estímulos antecedente y consecuentes que
genera y controla la conducta emitida. Además de esto, en la intervención
conductual, no solo entra el terapeuta y el cliente, sino los padres en caso de
niños y familia en caso de adultos, debemos contra también a los profesores que
son una pieza clave para la aplicación del tratamiento. Este conjunto de
personas, cada una con sus propias características personales puede ser de ayuda para el éxito de la
intervención conductual o pueden ser también
estímulos adversivos a la misma.
Terminando
los estudios universitarios y ya en la práctica clínica en un hospital, tuve
que darle la razón al profesor, hacer y
aplicar la intervención conductual no es cosa de juego, se debe lidiar con los
padres y profesores, variables multifuncionales en casa y escuela que
constituye el ambiente natural de la aplicación. Aunque en el consultorio es
interesante detectar las conductas significativamente relevantes que tiene el
cliente, en este punto debo anotar que siempre
se da, y si el cliente no lo muestra, soy de la opinión de que se debe provocar, es importante que en las sesiones
terapéuticas se genere la ampliación y control de las técnicas y entrenamiento
en casa y escuela. En este asunto los padres son pieza importante en la
aplicación y supervisión de que los niños por ejemplo, ejerciten los
entrenamientos en casa y en la escuela el rol lo debe cumplir los profesores.
En caso de clientes adultos – y en esto ayuda el contrato terapéutico - los autor reportes previamente entrenados sirven para el seguimiento
en el ambiente natural.
Lo
difícil de aplicar el tratamiento no se debe al tratamiento o la técnica en sí
misma, se debe al condicionamiento que presenta el cliente en presentar la
conducta problema y que batalla constantemente en contra de ella o su favor. En
ciertos casos el aprendizaje de esas conductas problemas se establecen muy
intensamente en el cliente que es difícil para ellos su aplicación. En caso de
los padres, sus características personales ayudaran o no a la aplicación de las
técnicas y entrenamiento en casa.
Una
vez superado este problema que depende de la actitud que el cliente presente
ante la intervención, las causas de su
conducta– y ante el terapeuta – observara los cambios y esto le ayudara a
comprender mejor la explicación que tuvo de la conducta problema.
Toda
teoría o enfoque psicológico que trata
de describir, explicar e intervenir en las causas de la conducta son
respetables, y dependiendo del problema, el tiempo y el esfuerzo en aplicarlas
tienen su efectividad, unas más que otras, pertenece a la ética del profesional
advertir al cliente que dependiendo del enfoque
que se use, demorara sus resultados.
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