viernes, 15 de marzo de 2013

Personalidad y sindrome de la infancia- La personalidad sadica


Vamos a escribir una serie de artículos relacionado a los  diferentes trastornos de personalidad y sus síndromes de la infancia. El término “trastorno de personalidad” lo usare para describir los patrones conductuales problemáticos, así, son manifestaciones de tipo conductual, cognitiva y emocional  continuos  y estables en el tiempo, que se aprende desde la infancia, es producto de un aprendizaje en el seno familiar y social, las condiciones hereditarias solo juegan una disposición para su desarrollo, las características para que una personalidad  sea un trastorno, es que su accionar produzca sufrimiento a la persona y haya una alteración de sus relaciones interpersonales graves y continuas.

Dependiendo del tiempo de su aparición, su particularidad, su intensidad y su frecuencia, el trastorno tomara forma y dará sentido a su conducta y a la experiencia diaria de la persona.

El síndrome es un conjunto de síntomas y signos de una entidad clínica, los signos son las manifestaciones objetivas y verificables que el cliente informa al  médico o psicólogo, o en su defecto puede ser visto por estos profesionales sin manifestación del paciente. Por ejemplo una ansiedad, los ataques de ira, la hiperactividad entre muchas. Un sintoma es una característica con connotación fenomenológica, es decir, tendrá el componente subjetivo de que solo será manifestado y sentido por el cliente, por ejemplo: “siento desdoblar mi personalidad” “siento que no puedo recordar”, “me siento mareado”. Con síndromes de la infancia, nos referimos a aquellos signos y síntomas que manifiestan los niños y que pueden ser antecedentes de entidades clínicas mas graves, y que pueden en su desarrollo, desencadenar un problema de conducta grave o una personalidad problemática. Comenzaremos esta serie con la personalidad sádica y sus manifestaciones en la niñez.

En la sociedad vemos frecuentemente a personas que ejercen oficios que son socialmente  reforzados con admiración y respeto debido a que cumplen funciones sociales específicas, el militar nacionalista y héroe, el instructor que forma a nuevos soldados “valientes” para la guerra y mata a un animal para bañarse en sangre, el ministro religioso que hace temer con cuentos como el infierno y el pecado a sus creyentes o cualquier jefe tirano y sangrón que hace trabajar a sus empleados de sol a sombra. Muchas de estas personas encajarían perfectamente en personalidades sádicas, ya que en sus tratos interpersonales son difíciles de soportar. Manifiestan conductas bruscas y sin respeto a los demás, son precipitados para responder a ciertos estímulos y tiene baja tolerancia a la frustración, cuando se ven limitados en sus funciones o sus deseos, pueden estallar en ira sin medir las consecuencias aun siendo agravantes para el mismo. Utiliza un lenguaje verbal hiriente y violento, su conducta hace sufrir a los demás y él lo sabe, ha ganado reforzamiento por ello, en el ejercicio de sus funciones sociales, pueden llegar a causar la muerte a otras personas o hacerlas sufrir cruelmente – el investigador que hace hablar a su capturado bajo las diferentes técnicas de tortura – cuando hablan con otra persona siempre cree tener la razón y no cede ante el error, ni rectifica.

El sádico ha aprendido a ganar créditos con ese comportamiento, aparte de su nivel biológico que posee un carácter fuerte y explosivo, sus diferentes experiencias le han enseñado que a si se consigue las cosa. Y que otra forma de comportamiento sería inútil. Sus conductas físicas y verbales son abusivas con el más débil, el sufrimiento de la víctima no para su accionar, más bien exacerba sus ánimos. Responde de manera agresiva a la provocación ante la cual cae con facilidad. Intimida, coacciona y humilla a sus víctimas  hasta tener el poder sobre la conducta de la otra persona, ante la cual una vez conseguida empeorara en su accionar contra la víctima. Se ríe de la desgracia ajena, su capacidad para enganchar con las emociones de otras personas, están en déficit. En cambio tiene un exceso de conducta liberadora, si Ud. cree tenerlo cerca, huya de él, tal vez no parara hasta verlo sangrar.

Puede camuflarse bajo una personalidad psicopática, ante lo cual el clínico debe dar su diagnostico diferencial, contrariamente a su conducta disruptiva que puede hacerle parecer valiente y rudo, es muy sensible ante las críticas, ante la cual puede responder  con conducta agresiva.

Síndrome de la infancia

Algunos padres se quejan de que sus niños son agresivos y tienen un “carácter fuerte” son oposicionistas ante las normas y reaccionan mal ante los limites sociales y normas de convivencia, son abusivos con compañeros, hermanos más pequeños y hacen sufrir a los animales que tiene como mascotas. Si su conducta perjudica a los demás, no sienten culpa, pueden culpar a los demás por los problemas que ocasiona, no responden bien a los castigos y parece que al contrario, ese castigo le refuerza la conducta problema. Se burlan de sus compañeros y de cualquier persona que está en problemas, son descontrolados y pueden presentar hiperactividad, a veces se disculpan por los problemas que causan pero después vuelven a cometerlo mientras más pronto aparezca el problema y dependiendo el tipo de ambiente en que se críen, y el apoyo social con que cuenten,  su pronóstico es reservado, las edades que fluctúan para este problema de conducta son de 6 a 12 años, se presenta más en niños que niñas.

Los modelos parentales, el ambiente social, la escuela, y los compañeros le darán las pautas para que se salgan con la suya, aprenderá que resolver problemas por ese medio es más fácil y es temido en la escuela, los demás niños se alejaran y le temerán, sentirá satisfacción por eso, presentando un déficit de conductas adaptativas y escaso goce en reforzamiento a conductas pro positivas. Los abusos de los padres maltratadores que le han dado mensajes de que así se puede imponer y hacer de las suyas genera un aprendizaje agresivo y de superioridad que conforme pase el tiempo más difícil serán los intentos para desarrollar conductas contrarias a las conductas problema.

El tratamiento debe incluir terapia conductual predominando los reforzamientos a conductas incompatibles con la conducta agresiva, es decir reforzando las conductas de juego cooperativo, reuniones de grupos escolares y un cambio en el estilo parental de crianza, la extinción de los reforzadores a su conducta verbal de recriminación, así como la interrupción del refuerzo a su conducta violenta – que el niño debe saber que es inaceptable -  debe ir acompañado de la enseñanza a nuevas formas de relacionarse. Tomar siempre en cuenta que si bien las condiciones genéticas lo disponen a captar ciertos estímulos preferentemente de otros, o que tenga un fuerte “carácter” la conducta agresiva no se hereda, se aprende.

 

 

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