Si el hombre es un ser
social como nos dice la teoría socio biológica la soledad seria esa bifurcación
ontológica no encontrada. Venimos al mundo solos, a menos que vengamos con
algún mellizo o gemelo, por lo general,
se viene a este mundo solo, después de estar nueve meses dentro del
vientre de una madre es cierto, pero separado por la placenta, que si bien nos
conecta con el exterior, también nos separa de ella. La sociedad es ese algo
que no se puede evitar, estamos acompañados aun en contra de nuestra voluntad,
no hay salida, conforme crecemos nos damos cuenta que existe una sociedad que
reprime, esa represión socialmente comprensible nos aleja de ella, la
necesitamos para no dar rienda suelta a todo los miles de años de evolución que
traemos puesto en nuestra piel, pero nos separa a la vez, el respeto a los
demás se tiene que aprender, no venimos con ese respeto al prójimo como con la
capacidad de hablar, es un asunto social que nos obliga a respetar al otro. Sin
esa obligación, nos comeríamos los unos a los otros, para los que no quieren
esa, digamos, obligación moral, tienen la Ley que es una especie de venganza
legal.
Los misántropos prueban
que la soledad es un recurso de amor propio que traemos como especie, Oscar
Wilde, Nietzsche, eran hombres que preferían estar solos, despreciaban al
género humano, pero no era un desprecio selectivo a tal o cual cualidad, era un
desprecio ontológico como especie, para Nietzsche por ejemplo, la autarquía de
su superhombre era el requisito para su soledad, aunque creo que hubiera
cambiado de opinión cuando llego a su estado de demencia y tuvo que ser ayudado
para poder sobrevivir. El problema de aceptarnos como seres solitarios se da cuando estamos ya dentro de la sociedad, y no
queremos aceptar la cualidad solitaria, entonces nos volvemos selectivos, con
el peligro de volvernos discriminativos sin querer, o queriendo, no lo se,
desde escoger a nuestros amigos a seleccionar nuestra pareja, si se pudiera
tener esa facultad para escoger a nuestros familiares, la vergüenza y el
complejo existirían mucho menos.
Para los griegos éramos
animales sociales. Aristóteles pensaba que el hombre autosuficiente o era un
bruto o era un Dios. Pero los griegos muy proclives al presente y a alinear su sentir en el
cuerpo, no conocían de espacios. Aunque creo que llegaron a conocer la soledad
en el dolor del sufrimiento impuesto por sus dioses, el mismo Heracles sufrió
solo su locura. La Rochefoucauld decía que el hombre es por naturaleza un ser
solitario. La insociabilidad sociable del hombre pensado por Kant era el
sentimiento dual de sentirse solo pero a la vez querer o necesitar estar en
sociedad. Para Kant el hombre tiene estas dos cualidades, la soledad natural de
hacer su voluntad y el principio regulador de su imperativo categórico
“comportante como quieres que los demás se comporten” esto última para él, era
lo que podía sacar lo mejor del hombre.
Si buscamos dentro de
nosotros nos quedaremos más solos aun, desde un enfoque fenomenológico, nadie
puede sentir lo que otro hombre siente, podemos hacer nuestro mejor esfuerzo,
pero sabemos de antemano que el sufrimiento y el sentir del ser humano es solo
suyo. Reconocemos el dolor en el otro como un hecho objetivo por sus formas,
pero no por su sentir en sí mismo.
La soledad del hombre que
decide su libertad es más dura aun, mas cuando de responsabilizarse por las
consecuencias se trata. El miedo que el hombre siente cuando se encuentra solo
en el mundo dispuesto a la decisión de su libertad es lo que Sartre llamo “la
nausea”, consecuencia del miedo de no tener a Dios y ser responsable él mismo
de sus actos y sus consecuencias. La nausea sería el equivalente a la neurosis
freudiana, el miedo que se somatiza sin
perder de vista la realidad que sufre. La soledad también puede ser una
búsqueda de identidad, como por ejemplo, la tomada por Octavio Paz como
concepto base de su análisis de la sociedad mexicana que busca romper la careta
del nacionalismo que esconde un no ser, o ser en el mejor de los casos, lo que
se esconde dentro de la máscara.
La soledad si es vivida
por decisión propia sufre menos que la soledad impuesta desde la sociedad como
una negación, los incomprendidos sufren
lo que los solitarios voluntariosos no sufren, aun las revoluciones
tienen que tener la aceptación de la sociedad.
El ateísmo es una soledad
religiosa, mejor dicho antirreligiosa, usaremos mejor el término laico, aunque
el anti en este caso, no se escapa de la conexión con ese Dios que el ateo
niega, aunque sea para precisamente negarlo. En el amor, en la mayor parte de
las relaciones se está realmente solo, en el orgasmo por ejemplo, siempre se
llega solo, la intimidad es muy difícil compartirla en todo su esplendor, - salvo que encuentres a aquella persona que
tenga la sensibilidad y la experiencia necesaria para saber cómo llegar juntos
– acabaras siempre solo. Quedarse solo en el amor es mejor a nunca haberlo conocido. Aunque hasta para
quedarse solo en el amor hay que tener eso que llaman dignidad y respeto por
uno mismo y por el otro. No hay peor soledad que la que no se busca. En
cualquier caso, el hombre solitario o el hombre social, dos seres, la dualidad
que nos pone en la balanza y descubrirá en nosotros dos cualidades que
desarrollar, dependerá de cuál de las dos desarrolle primero, para sacar lo
mejor o peor de nosotros.
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