lunes, 23 de junio de 2014

Un síntoma por otro.

O como me gusta decir, una conducta por otra. Desde el punto de vista de la clínica, el síntoma es la expresión de una enfermedad, ya sea esta física o psicológica, pero tiene siempre inmerso el carácter interno del conflicto subyacente, dicen que combatiendo el síntoma, no se combate el conflicto o la enfermedad, ya que esta puede desarrollar otros síntomas, ahí es donde dicen se produce una sustitución de síntomas. Si le damos a un paciente una aspirina o una pastilla para la gripe, esta hará disminuir las molestias, pero no la gripe. El que quiere trasponer este modelo medico al psicológico muy a menudo se equivoca.. Los síntomas en psicología no se sustituyen como si fueran un grupo sistemático, en el peor de los casos aparece otro síntoma de conducta producto de un inadecuado manejo conductual. Ya que la conducta al ser un aprendizaje es normal que la persona al enfrentarse a nuevas situaciones exista una adecuación a las mismas. Este síntoma que aparece no es dependiente del “conflicto conductual”, si no de la contingencias o condiciones que la mantienen.

Caso 1. Carla es una abogada de 50 años en proceso de divorcio, este problema le provoca “ansiedad” manifestada por aceleraciones cardíacas, ruborizaciones, y  preocupación constante cada vez que habla con su esposo. La terapia de conducta le ayudo mucho en disminuir esos “síntomas” hasta desaparecer las aceleraciones cardíacas y ruborizaciones, sin embargo mostró posteriormente irritación con sus hijos ya mayores en situaciones que no podía desarrollar una de sus pasatiempos favoritos, la pintura, no había materiales y era una molestia el ir a comprar por que la tienda en donde vendían esos materiales quedaba muy alejada de su casa. Estas irritaciones permanecieron alrededor de dos semanas en donde discutía con sus familiares y daba a pie para que se siga quejando de su divorcio y que no era querida ni comprendida. Carla pensaba que esa emoción desagradable era producto de su “frustrado matrimonio” y su soledad. Se le instruyo a sus hijos que ignoraran  esas manifestaciones de la irritabilidad y que le dieran la atención debida cuando si tenía sus materiales y pintara. En Resolución de Problemas se le instruyo a Carla que comprara los materiales para largo tiempo y que no tenga la necesidad de salir de casa sin motivo, las irritaciones desaparecieron por completo para estas situaciones.

Caso 2 Jhonatan es un niño de 9 años de padres separados, que traía anotaciones en su agenda del colegio de dos a tres veces por semana porque no atendía las clases. Aunque tenía buenas notas, se decidió aplicar un programa de economía de fichas y costo de respuesta  para disminuir esas anotaciones y tenga más atención a las clases, reforzándolo con juegos en las computadoras y horas adicionales de TV. Las anotaciones disminuyeron a cero en tres semanas, sin embargo Jhonatan mostró verbalizaciones inadecuadas a su madre que nunca había hecho “eres mala madre” “tengo derechos” “quiero irme con mi papa”  cada vez que debía hacer la tarea en casa, la madre contestaba explicándole los hechos y la obligación que tenia el en hacer esas tareas. Se le instruyo a la madre que incluyera esas verbalizaciones en el costo de respuesta cada vez que Jhonatan le diga esas palabras. Y le reforzara cuando el exigiera de buenas maneras sus derechos. Esas verbalizaciones inadecuadas desaparecieron de inmediato a la primera semana y hasta la fecha no ha vuelto a presentarlas.

En ambos casos los síntomas que aparecieron después o en el transcurso del tratamiento se debieron a una adecuación y posterior reforzamiento de los familiares en el primer caso y el de la madre en el segundo caso, pero de ninguna manera  a los problemas que se trataron. La prueba empírica de esto es que manejando las circunstancias esos síntomas desaparecieron.  


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