La fantasía en el niño es normal,
le sirve muchas veces para iniciar el contacto con la realidad y puede ser
parte de sus experiencias, sus creencias pueden contener la veracidad de esas fantasías,
para ellos no son tales, son ciertas. Los adultos también fantaseamos, pero
mientras que en nosotros se puede vivir o sentir para escapar del estrés, ellos
creen en esas fantasías, Papa Noel, el ratón que cambia los dientes por monedas,
los cuentos de hadas, amigos imaginarios y ciertos dibujos animados pueden ser
parte de su sistema de creencias, su pensamiento a nivel simbólico y concreto o
también llamado pre operacional hasta los siete años más o menos, permite que
sus juegos tengan una simbología, en esta simbología es que entrar sus fantasías.
Sin embargo lo que es adecuado en cierta edad, no lo es en otras etapas de su
desarrollo, y esto puede entenderse de una manera meramente funcional y de consecuencias,
esto se da muy a menudo en sus contactos sociales ya sea en la escuela o en
juegos con niños de su propia edad. Un niño a los siete años es poco probable
que siga pensando que papanoel es el que le trae los regalos, sus propias
circunstancias familiares se encargaran de hacerle ver que no es el personaje
el responsable de sus regalos - sorprenderle al papa escondiendo el regalo de
navidad o de su cumpleaños –es un ejemplo de estas circunstancias.
Partimos del hecho de que las fantasías
generan ciertos estados emocionales agradables, estos estados agradables tienden
a permanecer más tiempo en las vivencias del niño, por ejemplo el engreimiento
o las caricias paternas pueden hacerlo creer que son más pequeños de lo que en
verdad son, por otra parte, mientras más edad tienen, sus fantasías que aun se
resisten a dejar, pueden llegar a inundar sus vivencias reales e interferir en
su percepción de la realidad y sus relaciones sociales. Niños que creen que sus
amigos en el colegio, tienen algunas conductas extrañas o misteriosas, o cuando
creen estar “enamorados” de ciertas niñas o viceversa, pueden estar
confundiendo sentimientos basados en la fantasía con acciones propias de la
realidad.
En la consulta son muy comunes las
niñas de ocho o nueve años, que creen
estar enamorados de sus amiguitos del salón, pueden confundir sentimientos si
no se les orienta en la definiciones de palabras y en la identificación de
emociones. Aquí los padres deben dirigir estos pensamientos y sentimientos a
estadios mas “maduros” haciéndole ver que es fantasía y que es realidad.
Los padres pueden hacer uso de
los cuentos en donde pueden introducir vivencias reales del niño, exagerando
algunas escenas del cuento e invitando al niño a que observe y comente lo que
puede ser real o no. Pueden hacer uso de fragmentos de obras literarias como El
Quijote de la Mancha-la escena de la pelea con los molinos en donde Sancho
Panza le advierte al hidalgo que no son gigantes sino molinos y la resistencia
de este de creerle, así como las consecuencias que le trajo a don Quijote no
creer a Sancho Panza y no ver bien la
realidad- y pueden debatir con ellos las características reales de una escena o
pensamiento y las fantasías. Aclararles términos como amistad, juegos,
compañerismo, ayuda o simpatía, para diferenciarlos con sentimientos de amor o
enamoramiento y que ellos mismos pueden estar confundiendo sentimientos. La
ayuda que un compañero puede darle, las sonrisas, los juegos o las preferencias
que él tenga con algún niño, pueden ser vividos como fantasía de amor o de otra
índole. Estas prácticas pueden ser usadas cuando el niño emita conductas problemáticas
o tenga problemas de relaciones sociales, producto de sus fantasías en lugares y edad
que ya no corresponde.
Las fantasías son buenas y
producen sentimientos agradables tanto en el niño como en el adulto, pero si
pasamos el limite, puede llevarnos a sentir
lo contrario. Si esas fantasías no le resultan problemáticas en el niño y
fomentan la creatividad todo estaría bien, pero si le provoca sentimientos
negativos, o exigencias fuera de la realidad es hora de llevarla a ella de
manera adecuada aclarándole la diferencia.
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