En los primeros años de la evolución
humana los impulsos han sido factor predominante para la supervivencia, la
agresividad quizá ayudo al hombre primitivo para salir bien parado, o vivo, del
ataque de otro hombre o de algún animal, los instintos como el sexo ayudo a
poblar la tierra y conservar la especie, desde la óptica naturalista y de la
supervivencia, esas fueron las formas de la incipiente relaciones humanas. Las
ciudades tribales tenían pocos pobladores, no había leyes hechas por el hombre,
sino las leyes naturales, la del más apto, y las consecuencias de esas
conductas quizás, eran menos punitivas de las que existen ahora.
En la actualidad, en esta
sociedad tecnológica del Siglo XXI, el autocontrol del ser humano debe ser una
de los requisitos para que nuestra sociedad, autollamada civilizada, sea
considerada como tal.
En las especies superiores como la nuestra –
aunque eso de “especie superior” pueda tener muchos detractores – el
autocontrol debe ser considerado un signo de inteligencia, podríamos llamar una
variante del autocontrol a la inteligencia intrapersonal de Gadner. Este psicólogo,
en su enfoque de las Inteligencias Múltiples, describe a la inteligencia
intrapersonal como aquella que nos ayuda a comprendernos a nosotros mismos y auto
controlarnos también. Desde la terapia de conducta, el autocontrol o como decía
Bandura (1963) la auto-regulación, puede influir en la interrupción de
conductas de habitos y costumbres. El fumador que desea fumar en un ambiente
que no está permitido, la respuesta agresiva ante el estrés, la persona que está
a dieta y quiere comerse una lasaña, son casos particulares en los que la
persona debe tener un autocontrol que lo regule. La vida en sociedad también nos
pone ejemplos en los que el autocontrol es signo de ser civilizado, en un
choque de autos, las personas ansiosas que esperan el cambio del semáforo o en
la transgresión a la ley. En el ámbito familiar, los padres estresados cuando
tienen que corregir de manera positiva a los hijos, la pareja que piensa serle
infiel a su consorte etc. Son ejemplos cotidianos de que el autocontrol es una técnica
a desarrollar para mejorar nuestro ambiente y lograr nuestros objetivos.
El autocontrol podríamos definirlo
como la capacidad de controlar la propia conducta ante la escases o nulo control
externo en el momento preciso. El
control externo debemos entenderlo como todo lo que está fuera de la persona.
Para que se lleve a cabo esto, la
persona debe primero observar que es lo que ocurre en el ambiente con relación a
ella, que la influye, y como puede modificar esa influencia. Entonces hablamos
de desarrollar la capacidad discriminativa de una persona, con relación al
ambiente o a otras personas. Las personas que logran el autocontrol, logran también
modificar parte de su contexto, porque puede operar sobre los sucesos del ambiente,
ya sea por que emiten o extinguen conductas.
A esta clase de relación funcional
sujeto que emite conducta en función de su ambiente, le llamamos autocontrol abierto.
El autocontrol necesita de la autoobservación
de la conducta y de un registro que
puede ser hecho por la misma persona en un papel o un pequeño block de nota.
Con lleva también a una recompensa, un autopremio que se da la misma persona
cuando alcanza su objetivo. Recuerde que la misma persona se obsequia, regala o
premia con alguna cosa en forma condicionada cuando haya alcanzado cierto
objetivo. Este equivaldría al reforzamiento en el análisis funcional.
Si Ud. amable lector quiere
practicar el autocontrol considere que:
-Debe observar que conducta desea eliminar o autocontrolar.
-Ponerse un límite de tiempo en
el que esa conducta no se emita, o disminuya su emisión. Proponga una
autorecompensa por alcanzar ese límite de tiempo con las menores emisiones de
la conducta problemática.
- Debe registrar por que se
produce esa conducta y de las cosas que la influyen
-Registre también lo que ocurre
en el contexto si Ud, llega a no emitir esa conducta.
-Empiece con limites y conductas mínimas
para que sienta el éxito y lo refuerce a seguir.