Según la mitología griega Acarnan
era hijo de Alcmeòn y Calirroe, por obra de Júpiter y a pedido de Calirroe, él
y su hermano Anfótero pasaron
directamente de la infancia a la
juventud para vengar la muerte de su padre.
Yo llamo síndrome Acarnan – a propósito
de un artículo anterior “El juego es cosa seria” publicado en este Blog el 26
de setiembre de este año - a las manifestaciones conductuales, cognitivas y
emocionales, de aquellas personas que desde niños han trabajado y que pasan, psicológicamente
hablando, de la niñez a la juventud, porque su responsabilidad de conseguir
dinero para comer le impidió “vivir su adolescencia”. Claro que física y biológicamente
pasan por la adolescencia pero psicológicamente se saltan esta etapa, puesto
que la adolescencia es considerada en el marco de la psicología del desarrollo y
como parte del proceso de maduración “edades psicológicas” más que edades físicas, importantes para afianzar de manera
adecuada su identidad y su responsabilidad ante la sociedad y ante ellos
mismos.
Las personas que pasan de la
niñez a la juventud lo hacen con la misma responsabilidad que tenían cuando eran chicos, ven el trabajo como una cualidad
y obligación por encima de la diversión, son rígidos y poco comprensivo con los
errores, debido a que no tuvieron el privilegio del ensayo y error de la adolescencia
y la capacidad de discriminar conductas dentro de una gama de posibilidades,
las relaciones que pueden reforzarle son aquellas relaciones que se den dentro
del ámbito laboral, su círculo social es
reducido y la capacidad de criticar y
rebelarse contra su circunstancias no son opciones que lo mueven, acostumbrado
a cumplir con lo que se espera de ellos, porque ahí fueron desde niños, los
hacen responsables, pero sin espontaneidad.
Los chicos que pasan estas etapas
de maduración temprana pueden ser vistos por los adultos como responsables y jóvenes
modelos. Sin embargo su conducta se enmarca dentro de lo tradicional, puede ser
menos impulsivos y pueden llegar a ser líderes de su grupo.
Las chicas son menos sociables,
introvertidas y tímidas para establecer relaciones sociales adecuadas. La
sociedad puede verlas fuera del patrón de comportamiento de las niñas de su
edad, porque se muestran fuertes y más dominantes que los chicos.
Lo que ocurre es que la sociedad
ha condicionado a estas personas a realizar conductas de adultos desde muy
niños, esto no es positivo, debido a que las etapas psicológicas –niñez,
adolescencia, juventud, maduración implican procesos sucesivos que sirven de
base para el aprendizaje de conductas estables que sirven a su vez como
estimulo para modificar conductas posteriores.
El hecho de que un niño entre al
mundo de los adultos desde edades muy temprana, es también adentrarse a sus
problemas y vicios, la edad de inicio en el alcoholismo la drogadicción y consumo de tabaco es cada
vez más temprana en los últimos años.
Aunque estas personas puedan
parecer maduros, esa maduración es solo aparente, la madurez también se
demuestra emitiendo conductas discriminatorias acorde con el contexto en que se
vive, por lo tanto siendo rígidos en cuanto a la norma, tienen poca posibilidad
de cambio cognitivo hacia pensamientos de cambios de estilos de vida, aunque
esos cambios lo lleven a su bienestar. La depresión, debido a escases de
reforzamientos y permanente exposición a labores fuertes, sin visos de cambio en
el largo plazo, puede llevar a estas personas a experimentarla.
De hecho, algunos psicólogos del
desarrollo han llamado también la atención que en la actualidad, la niñez se está
“acortando” de manera impresionante, hay muchos niños de familias adecuadamente
constituidas que tienen diez y once años que adoptan conductas de adolescentes
en su forma de vestir y de hablar, en estos casos, la historia de aprendizaje
es diferente a aquellos niños que trabajan desde edades tempranas por necesidad,
y se deben a modelos que la sociedad le ofrecen, por ejemplo la ropa de las
niñas de diez años son cada vez más cortas, parecidas a la ropa de adolescentes, hablan de novios o
enamorados desde los doce años, se ven escolares que no pasan de trece años, besándose
y tomadas de las manos de chicos de su edad incluso mayores que ellas pero también
menores de edad, lamentablemente el consumo de alcohol y tabaco desde edades
muy tempranas confirman esto de manera lamentable.
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