Hay muchos movimientos corporales dentro del repertorio conductual de una persona que no tienen función alguna. No tienen una relación funcional con ningún estimulo. La mayoría es auto estimulante, algunos pertenecen al grupo llamado signos neurológicos blandos, como la híper e hipoactividad, movimientos de pies y balanceo del cuerpo, perseverancia en la acción, trastorno del tono muscular, hipertonía cuando hay mucha presión o hipotonía cuando hay disminución en la fuerza muscular.
Los signos neurológicos blandos, al no ser patognomónico de un solo trastorno, es decir por no pertenecer a un solo trastorno, su presencia en el niño es motivo de discusión diagnóstica. Lo que si se puede aceptar es que pueden servir como examen clínico individual para saber la maduración del sistema nervioso autónomo y para el clínico experto no debe pasar desapercibido.
Ningún signo blando por si solo es síntoma de trastorno o patología, debe estar dentro de un grupo de síntomas descubiertos en la evaluación.
La mayoría de estas conductas motrices no son necesarias y pueden ser reducidas y compensadas por conductas socialmente más adaptativas y hasta estéticas.
Para lograr esto se debe utilizar el reforzamiento de otras conductas alternativas al movimiento indeseado. Se debe escoger un grupo de conductas alternativas para cada movimiento que se desea disminuir según corresponda la parte del cuerpo que ocupa el movimiento, así, si el problema esta en los brazos y manos las conductas alternativas pueden ser, hacer palmadas, ocupar sus manos en juegos de arena y reforzar positivamente la conducta nueva. Si el movimiento indeseado esta en los pies, los bailes, y pasos escénicos, así como ejercicios físicos pueden servir. En todo caso hay que tener especial cuidado en entrenar la conducta que no se parezca a la conducta que queremos extinguir. Una vez que la conducta entrenada se le haya reforzado lo suficiente aparecerá con más frecuencia. Se debe ignorar completamente el movimiento indeseado cuando aparezca. El efecto se debe a que dos conductas opuestas no pueden existir dentro de un organismo. Es decir no puede coexistir la calma con el movimiento, el miedo con la relajación, un movimiento a la derecha e izquierda simultáneamente.
Además, al reforzar constantemente el movimiento deseado, este se hará operante, es decir, se establecerá una relación funcional entre la conducta nueva y las consecuencias que de ella derive.
El reforzamiento diferencial de otras conductas es una práctica positiva para reducir conductas indeseadas, no se utiliza el castigo que podría significar una iniciación de una funcionalidad que no se quiere, además de que al no castigar al niño por su movimiento estereotipado, lo entrena para recibir el estimulo reforzador, si lo castigara, es mas probable que la conducta motriz indeseada se mantenga, debido a la huida del niño de la situación y la negativa de ayudar en el problema.
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