Juan se acerca a un expendedor de gaseosas,
mete su moneda y cae una botellita de plástico conteniendo el refrescante líquido.
Pedro va a un casino de esos en que se
gasta miles de soles en sus maquinas tragamonedas, mete el billete y aprieta el
botón que da puntos, esos puntos por lo general y a la larga, suman menos de lo
que vale el billete o lo que Pedro gastara en una noche.
Ahora bien, ¿Qué pasaría si Juan mete una
moneda en el expendedor de gaseosa y no cae ninguna botella de plástico con el refrescante
líquido? Tal vez Juan sea terco o tendría mucha sed que vuelva a meter otra
moneda pero aun así, nada de botella, es más probable que no vuelva a meter
ninguna otra moneda y vaya en busca de la tienda más cercana para aliviar su
sed. ¿Pero qué ocurre con Pedro y su conducta de meter un billete a la maquina tragamonedas
una y otra vez, aunque la ganancia sea menos de lo que mete en sus maquinas? Ahí
es donde aparece el pequeño conductista capitalista. Si señores las maquinas
tragamonedas están programadas para dar puntos de vez en cuando y así mantener
la conducta de meter billetes y apretar el botoncito muchas veces. En otras
palabras las maquinas tragamonedas están programadas con lo que en psicología de
la conducta se llama reforzamiento intermitente. ¿Qué es el reforzamiento
intermitente? Es una forma de otorgar un estimulo que refuerza algunas de las apariciones
de la conducta. Para que exista el reforzamiento intermitente debe de haber
existido primero un reforzamiento continuo, es decir, debe de haber primero
existido un reforzamiento siempre que aparezca la conducta. Pero no es que las
maquinas tragamonedas siempre haga que ganemos (el propietario del casino quebraria)
lo que ocurre es que ya llegamos con un historial o repertorio conductual de
ganancia (ya sea familiar, social o filial) que nos predispone ya y de por si
al reforzamiento intermitente.
Ahora bien y a ver si me siguen con la explicación.
Después de un tiempo que se refuerza
siempre la conducta, es decir, que haya
reforzamiento continuo, lo natural es que exista una saciedad por parte de la
persona a quien se le refuerza. Por ejemplo, si
Miguel siempre encesta la bola en el baloncesto, es más probable que se
canse y se aburra de meter todas las pelotas siempre. Podemos decir entonces
que se ha saciado del entusiasmo primero que le dio el meter las pelotas en la
cesta. Si María siempre es halagada por peinarse bien, se saciara de ese halago
y tal vez aparezca despeinada en alguna parte para llamar la atención. Pues
bien, eso es generalmente lo que ocurre cuando se refuerza siempre, es natural
y consecuente.
Para efectos de mantener la conducta de peinarse de María y de encestar la pelota de
Miguel, es preciso que evitemos la saciedad. Y eso se hace con el reforzamiento
intermitente. Es decir reforzando de vez en cuando la conducta de peinarse de María,
y la conducta de Miguel de encestar la pelota. Pero tampoco queremos que la
conducta de María y de Miguel desaparezca, por eso no dejamos de halagarlos, lo
hacemos de vez en cuando, si lo dejamos de hacer, la conducta de María de
peinarse siempre desaparecería y diríamos entonces que no está motivada.
Si quisiéramos eliminar la conducta del
jugador habitual de los casinos, bastaría con programar las maquinas para que
retenga los puntos con que premian, pero para el capitalista esto sería una
locura, por eso el pequeño conductista capitalista (la maquina) no está
programada para quedarse siempre con el dinero del jugador, a veces le da
puntos que puede canjear y mantener la conducta de “intentarlo” de nuevo.
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