A
menudo salen expertos a decirnos que
nuestra sociedad está “enferma”, crímenes pasionales, falta de valores,
violencia, narcotráfico, familias desintegradas, robos etc. Tendemos a creer
también que somos la única sociedad que sufrimos de esa “enfermedad”, sin caer
en la cuenta que el mismo diagnóstico se da en muchos países, ya que las
sociedades en general comparte alguna características comunes, por ejemplo la
familia como factor de educación, la religión, Derechos Humanos, la moral, etc.,
y tienen los mismos problemas, mayores incluso que los nuestros. Otras
sociedades tienen menos problemas sociales que nosotros, han evolucionado en formas
y prácticas sociales que permiten a sus ciudadanos ejercer conductas positivas
como la educación, respeto, competición, libertad, cooperación, etc.
Además
de las conductas sociales indicadas que caracterizan a una sociedad “enferma”, tenemos para añadir la
presencia de depresión, problemas psicofisiológicos,, ansiedad, estrés,
violencia de género, maltrato a los niños, a los animales y demás
manifestaciones que se conocen como trastornos psicológicos. En la niñez
problemas escolares, deserción escolar, bajas notas, acoso escolar, estrés. etc.
Pero
al leer el término de sociedad enferma
la mayoría pasa del conjunto al individualismo ciudadano, particularizan el
trastorno perdiendo de vista el papel de las variables ambientales que interactúan
con el organismo, que es otra forma de decir sociedad o cultura. Skinner decía
que una sociedad “Es un conjunto de contingencias de refuerzo, mantenidas por
un grupo, posiblemente en forma de leyes o reglas, presenta una dimensión
física definida y su duración es superior al del grupo que la
conforma, un patrón que puede cambiar, modificar o suspender sus prácticas, y
sobre todo el poder. Una cultura así definida controla el comportamiento de los miembros del grupo
que la práctican.” * Skinner no se refiere al control por el control, ni a una
dictadura, si no al control de las contingencias que regula la conducta de los
ciudadanos.
Las
sociedades y los Estados por lo general, a pesar de los esfuerzos que hacen en
organizarse, parece que no tienen un plan definido, un patrón estable de organización
que permitan la libre competencia, el refuerzo contingente a la conducta pro
social de los ciudadanos. El simple dictado de leyes no basta, falta la
efectiva aplicación de estas.
Las
sociedades han formado aleatoriamente formas de conductas reforzantes y satisfactorias sin ningún orden para los
ciudadanos, por eso, para algunas personas la vida es hermosa, para otros una
tragedia. La desesperanza que caracteriza a una sociedad “enferma” no es otra
cosa que falta de reforzamiento traducida en oportunidades de competencia hacia
la consecución de objetivos para todos
los ciudadanos, no para unos cuantos de acuerdo al apellido, condición social o
raza.
¿Acaso
la depresión no es una falta de reforzamiento a conductas satisfactorias? ¿Acaso
la desesperanza no se da por que la persona tiene objetivos en el futuro que sabe que le serán
difíciles de alcanzar? ¿El esfuerzo es bien recompensado? Cuando la persona se
esfuerza un tiempo y no ve logros, y si no ha sido formado hacia otras
satisfacciones pro sociales vendrá la desesperanza y la depresión. El esfuerzo
no puede durar eternamente. ¿Qué cosa es sino la falta de valores, sino la
escasa satisfacción que se consigue por
conductas que den bienestar a muchos? ¿Acaso la corrupción no es conductas
organizadas por un grupo dirigidas hacia la autosatisfacción en perjuicio de
los demás? Cuando el que gobierna lo
haga con el concepto de bienestar para todos,
la sociedad “enferma” no será tal, sino una sociedad que refuerce la
conducta pro social, una sociedad que el que trabaje progrese, una sociedad que
aplique consecuencias inmediatas a conductas inadecuadas, que castigue menos también
y premie mas la conductas de progreso,
libertad y cooperación.
Si
vemos la sociedad “enferma” en cada individuo no avanzaremos en nada. Para el análisis
conductual la sociedad no está “enferma” por eso en todo el articulo puse la
palabra entre comillas, si no que, no aplica de manera adecuada los principios que
forman la conducta humana positiva, esas que llamamos, pro sociales, libertad, decisión,
cooperación, competitividad, bondad, honradez, decencia, etc y cuando las aplica lo hace sin saber y de
manera aleatoria, no contingente y no arbitraria, que llega a pocos, no a la mayoría.
*Skinner
“Sobre el Conductismo”
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