Por principio, lo que busca un
tratamiento conductual es ser constructivo y no supresor de conductas, esto
quiere decir que el conductismo no pretende suprimir conductas ya aprendidas en
la persona, no pretende restar ni disminuir el repertorio de aprendizaje de
ninguna persona, lo que pretende todo tratamiento conductual es enseñar
conductas nuevas y positivas a la persona que lo necesite, iniciarlo y
establecer dentro de su repertorio conductual, conductas que logren una
adaptación positiva a su ambiente, de este modo cuando los padres piden
sugerencias sobre el tratamiento siempre opto por el uso de técnicas positivas.
El uso de técnicas negativas, como el
tiempo fuera o el castigo se usa única y exclusivamente cuando otras técnicas
más recomendables para enseñar conductas demoran en dar resultados o este
aprendizaje está siendo interrumpido por conductas tan desadaptativas que
impide que el niño o el adulto aprendan nuevas conductas.
Cuando se habla de enseñar
conductas hablamos de método constructivo, nos estamos refiriendo a aquellos
planes que buscan iniciar, establecer y mantener una conducta –generalmente
positiva y adaptativa – usando diferentes técnicas como reforzamiento positivo,
reforzamiento de otras conductas incompatible con la conducta problema,
reforzamiento de tasas bajas de respuestas etc.
Se utiliza aquí también las diferentes técnicas de mantenimiento de la
conducta nueva emitida, como son los programas de reforzamiento continuo,
intermitente, de intervalo fijo o
variables y los programas de razón. Esto, dentro de un programa conductual
orientado a metas y objetivos sigue un proceso
con lapsos que varían de organismo a organismo o de sujeto a sujeto, su
fin es enseñar conductas nuevas.
Cuando queremos suprimir
conductas o eliminarlas, el método supresor, como su nombre lo indica, disminuye
o elimina conductas, también usan tiempos
de aplicación y están sujetos a programas conductuales, en ella se
utiliza técnicas como el castigo, tiempo fuera, economía de fichas etc., en el
mejor de los casos, estas técnicas deben ser aplicadas seguidas de alguna
técnica positiva para lograr mejores resultados.
Cuando el profesor se queja que
Juan, bosteza mucho y no presta atención a la clase, tratar de disminuir o
eliminar los bostezos y dirigir la mirada al profesor, pueda que no ayude a
mejorar el rendimiento de Juan, solo hará de él, un niño que no bosteza pero
seguirá inatento, pero sí en cambio, reforzamos las intervenciones orales en
clase, Juan aprovechara y se nutrirá del intercambio de opinión con el profesor
haciendo más probable que su rendimiento mejore. De esta manera, lo
constructivo del conductismo se cumple debido a que establecerá y mantendrá la
conducta de intervención de Juan mediante las técnicas de reforzamiento y no
solo disminuirá sus bostezos, ya que la intervención reforzada en clase ocupara
el tiempo y la atención de Juan, más que si tratáramos de criticarlo y disminuir
su conducta mediante castigo. Es común pensar que haciendo que los niños o
jóvenes dejaran de comportarse mal, esto redundaría en su aprovechamiento
escolar, pero esto no es tan cierto, Ferritor y col (1972) lograron reducir
mediante un programa, la conducta desorganizada de un grupo de jóvenes de 12
años, pero el aprovechamiento escolar no mejoro, Sulzer y Azaroff (1975). Pero
estos últimos, coincidieron que un buen aprovechamiento escolar está acompañado
de la reducción de conductas desadaptativas. Aquí la combinación de técnicas supresivas y
las de reforzamiento dan los resultados esperados.
Enseñar conductas mediante el
reforzamiento positivo es el objetivo base –o debería serlo – de todo programa
conductual.
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