Medio día en la ciudad de Lima,
en la parte lateral de la Plaza de Armas, hago un trámite en el local de la
Municipalidad, mientras espero en el segundo piso, me asomo al balcón del
frontis y observo el Palacio de Gobierno, están haciendo el cambio de guardia,
hay regular cantidad de gente pero desde mi posición se logra ver por encima de
las cabezas de esa gente que de pie, junto a la reja del Palacio, observa como
los soldados vestidos de rojo y botas, a paso de tortuga, en fila india y muy
marciales, se relevan de sus obligaciones hasta más tarde, la gente que
observa, en su mayoría de condición pobre, aplaude y se cuida la cartera, pues
saben que una “mano amiga” le llevara su dinero, si lo tuviera, para cuidárselo
mejor que el mismo. Pasa detrás de ellos, una vendedora ambulante algo
regordeta y seguida de dos niños de unos cuatro y cinco años, ofrece en una
pequeña caja de cartón, chicles, galletas y demás golosinas, los niños que la
siguen, llaman la atención de otro infante bien vestido que aparenta la misma
edad, hijo de uno de los observadores del cambio de guardia, se les queda viendo asustado y siguiéndolos
con la mirada, más allá, casi al lado extremo, una pareja joven de enamorados
parece importarle poco el paso de los militares y se besan casi a escondidas,
el amor y la guerra, en un pequeño espacio de terreno.
Policías con casco y escudos
caminan al borde de la acera parecen cercar a los mirones del Palacio, están
esperando que acabe el cambio para desalojarlos, pues hay una marcha de
trabajadores exigiendo sus derechos sin cumplir sus obligaciones. En la pista,
por culpa del semáforo en rojo, lento y cargoso, una fila de autos esperan
pasarlo, un tico, un Volkswagen escarabajo de esos que ya no se ven está
detrás, detrás de él una camioneta 4 x 4 grafica que el avance económico no le
toca a todos, tampoco a la vendedora de golosinas, que por segunda vez jalonea
a uno de sus hijos porque no avanza rápido, tal vez tenga la errada idea de que
la distancia de los pasos del niño deben medir iguales a la suya. Mermeleros a
sueldo, vagos, desocupados, ladrones de poca monta, alguno que otro con
corbata, mujeres de edad avanzada y jóvenes promesas de los estudios
universitarios completan el total de la gente que mira.
Sale el presidente de la
República por el balcón, está acompañado del presidente del Congreso y del
Poder Judicial, tengo conocimiento que tenían una reunión de coordinación,
saludan al fondo de la multitud, sabiendo tal vez, que si saludan a la gente, no
recibirán respuestas. Detrás de ellos algunos congresistas y jueces completan
la fauna. La bandera peruana, sin lavar, flamea en el mástil de Palacio. El
jefe del batallón busca en el balcón a su jefe supremo y le avisa el término
del cambio de guardia, asienta este con la cabeza sin una sonrisa, un militar
nunca debe reírse en público, no es marcial decía mi padre, tampoco en privado
decía mi madre antes de una carcajada, un caballo jaspeado y con plumas en la
cabeza lleva al insonriente-perdonen el barbarismo- hacia la puerta lateral en
donde dormirá la siesta. Un grupo niños de colegio que no pasan de los ocho
años, están dentro del palacio junto al túnel por donde paso el caballo, junto
con sus maestras ha asistido a visitar el Palacio, como parte del curso, asombrados
ante la marcha y el caballo, flamean pequeñas banderitas roja y blanca; se les
acaba la hora de visita, volverán a la rutina del aula, la gente mirona seguirá
circulando, el ladrón robando, el de corbata y el de sin ella, los que están
dentro y los que están fuera, la pareja seguirá besándose en una banca de la
plaza, los vagos buscaran mirar a otra parte, la vendedora de golosina a
seguido su camino, el tico y la camioneta 4 x 4 ya han pasado, los policías
terminan de desalojar de esa pequeña cuadra a todos los que estaban, y toman sus posiciones, pues la marcha de los
trabajadores se acerca y hay que impedirlo, yo me meto al municipio y pienso
que mejor regreso otro día, las bombas lacrimógenas irritan demasiado, bajo y
me retiro de la plaza, no sin antes pensar que si Hefestos hubiera hecho el
escudo en el Perú , hubiera tenido más trabajo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
haz tu comentario aqui