Los síndromes de la infancia
están referidos al conjunto de signos y síntomas que presentan los niños en su comportamiento y emociones y
que pueden llevarlos a desarrollar un trastorno de personalidad en la vida adulta.
Ya dijimos en un artículo anterior que el concepto de trastorno ha variado en
el tiempo, en la actualidad este término no tiene el componente mórbido de
antaño.
Un trastorno en la actualidad se
entiende como un patrón de comportamiento estable y conflictivo que se origina
en las experiencias tempranas, con componentes cognitivos, emocionales y
conductuales que hacen sufrir a la persona principalmente por que el conflicto
se da en sus relaciones sociales, laborales y familiares. No es una enfermedad,
sino un modelo de comportamiento que ha sido reforzado, lo que lleva a que
siempre vuelta a repetirse.
Existen diferentes trastornos de
personalidad y cada una de ellas tiene su síndrome de la infancia. Niños que
mediante su comportamiento dejan ver la posibilidad de desarrollo posterior de
un trastorno de personalidad en su vida adulta.
El reforzamiento tan importante
en las experiencias tempranas de la infancia, marcan definitivamente un modelo
de relación de acuerdo al reforzamiento que se haya dado.
El clínico puede detectar los
trastornos de comportamiento y de las emociones en la infancia, estas
dificultades que tiene el niño en sus relaciones deben ser evaluadas y tratadas
antes de que se condicionen a presentarse invariablemente en la vida adulta.
Algunas consideraciones que se
pueden observar en los síndromes de la infancia que pueden desarrollar en un trastorno en la vida
adulta, son la frecuencia y la intensidad de la conducta y de la emoción, así
como también el contenido del pensamiento en base a creencias y estilos de
crianza.
Como escribimos antes, los
reforzamientos, los castigos, premios y demás relaciones que los niños tienen
en el desarrollo y habitualidad dentro de la familia, los van a disponer a
ciertos comportamientos habituales, que para los padres pueden pasar desapercibidos,
sin embargo, lo que dentro de la familia puede tomarse como alguna rabieta o
reacciones emocionales normales, en la escuela es donde se detectan en mayor números
estos síndromes de la infancia, debido a que el niño, en su interacción social
con adultos y otros niños, demuestran conductas y expresiones emocionales que
le dificultan una agradable relación interpersonal, además de aprovechamiento
en su aprendizaje.
Pongamos un ejemplo para que
entendamos de que se trata, muchos adultos muestran su desagrado cuando ven
niños llamados malcriados, expresivos e
informales, pero si nos vamos al otro extremo, es decir, cuando vemos a niños “formalitos”
serios y dependientes de las normas y obedientes por que “así debe ser” puede
que estén formándose con una personalidad compulsiva, el síndrome de la infancia
del adulto compulsivo puede observarse en niños que muestran ansiedad no
focalizada a algún objeto especifico, preocupación excesiva, hipermaduros, búsqueda
de aprobación y pegados excesivamente a las normas y quejas somáticas. Estos síntomas
y signos son producidos por padres exigentes, ya sean por coacción o persuasión
da lo mismo, que refuerzan la estricta socialización y educación de sus hijos.
Al final una vez acabada la exigencia paterna cuando son adultos, estos niños guían
su comportamiento de acuerdo a las reglas aprendidas. Muchos oficios son
ejercidos por estos adultos impulsivos y obsesivos, por ejemplo gerentes
tiranos con sus empleados, jefes militares y policías, padres dictadores y
abusivos, muy estrictos y en general cualquier oficio que requiera mucha disciplina
y el ejercicio del poder serán bien vistos y ejercidos por estas personas.
A pesar de que los adultos ven
con buenos ojos a estos niños muy disciplinados, el resultado no es muy halagador
para ellos cuando son adultos.
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