martes, 17 de diciembre de 2024

FABLA SALVAJE

 


Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo haré con un cuento de Vallejo que precisamente narra aspectos psicológicos de origen desconocido en una pareja de esposos, Balta y Adelaida, viviendo en un paraje de la sierra peruana. No soy un lector asiduo de novelas; prefiero los ensayos, narraciones y demás variantes literarias. Cesar Vallejo no es muy reconocido por su narrativa; se le admira más por su poesía, pero el bardo escribió algunos cuentos hermosos como Fabla salvaje (1923), su segunda obra en prosa. El término fabla viene del latín fabula y de fari, que es hablar, y también del español antiguo hablar o sentencia. Y tal como señala Ricardo González Vigil, citado por Mazzotti (2021), el título Fabla salvaje alude al habla, la fábula y la confabulación.

La descripción que hace Vallejo de los elementos del ambiente, situaciones y características de los personajes es, en su medida, poética. Esta pareja vive feliz, alejada del pueblo; no tiene hijo, pero vive con un hermano de ella de ocho años de edad. La vida de Adelaida transcurre haciendo sus quehaceres cotidianos, dedicándose a la casa, cocinando los alimentos y haciendo las cosas habituales de la chacra. Balta, por su parte, realiza su labor de campesino. Vallejo describe algunas características de ambos. A Balta lo describe enamorado de su mujer, campesino alegre de buen ánimo, sano de cuerpo y espíritu; a ella como una mujer entregada a su marido, alegre pero a la vez llorona de puro sentimentalismo, empeñada en cumplir con su rol de esposa. El escritor le da a Balta un añadido más, y dice que es “más de la mitad, oscuro aldeano de las campiñas”. En la obra, Balta poco a poco sufre un cambio de pensamiento que desencadenará en deformaciones cognitivas, alucinaciones, creencias sin fundamentos, que a su vez lo llevará a experimentar sensaciones desagradables para con su mujer y su vida diaria. Finalmente, Balta  terminará cayendo al abismo, no se sabe si empujado por una fuerza extraña o por una decisión suicida, como una silueta que cae al vacío desde un peñasco.

 La gente de nuestro Ande es en su mayoría creyente de lo mágico-religioso. El pago a la tierra, las fiestas y costumbres  paganas como el baile y el festejo junto a la virgen religiosa son una demostración de fe en lo religioso y en lo mágico. El asunto radica en cuán creyente se puede ser, a tal punto que esas fuerzas mágicas pueden tomar control de los pensamientos, organizándolos, provocando alucinaciones y sensaciones, convirtiendo elementos de la naturaleza en evidencias palpables y visiones que guían el delirio.

Eso es lo que le pasó a nuestro personaje: comienza su declive cognitivo y emocional cuando al levantarse una mañana rompe el espejo. Canta la gallina y rebuzna el caballo, signos que para Balta y Adelaida son predestinaciones de algún mal.

Las creencias religiosas y su influencia en la conducta no están consideradas un problema psicológico por sí mismas, pero cuando distorsionan la realidad, hay que tomarles interés. Puede ser que para una persona la experiencia de verdad y realidad pueda existir, aunque no sea físico. En ese sentido, las creencias mágicas religiosas desde un punto de vista fisicalista  son falsas, pero desde el punto de vista psicológico es real, y es verdad porque es un hecho que se lleva a cabo en la mente y su funcionamiento puede ser medido y comprobado físicamente. Para Balta, la relación entre lo mágico de la rotura del espejo y su percepción alucinatoria son estrechas; él cree que toman fuerza material e influyen en el amor de Adelaida; y hasta siente que lo roza cuando, al borde del peñasco, “algo lo hace caer al abismo”. La soledad del Ande que refleja lo que Vallejo escribe de Balta: “más de la mitad, oscuro aldeano de las campiñas”, es signo de su personalidad solipsista, cuando, a petición de Adelaida, Balta se niega a que se muden a vivir al pueblo. Esto demuestra el poco interés en los contactos sociales de Balta y la soledad del caserío  que propicia los devaneos de un alma atormentada y la conexión distorsionada del pensamiento supersticioso y la realidad. ¿Es una locura lo que atormenta a Balta? ¿Es una depresión? Al final del relato, y para darle la coincidencia de lo que Spengler llamaba el sino del destino, cuando Balta cae al abismo, esa misma mañana, nacía su hijo, quien es cuidado por la abuela, que se da cuenta de que da sobresaltos sin motivo mirando largamente a la puerta. ¿Habría acaso una conexión entre el espíritu de Balta y el recién nacido? ¿Acaso Vallejo quiso describir la trasmutación platónica tácita y andina al final del cuento?

Queda en el análisis si el fin de Balta fue causado por su locura, alguna fuerza sobrenatural del ande o la magia de algún espíritu diabólico.

 


lunes, 16 de diciembre de 2024

Enfermedad del munay o del gusto reprimido


En el manual de enfermedades del aborigen de Lauro Hinostroza, hay una que le llaman munay o del gusto reprimido. También llamada enfermedad del avaro. Los  campesinos creen que se origina en el antojo de alguna comida o bebida. Este síndrome puede darse en circunstancias en que se asiste a ferias o festivales que se da en diferentes comunidades, o en la misma comunidad. Es entonces que la persona ve comida y bebidas diferentes a su medio cultural y se le antoja comer y beber, pero como no tiene dinero, y en esas ferias que asiste, no existe el intercambio o trueque del que están acostumbrados, no queda más que el munay o reprimirse el gusto. La cosa empeora si en esas ferias que asiste el campesino no se da los intercambios ni la ofrenda de alimentos. Decepcionado el campesino va por el camino del munay o la insatisfacción de comer.

La persona puede presentar diarreas, angustia o jacapakuy y se le va el apetito por varios días.

 La “curación” se da cuando la persona come lo que se antojo en su oportunidad y no se le dio. Se prevé este síndrome fomentando la reciprocidad en la entrega de alimentos, repartiendo las comidas en las ferias y dar de comer a aquella persona que ha sentido el olor de la comida para que “no se quede con el antojo”.

No existe la equivalencia, o no figura síndromes relacionados en el CIE 10. Para la medicina no hay explicación valida. Sin embargo el munay tiene una interpretación económica social en la repartición de alimentos en la comunidad. En lo económico, el campesino piensa que en la producción de alimentos y en la crianza de animales participan en el grupo todos los miembros y por esta razón todos deben de gozar de su preparación en la cocina. Y en lo social, a los miembros que después de haberse aprovechado del trabajo colectivo esconde, guarda y no comparte el producto se le llama maqlla o tikti. Entonces cuando llaman a alguien bajo esa palabra, saben que priva del producto a la comunidad.


Espanto – Saladera.

 


En la región del Amazonas los pobladores conocen un síndrome que consta de  quejas  diversas relacionada a “perdida del alma”, miedo, temor intenso a lo sobrenatural. Es frecuente que los pacientes no sufren de manera directa los acontecimientos que los asustan, sino que reaccionan cuando otros familiares se asustan. Las personas que presentas este síndrome, se agitan, no comen, no duermen, tienen confusión mental, apatía, y se vuelven introvertidos. La medicina moderna le atribuye a enfermedades orgánicas no especificadas. También se le atribuye a la ansiedad, estrés y baja autoestima.

El CIE 10 sugiere F48.8 Otros trastornos neuróticos especificados.

viernes, 13 de diciembre de 2024

Susto o Mancharisqa

 Y seguimos describiendo algunos síndromes étnicos que no pueden ser situados o ubicadosdentro de las categorías  psiquiátricas ni psicológicas  usadas internacionalmente. En México y América central y del sur se conoce un síndrome llamado susto, caracterizado por respuestas excesivamente exageradas al hecho traumático o una fuerte impresión, puede presentar síntomas como la repetición psicopatológica que hace una persona de palabras y frases dichas por otra, puede ser repetitiva y persistente, pudiendo ser dicha en tono de burla. De ecopraxia, que es la repetición psicopatológica de los movimientos de una persona por otra. Puede presentar atención focalizada en un estimulo con alteración de la conciencia, como si fuera un zombi, dolor de cabeza, ojos desorbitados y mucha angustia.

Algunos especialistas lo ven como una respuestas neurofisiológica y súper sugestionables. Para algunas personas presentes al momento de la crisis, puede parecer divertida, sin embargo la persona que lo sufre, se siente avergonzada.

Puede ser ocasionado por las montañas, la madre tierra, algunos seres incestuosos o carcachas del campo. La forma de adquirirla es que la persona  se encuentra de noche con los seres carcachas que los asustan o también se da cuando las montañas le gritan por no haber dado tributo a la tierra.

La CIE 10 sugiere: código F48.8,  Otros trastornos  neuróticos especificados o código F44.88 Otros  trastornos disociativos

 

Referencia: CIE 10

Enfermedades del aborigen: Lauro Hinostroza García.

sábado, 7 de diciembre de 2024

SONQUNANAY

 

En la sierra del Perú hay un síndrome en que la persona presenta pena, tristeza, melancolía, desasosiego, congoja y abatimiento. Las causas de esta aflicción pueden ser variadas: Por la soledad, abandono, preocupación por una persona que está lejos y se le extraña. Puede ser también causada por haber tenido un sueño angustioso o pesadilla. Según el Dr. Hugo Delgado, en sus cuadernos de medicina tradicional nos dice que se les conoce con el nombre genérico de SONQUNANAY. Las investigaciones de Sal y Rosas sobre la presentación de esta dolencia en el mundo andino no han tenido seguidores y suma la epilepsia como manifestación somática en zonas del callejón de Huaylas, acompañada de ataques psíquicos como “nervios” con pérdida y/o alteración de la conciencia. En cada región se le conoce con nombre diferente, según su presentación y manifestación física y psicológica:

En Cajamarca se le conoce como Procundia, con síntomas como excesiva tristeza, pena y aflicción por algo o alguien, dolores de cabeza, suspiros y dificultades en la respiración.

En Ayacucho, como Sonqunanay, manifestándose como depresión prolongada entre enamorados, con síntomas como mareos, vómitos, dolor de cabeza, debilidad y hasta desmayos.

En Puno, Atak Usu o Tuku Usu – Ataque – se presenta en adultos que cuando eran chiquitos les hacían llorar demasiado y han estado mal alimentados, y cuando crecen “tienen muchos pensamientos y se vuelven tristes porque tienen movido el cerebro”

La pena y la cólera también causan un síndrome que en la Amazonia se conoce como Pulsario.

En Iquitos se le conoce como Pulsario a la enfermedad que se manifiesta como ansiedad, inquietud y movimientos excesivos que le da solo a las mujeres y que se siente como una “bola en el estómago” que se origina por una pena y cólera no expresada o reprimida por mucho tiempo; también puede ser causada por la pérdida de un familiar cercano.

En Pucallpa se presenta un síndrome parecido llamado Rate o también Pulsario, caracterizado por una pulsación y dolor de estómago como consecuencia de una emoción fuerte o problemas personales, asociado a la pena por pérdida.

Algunos de estos síntomas aparecen en el apéndice 2 del CIE-10, como síndromes potencialmente relacionados, y los llama colerina, bilis y pensión. Sugiere usar el código F.32.11, episodio depresivo moderado con síntoma somático.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


FABLA SALVAJE

  Y para cerrar esta serie de artículos que trató de síndromes psicológicos étnicos o, si se quiere llamar, de psicología comunitaria, lo ...