La conciencia es un proceso mental interno, un concepto que se usa mucho en psicología de la mente, la psicología cognitiva y en filosofía. Como todo evento interno, es una experiencia mental subjetiva de los humanos. Esta definición no guarda el rigor científico ni la parsimonia requerida del materialismo conductista, por eso, desde la visión de la psicología conductista, se propone el término de autoconciencia en el marco del principio de la navaja de Occam. Las neurociencias también han buscado formas de definir la conciencia de manera objetiva sin caer en el mentalismo; sin embargo, para ellos la conciencia es una propiedad de la materia-cerebro, en otras palabras, del organismo. Para la ciencia de la conducta, por el contrario, la conciencia vendría a ser una propiedad no de las estructuras cerebrales, sino de la conducta.
Para Skinner, la conciencia vendría a ser una conducta compleja que se estructura bajo los principios de la conducta verbal y bajo el control de estímulos discriminativos, aprendidos y reforzados socialmente por la historia de interacción con el ambiente.
La sociedad, por intermedio de la conducta verbal, nos enseña y refuerza las palabras y conceptos que usamos para discriminar nuestros eventos privados como pensamientos y creencias, hablarnos a nosotros mismos de lo que hemos hecho, si está bien o está mal, lo que supondría que la conciencia al ser un evento privado sería autoconciencia y estaría originada por los reforzamientos sociales que nos han orientado a definir nuestros pensamientos y creencias, dándonos cuentas de lo que hemos hecho y reorientándolos si es necesario a pensamientos y conductas más adecuadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
haz tu comentario aqui