La etiología del trastorno
negativista desafiante, en adelante TND, son múltiples, por un lado, la herencia
que según algunos estudios podría alcanzar un 42%; las influencias ambientales
significativas, los estilos de crianza y el temperamento, componente este
último, que sí podría contribuir al desarrollo de un TND. Y es que el
temperamento puede darle al niño o adolescente más sensibilidad al estrés.
Observaciones al respecto, muestran que un ambiente estresante, con antecedentes condicionantes mínimos, fueron
detonantes importantes para la crisis. Durante la reactivación, el tiempo de presentación
de la crisis dura mucho más y en la fase de recuperación (calma posterior) los
niños con TND demoran más en recuperarse y pasársele la rabieta que los demás niños
sin TND.
Esto se debe al grado de
sensibilidad al estrés en niños o adolescente temperamentales. La demora en la recuperación puede deberse,
desde el enfoque neurofisiológico a la inmadurez del lóbulo frontal que
le ayudaría a establecer planes de acción para la calma de la crisis. Sabemos
que esta área cerebral ayuda para el control de la conducta y estos son algunos
de los órganos que demoran en madurar en el ciclo de vida (alrededor de los 25 años)
sin embargo los aprendizajes de las técnicas de control emocional en el
tratamiento psicológico irán formando rápidamente los planes de acción para que
aprendan a relajarse y que la recuperación de la crisis sea en menos tiempo.
Por eso es importante la
inclusión de técnicas de control de la ira, emoción y conductas asertivas en
estos niños y adolescentes con TND, que incluya, entre otras técnicas, la identificación
de síntomas físicos, emocionales o cognitivos que le avisen que ya están en la
fase basal o de inicio de la crisis y así poder controlarse.
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