La historia conductual de una
persona es clave para saber si un estimulo será
un reforzador, un estimulo puede ser que no tenga el efecto reforzante
que queremos en un programa conductual. Este efecto reforzante se da
cuando su probabilidad de aparición va
de la mano con la emisión de la conducta. ¿Por que decimos que la historia
conductual, o para ser más exactos, la historia de reforzamiento es clave para
saber si un estimulo será reforzante? porque esa experiencia directa y
relacional con ese estimulo lo preparara para tener una respuesta negativa o
positiva en el tratamiento. Veamos si con un ejemplo se entiende mejor.
Claudita de tres años rechaza constantemente la comida, para su mama es un problema
porque puede poner en riesgo la salud de la niña, por más que se le alaba y
festeja cuando recibe un bocado, no recibe otro después de un lapso largo.
Vemos que la alabanza y los aplausos no tienen el efecto reforzador para
Claudita en el momento del almuerzo. Se le pregunta a la madre si es la única
oportunidad en que la alaban y festejan sus gracias, ella responde que no, que
Claudita está acostumbrada a que le festejen cualquier tontería (Sic), que por
lo general llama la atención con sus travesuras para ver la sonrisa de la gente.
En este caso es fácil ver que la alabanza que se le hace no es reforzante, por
lo que se debe de extinguir las alabanzas que se le hace a Claudita cuando hace
cualquier travesura, mantener esta extinción por un tiempo, y hacerle festejo
solo cuando almuerza, de esta manera la alabanza y el festejo se centrara solo
cuando pruebe comida y dará el resultado reforzador que se desea.
Para los jóvenes de más edad funciona
igual, Javier es un adolescente de 12 años que se resiste a hacer su tarea de
forma adecuada de buen humor y lo hace a menudo con resistencia. Se usa las
alabanzas también cuando lo hace, pero la madre no ve que tiene buenos
resultados. En este caso muy común que se ve a diario, lo que da resultado es
presentarle la alabanza que puede ser “muy bien Javier buen trabajo” en
momentos que se hace una actividad reforzante junto a él. Como por ejemplo
jugar pelota, en la computadora, en el parque, o alguna otra actividad que se
haga en familia. Con el paso del tiempo la alabanza por si sola surtirá el
efecto reforzante por si sola. Se le pidió a la madre que le dije “muy bien”
cuando jugaban con él en su amplio jardín, cuando juagaba con su hermano y su
padre, cuando ganaba un juego en la computadora, y se le suprimiera la alabanza
en el momento de hacer su tarea. Al cabo de quince días, Javier respondía con
menos mal humor cuando le pedían que haga la tarea y le decían muy bien cuando
se sentaba en el escritorio. Al cabo de un mes y medio, el mal humor en el
momento de hacer la tarea desapareció aunque si mantenía la resistencia pasiva.
En este caso el tiempo le dio el poder reforzante a las alabanzas por que se
le vinculo a una actividad neutra
(futbol, juegos). En resumen un estimulo puede tener efecto reforzador, lo importante
es introducirlo en la historia de aprendizaje de la persona, en su historia de
reforzamiento, sin embargo hay que tener en cuenta la variable tiempo, siempre
les digo a los padres o clientes que vienen a consulta que la paciencia es
fundamental en el tratamiento conductual, no es una paciencia ascética ni
imperturbablemente estoica, es sin embargo una observación que le hace ver al
cliente que así como el tiempo se encargo de hacer más fuerte la relación
funciona entre la conducta y su consecuencia actual, así mismo hay que esperar
el efecto inverso, no con el mismo tiempo, si no justo en el momento del cambio
que se dará conforme a la intensidad y continuidad de la técnica,
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