En Esparta, los niños eran formados en el carácter desde edades muy tempranas. Nicole Loraux nos habla de la formación de los jóvenes espartanos en el “Pònos” que era para los griegos, la larga pena del dolor de la vida y las batallas. Por su parte, el historiador de las religiones Micea Eliade nos narra en sus crónicas, las muchas agrupaciones tribales como los nativos de Norteamérica, que preparaban a los niños para la caza y cuando eran adolescentes lo separaban de los demas miembros de la comunidad para un ritual que era el paso a la etapa adulta, de este modo, entraban a formar parte de la tribu ya como integrante adulto con derechos y responsabilidades. En la Edad Media, Los niños si se portaba mal era castigados severamente. Contrariamente a lo que se piensa, el historiador Robert Fossier nos dice que no era considerado “un adulto en pequeño”, sin embargo, se le agredía mucho pero no por que los padres eran insensibles ante el llanto de su hijo, si no que, impregnada como estaba esa epoca del pensamiento escolastico, la tanda servía como sanación ante una posible posesión diabólica. Sea como fuere, las condiciones de los niños en la antiguedad eran duras, si tenian la suerte de sobrevivir a las múltiples enfermedades de esos años, cuando cumplian los diez o doce años, ya estaba preparado para el ejercito, las tarea del campo o del hogar.
En la actualidad los avances morales impiden y prohíben castigos severos para los niños. Shapiro recomienda que un castigo efectivo ante una conducta negativa en la que se vea perjudicado otra persona, seria hacer sentir verguenza y culpa al niño, pero esto solo seria aplicable cuando las conductas inadecuadas perjudiquen o causa daño a otra persona.
Zulzer- Azaroff y Mayer recomiendan el castigo solo cuando otras técnicas positivas antes empleadas no den resultados, y cuando una conducta es perjudicial para él y los demás, como por ejemplo la agresion. Skinner nos advertia ya que el castigo y el constante control hacia los niños, ocasionaban que estos ejercieran un contracontrol, huyeran de la situacion controlada o castigada perdiendo una ocasion propicia para la enseñanza positiva.
Los derechos de los niños han guiado planes de gobiernos, instituciones del Estado y privadas para protegerlo de los peligros y riesgos que toda sociedad trae. Pero la gran pregunta que se hacen los padres es: ¿Que hago si mi hijo no me hace caso y es un rebelde? . Sería ingenuo pensar que un niño se va a comportar de manera adecuada siempre, y que sus conductas disruptivas o agresivas puedan no recibir un estimulo adversivo esperando que la conducta negativa desaparezca de la nada. Generalmente los niños tienen un entendimiento fugaz y no permanente de los sucesos que le ocurren, esto se comprueba cuando se le dice al niño ¿Me has entendido? Y si el niño mueve la cabeza afirmativamente se entiende que a comprendido, sin embargo nos sorprendemos si vuelve a presentar la conducta inadecuada al rato o al día siguiente.
Personalmente al pie de las investigaciones y de la experiencia, creo que los castigos deben reducirse, a cero si es necesario. Más que por miedo a la Ley por una cuestión ética y moral- no se le debe agredir a un niño-. Sin embargo cuando presentan conductas agresivas o desadaptativa los padres podrían verse en la necesidad de aplicarle un suceso o estimulo adversivo que le afecte al niño. Sin embargo si se le agrede al niño por una conducta que hizo, no estaríamos arreglando el problema, ya que hay varias formas de hacerle ver las consecuencias de sus actos con formas más positivas y menos inclusiva como el castigo fisico.
Los Derechos del Niño y del Adolescente nos obliga a nosotros los psicólogos a implementar programas conductuales con total respeto a los derechos de los niños, por ejemplo en la aplicacion de las técnicas de modificacion de conducta, cuando se aplica el “tiempo fuera”, este debe hacerse teniendo en cuenta estos derechos, Por ejemplo no apagar la luz en el lugar que le han enviado a reflexionar, no gritándole, ni jaloneándolo, ni humillándolo, ni condicionándolo con el hambre, frio o sed, comida, sueño o golpe.
Lo que se quiere conseguir con las intervenciones psicológicas, es que los niños aumenten aquellas conductas que tienen como déficit o presentan menos y no vulnerar derechos que por otra parte no son impedimento para corregirlo.
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