lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Qué es la terapia de conducta?


La terapia de conducta es un modelo de intervención psicológica que consiste en analizar la acción del sujeto en relación con el ambiente que lo rodea, es en buena cuenta un análisis de cómo la conducta de una persona, ya sea esta niño o adulto, ha establecido una relación funcional con los estímulos que han  servido como factor discriminante o reforzante. Es decir, de cómo una conducta se emite, se realiza y funciona en el ambiente debido a sus consecuencias o elementos que se encuentran en el contexto, en donde también intenta influir para  seguir emitiéndose.

¿Y que es una conducta? Es toda acción visible y objetiva que realiza la persona, esto incluye el habla, la que sería conducta verbal, el pensamiento y las emociones, aunque no son visibles, funcionan con los mismos principios  que rigen a la conducta observable, de los que son efectos colaterales, por ejemplo pensar es hacer. Esta descripción objetiva de lo que es conducta, nos permite ponerla en el mundo físico y observable, además de definirla, medirla, manipularla  y analizarla en relación con los estímulos que la hacen funcionar. Intentamos por medio de la intervención modificar esa relación funcional que mantiene la conducta problema, o en su defecto  hacer aparecer una conducta adecuada o aumentar las que presentan poca emisión. La terapia de conducta ha demostrado ser efectivas en casi todas los problemas psicológicos,  en la práctica cuando están bien aplicadas y son constantes su validez es alta. Hacen uso de una serie de técnicas, llamadas “técnicas de modificación de conducta” de la que algunas ya me he ocupado anteriormente en este blog.

La mayoría de casos que llegan a consultorio para terapia de conducta son niños que presentan los llamados “problemas de conducta”, se oponen a las peticiones de sus padres o maestros, hacen berrinches, gritan o lloran para obtener lo que desean, niños con conductas agresivas y con escaso control de los impulsos que son verdaderos dolores de cabeza para padres y profesores, no siguen ni respetan normas, y pueden parecer “caprichosos” “engreídos” o “malcriados”. No terminan tareas y son dominantes con sus pares de amigos, padres y maestros. (Véase mi artículo “El  último día del Rey” en este blog), niños hiperactivos, ansiosos, y con fobias, en realidad la vasta lista de problemas psicológicos que se pueden tratar con éxito con las terapias de conducta son muchas. La terapia de conducta puede a simple vista parecer fácil en un primer momento, pero desde que se realiza el análisis conductual se encuentra con un problema muy serio, y es que es complicado encontrar la relación funcional entre la conducta problema que se emita con algún elemento del ambiente que la mantiene o provoca. Al respecto de esto último mencionado, el apoyo y la paciencia de los padres en casa y los profesores en el colegio son piezas fundamentales para la aplicación de las técnicas en el cambio conductual que quieren dar a sus hijos o alumnos, ellos son los llamados operadores de la conducta del niño en un contexto dado. Los padres y maestros son los depositarios de los conocimientos básicos de las técnicas de modificación de conducta en casa o escuela. Ya que son ellos los que están la mayor parte del tiempo con sus hijos, les corresponde a ellos, manejar las variables o el contexto en donde la conducta de sus hijos se desarrolla.

La intervención conductual es y debe ser una forma permanente de relaciones entre padres e hijos, más que una terapia momentánea, lo que se busca es que los padres aprendan a controlar las variables ambientales en donde sus hijos se desarrollan y emiten la conducta problema, ser constantes con la aplicación de las diferentes técnicas y no ceder ante la presión de los niños que piden liberarse de ellas y volver a manipular el ambiente como ellos quieren. Siempre les digo a los padres que el amor que sienten hacia sus hijos no está en discusión, ni ese es el problema, pero que la aplicación de las técnicas de modificación de conducta  debe ser constante y sin ceder, con total respeto hacia los niños conforme lo manda  los “Derechos Universales del Niño”.

 

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