El encuentro de dos seres humanos cualquiera que fuera el sexo – para ponernos a tono con los tiempos actuales - y la posterior convivencia entre ellos, implica un choque cultural, cognitivo y emocional entre ambos. La educación, costumbres, rasgos, defectos, cualidades, frustraciones, miedos, ideas, pensamientos, expectativas y como no, el sexo, confluyen en una casa y en una cama. Ambos en la etapa que el amor lo mueve todo, tiene una visión conjunta de lo que puede ser el futuro, y todo lo nombrado antes lo pasan por alto. Pero el tiempo pasa y los problemas aparecen tarde o temprano.
Más allá de la llegada de los hijos, el estrés cotidiano, la situación económica y demás, el objetivo de la pareja es ser feliz. ¿Pero qué es ser feliz? Aquí entra los conceptos personales de cada uno sobre esa palabra. Esencialmente la pareja debe darse tranquilidad emocional, apoyarse mutuamente en los momentos de desgracia o debilidades que muestran. Entre otras cosas lo que cada uno espera del otro es apoyo no abandono, pide comprensión no critica, pide amor no odio, pide empatía no burla. Lamentablemente al paso del tiempo, esto se pierde y cuando la pareja llega a consultorio lo hacen con una serie de crítica, interpretaciones y acusaciones. No han satisfecho sus expectativas en el matrimonio, sus aspiraciones personales, no han honrado sus compromisos, no se han apoyado. El amor, cualquiera sea la idea que dé él se tenga, es una construcción frágil que debe ser protegida contra todo. Erich Fromm en el Difícil arte de amar nos dice que el amor es un compromiso que se construye en el día a día. Esto se puede traducir en un proceso meta-cognitivo cuando cada uno de la pareja se da cuenta de su compromiso que hizo al momento de unirse, y la decisión de cumplirlo, esta decisión debe ser diaria, renovarla cuando se está perdiendo. Conductualmente se puede traducir en un hacer, por ejemplo ser fiel, es hacer toda conducta que evite caer en la infidelidad, no coquetear, no intimar, no empezar una relación sentimental y menos sexual con otra persona. Así se es fiel. Un hacer en el sentimiento amoroso es proporcionarle caricias a la pareja, ser fiel, cumplir sus compromisos, sus promesas, hablarle con respeto, apoyarlo, ¡En fin! son una serie de conductas que demuestren ese amor. El amor no queda solo en palabras, tampoco puede quedar solo en el concepto de sentimiento sin una prueba objetiva. Muchas personas dicen que aman a sus parejas, pero sin embargo le son infieles o le hacen la vida infeliz. La complejidad de la conducta humana es grande y no dudo que crean que es verdad cuando dicen que pueden amar a alguien siendo infieles. Lo que hay que aclararles a esas personas, es que la pareja no lo hace solo uno, sino dos, y para efectos prácticos esa idea de amar y ser infieles no es válido para el otro. Mas allá de lo ya escrito, hay otras causas que llevan a conflicto a la pareja, por ejemplo las expectativas de cada uno que no coinciden con los objetivos comunes pueden ser predictores de conflicto. Cuando le pregunte a una señora que tenía 40 años de casada ¿Cuál es el secreto para haber durado tanto? Me dijo sin dudar y lo escribo textualmente “alguien debe de ceder y dejar sus aspiraciones”. Tradicionalmente fue la mujer quien abandonaba sus aspiraciones. Por eso se explica que los matrimonios que duran tanto, sus componentes sean mayores de 60 años. ¿Qué significa abandonar sus aspiraciones? Puede interpretarse de muchas maneras, pero la señora me dejo entrever que no fue “feliz” en ese tiempo y que ahora a los 65 años no se preocupaba mucho de eso.
En la actualidad no hay muchas personas – menos las mujeres – que dejen sus aspiraciones abandonadas. Todos tienen derecho a cumplir sus expectativas, y es lamentable que la convivencia de pareja no lo permita en muchos casos.
En la intervención en parejas primero se debe de descubrir en sus componentes si el amor y el interés del otro aun existen y si no hay problemas graves irremediables la convivencia puede seguir, caso contrario hay que prepararlas para la separación.
Cuando el amor aun existe se procede a la intervención priorizando lo racional en sus relaciones diarias. Es decir, no interpretar, no intuir, no adivinar el pensamiento del otro. Por el contrario preguntar cosas concretas y usar una comunicación asertiva tipo “Yo siento que ya no estás mucho tiempo conmigo……” “Deseo que tú me apoyes....”.
El objetivo de la intervención es enseñarle a las parejas estrategias de cambio para resolver sus problemas más racionalmente. Dejando de lado interpretaciones emotivas de perpetúen el condicionamiento que mantienen las discusiones.
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