Si hay una personalidad que escapa del ámbito personal, incluso lo conflictivo interpersonal, y que se enmarca en una aventura impersonal que te hace daño y a quien no le importas, y rompe en la escena social agrediéndola, despreciando los derechos de los demás y siendo un real peligro para sociedad y para los que se relacionan con él, esa es la personalidad antisocial. Efectivamente, la antisocial es una personalidad sin escrúpulos, para quien todo vale para satisfacer sus sentimiento, no se adapta a normas legales, irresponsable, sin o poca culpa por haberte hecho daño o robado, despreocupado e imprudente, busca excusa a todo su comportamiento alejándose de la culpa y acusando a otros de sus bajos actos. Aquí el elemento principal son las trasgresiones sociales a las normas, detenciones y problemas con la policía, además de una ansiedad poco tolerada cuando se le pone límites y se frustran, estafan y roban. En este rango están los delincuentes, ladrones y asesinos por lucro.
No responden a castigos por que tienen una incapacidad de darse cuenta de sus errores y no aprenden de ellos. Son consumidores de drogas, bebedores y abusadores. Para Ávila Espada y col. Las personalidades antisociales presentan la triada antisocial-sádico-pasivo agresivo, lo que representarían lo que hablaba Tehodore Millón sobre sus variantes del prototipo, es decir, el antisocial sádico y el antisocial pasivo-agresivo que vendría a ser como un volcán en permanente amenaza de erupción si vale la metáfora.
Si conoce a alguien con esta personalidad, huya de él, no confié en el, que, aunque es capaz de adaptarse a normas sociales o morales del grupo en que se mueve, -normalmente grupo de antisociales - no tardara, si puede, de aprovecharse de Ud. Sin ni siquiera voltear la cara para saber cómo lo dejo.
Ya en otro artículo en este mismo blog, he tratado la diferencia entre personalidad antisocial y psicopática, entidades clínicas que se usan para designar las mismas transgresiones sociales, a mi humilde entender de forma equivocada, pero no redundaremos en ello, sin embargo si queremos hacer una pequeña diferencia entre ambas entidades, diría que, mientras que en la psicopatía existen mas psicopatología personal en juego, en el antisocial, su conducta está orientada al ámbito social, su conducta es mayormente aprendida y reforzada en el ámbito social en que se crio y por el grupo de amigos que sirve como reforzamiento positivo.
Tratar a un antisocial es muy difícil, tendera a culpar a la sociedad, a sus padres y amigos de su comportamiento.
Síndrome de la infancia
Los antisociales aunque han sido muy investigados en el ámbito clínico, en el caso del síndrome de la infancia, hay una serie de comportamientos que se pueden observar en los niños y que nos pueden advertir de un probable desarrollo antisocial futuro. Por ejemplo los niños con problema de conducta manifiestan oposición y desafío ante los adultos y figuras de autoridad, es más que una rabieta o travesura infantil o rebeldía de adolescente – analizar la edad del niño en estas manifestaciones es importante porque se puede comparar con el nivel esperado de la norma - y tiene que trasgredir las normas. Dentro de este rango vemos a niños impulsivos que se pelean, maltratan a los demás, son el matón del barrio o de la clase, roba, miente reiteradamente, fuga del hogar y causa daño a la propiedad.
Los niños con este síndrome también hacen rabietas y son discutidores y no acatan normas de convivencia, son niños que tienen baja tolerancia a la frustración. Estas conductas manifiestas deben ser graves, duraderas y mostrar ansiedad e intensidad en la expresión impulsiva. Esto les preocupa a muchos padres que ven a sus hijos con “mucho temperamento” y muy enojados, viven bajo el estigma de chico problema.
Algunos padres acceden a sus peticiones para evitarse enfrentamiento con él, quienes por ser tan exigentes, atraen la atención de sus padres, quienes evidencian peores cuidados, y le dan una atención sobrevalorada que después se convierte en un problema. Como se puede observar, según las investigaciones (Carranza y Gonzales) las sociedades pueden modificar, mantener, controlar, y extinguir expresiones temperamentales. La familia es una sociedad, en ella se modela estilos de comportamiento consentidos, se reprimen algunos y fomentan otros, la impulsividad del niño si no es controlado desde la primera infancia, puede traer serios problemas debido a un condicionamiento a resolver problemas de este tipo de la forma violenta y agresiva tratándose de salir con la suya lo que logra mayormente, ahí el problema.
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