viernes, 26 de abril de 2013

Defenderse contra un ataque

El tema de que si el hombres es agresivo por naturaleza es un debate que aun no acaba entre los investigadores;  algunos dicen que lo es, otros proponen que no hay nada de instintivo en la violencia y agresividad del hombre, y que más bien, es un aprendizaje. Los primeros ponen como ejemplo la destrucción casi total del medio ambiente, las matanzas sin ton ni son de especies de animales casi en extinción, las guerras, construcción de bombas nucleares, la contaminación de los océanos, la perversa costumbre de matar a tu prójimo por dinero, o simplemente matar a tu prójimo. Los segundos argumentan que se ha confundido el instinto agresivo con el instinto de conservación, esa dominación y delimitación de nuestro territorio y ambiente, pero esto no tiene nada que ver con la agresividad, tiene que ver si, con la supervivencia de la especie. En todo caso parece que la agresividad y la violencia son aprendidas, influenciadas por la sociedad en la que se esté. Aún incluso, si tomamos en cuenta que la agresividad formo parte de nuestra especie evolutiva para poder sobrevivir en un ambiente hostil, nada prueba que sea instintiva de la especie. Nos sorprenderíamos de lo que los seres humanos podemos aprender en peligro de ser eliminados, exterminados, muertos.
Las sociedades conglomeran una gran cantidad de gente, y la violencia se engendra dentro de esos grupos humanos, la cuestión es que defenderse de un ataque físico intenso puede llevar a hacerle daño a esa persona que precisamente  nos está agrediendo. El daño causado a otra persona por defendernos de su agresión, es un daño no intencional, guiado solo por la necesidad de supervivencia, protección y seguridad, y no debería llevar necesariamente a una culpabilidad ni vergüenza a quien lo ejecuta, es decir a quien se  defiende.
Para muchas personas la defensa ejercida con violencia ante un ataque está mal vista y considerada.  A veces me parece que hasta te miran de una forma extraña cuando alguien alza la voz pidiendo que sus derechos sean respetados. En las escuelas estos problemas de conducta agresiva se ven muy a menudo. Todos sabemos que no son tolerados bajo ningún punto de vista, sin embargo esta menos controlado de lo que uno pueda pensar. El niño más vivo sale ganando en esto de molestar, porque generalmente él agrede y se esconde, mientras que el niño inexperto en las lides del engaño que responde a un ataque con defensa, si es visto por el tutor-queja segura a sus padres.
Cuando un niño, adulto y anciano es víctima de agresión física no es tiempo de aplicar razonamiento, la supervivencia obliga a responder con una defensa, esta, por lo general, será tambien agresiva o en su peor caso, violenta. Y es que la proporción, mas allá del aspecto legal, lo utilizamos aquí como estrategias de mantenernos con vida.  Si en ese intento de defensa alguien sale herido, no sentir culpa o vergüenza no es malo ya que la intención no existió, solo el deseo de defensa.
Igualmente, en los niños, la defensa física y emocional es perfectamente adecuada en su accionar, ellos necesitan cuidados y aprender que nadie, absolutamente nadie debe tocarlos, ni siquiera su compañero de clase. Las profesoras no deberían subestimar las quejas de sus alumnos cuando hay agresión física de por medio, como parte de la estrategia para disminuir la violencia en las aulas. Cuando el niño comprueba que su queja fue escuchada, comprenderá que el sistema funciona y no usara la violencia para hacerse respetar, mientras tanto creo que es lo único que tiene el ser humano.
¿Y qué me dicen de la agresión verbal por medio de una ofensa? Hay palabras que matan, eso dicen, pues nos queda dos opciones, o responder igual o quedarse callado, las dos opciones son validas, ninguna descarta a la otra. Las dos dan las herramientas al ofendido para salvaguardar su honor, o su coraje. A veces, quedarse callado alimenta las frustraciones. Concluyendo, defenderse de un ataque es algo valido penal, social y  psicológicamente, es válida si está dirigida a acabar con el agresor o su acto en defensa de nuestra propia vida o la de los demás. Si alguien sale lastimado, diremos la expresión francesa  “Cest la vie”

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